Pelota en el borde
"Hay momentos en el juego en que la pelota pega en el borde de la red y, por una fracción de segundo, puede seguir hacia adelante o regresarse".
Woody Allen, Match Point
ACAPULCO.- Novak Djokovic, el tenista serbio de 29 años, es un hombre alto. Su ficha oficial de la ATP, la Asociación de Tenistas Profesionales, lo registra con 1.88 metros. Este 1o. de marzo por la noche, sin embargo, parecía pequeño junto a Juan Martín del Potro, el argentino de 28 años y 1.98 de estatura, ante el cual disputó un partido de segunda ronda en el Abierto Mexicano de Tenis.
Llevo muchos años viniendo al Abierto. No tomo más que unos días de descanso en Navidad para guardar algunos y escaparme a Acapulco a fines de febrero y principios de marzo. No soy tenista, pero me fascina ver el tenis. El juego del miércoles por la noche entre Djokovic y Del Potro, que concluyó el jueves en la madrugada, fue quizá el más espectacular que he visto en Acapulco.
En el papel parecía que no había competencia. Djokovic, segundo del ranking de la ATP, se enfrentaba a un Del Potro con un pasado brillante, incluso un título del Abierto de Estados Unidos, pero afectado por lesiones y en un lento proceso de recuperación en el escalafón de la ATP, en el cual se encuentra en el lugar 32.
Djokovic es un jugador casi perfecto, de una gran concentración, que rara vez comete errores. Muchos comentaristas lo siguen considerando el mejor del mundo, a pesar de que en los rankings ha sido superado por el británico Andy Murray. Del Potro, en contraste, parece demasiado alto para ser tenista. Le falta velocidad, pero tiene un corazón del tamaño de su estatura. Ya lo mostró en 2016, en los maratones contra Rafael Nadal y Andy Murray para alcanzar la medalla de plata en los Olímpicos de Río y también en la final contra Croacia para darle a Argentina la Copa Davis.
El encuentro de Acapulco fue trepidante desde el primer momento. Los dos jugadores se enfrascaron en un duelo de potentes intercambios desde el fondo de la pista. Del Potro jugó con enorme fuerza, mientras que Djokovic respondía con inteligencia, enviando disparos a las esquinas para hacer correr a su rival y cansarlo ante su relativa falta de movilidad. En el tercer set, Del Potro parecía agotado, a punto de colapsarse sobre la cancha con toda su enorme humanidad, pero siguió respondiendo golpe a golpe a los disparos del serbio.
Como una pelota que pega en la red y titubea antes de decidir su destino, el triunfo cayó finalmente del lado del serbio con marcador de 4-6, 6-4, 6-4. Varias jugadas, sin embargo, pudieron haber cambiado el resultado. El desenlace estuvo en entredicho hasta el último punto. El juego me confirmó una vez más ese gusto que tengo por el deporte de alto rendimiento que algunos amigos me cuestionan pero que para mí es adicción.
La batalla de Acapulco me pareció una alegoría sobre los esfuerzos necesarios para sobrevivir y destacar. Hoy los mexicanos enfrentamos retos enormes, sobre todo de un gobierno vecino cada vez más irracional y hostil. Más nos conviene concentrarnos en cada punto, hacer nuestro mejor esfuerzo individual, que esperar a que el rival falle o se conmisere. Para derrotar a un rival poderoso, uno tiene que ofrecer su mejor desempeño. El triunfo o la derrota están realmente en nuestras manos... aunque la suerte pueda empujar la pelota de un lado u otro de la red.
Poco importan las locuras de Trump. Lo relevante es que nosotros hagamos nuestro juego y fortalezcamos nuestra economía. La pelota caerá más probablemente de nuestro lado si alcanzamos nuestro máximo potencial.
· BLOQUEOS
Una vez más un bloqueo en Chilpancingo. Ir a Acapulco por carretera es un acto de fe muchas veces condenado al fracaso. El pasatiempo más común entre los líderes políticos de un Guerrero sin ley es bloquear la Autopista del Sol.
@SergioSarmiento