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SERPIENTES Y ESCALERAS

Las encuestas lo colocan arriba y eso espanta a muchos. La fama del futbolista es la kriptonita de muchos políticos que piensan que el alcalde repetirá en el 2018 la hazaña del 2015. A pesar de su fama, no será fácil que Cuauhtémoc Blanco vuelva a ganar una elección; primero debe sacar adelante Cuernavaca y luego cumplir con los requisitos que establece la ley para ser candidato. La popularidad no lo es todo.

 

El alcalde de Cuernavaca vuelve a estar en el ojo del huracán; de hecho no ha dejado de estar en crisis desde que inició su administración. Cuauhtémoc Blanco fue un ídolo deportivo, se convirtió en un fenómeno electoral y ahora es visto como un fuerte aspirante a la gubernatura de Morelos. El futbolista se ha vuelto enemigo de políticos pero no ha podido capitalizar socialmente su popularidad. Por el camino que sigue, en Breve Blanco podría dejar la silla de presidente municipal.

Los problemas que enfrenta el edil capitalino son consecuencia de varias cosas: el enfado de varios grupos políticos en su contra es una parte; otra son los conflictos derivan de la falta de rumbo en su gobierno y las malas condiciones en las que se encuentra el municipio.

Personalmente no tengo claro si a esta altura de su gobierno Cuauhtémoc Blanco le ha tomado el gusto a la política y entiende sus responsabilidades como autoridad. Recuerdo aquella única charla que tuve con él en la campaña, en la que hablaba de su deseo de servir a la gente, pero también reiteraba su rechazo a los grupos de poder y a sus representantes. “A mi no me gusta la política” repetía Blanco.

Casi dos años después de aquel encuentro veo a un Cuauhtémoc más desenvuelto, más entendido de su labor, pero aún distante de la ciudad y de su gente. En sus discursos el futbolista reitera su compromiso por servir, pero en los hechos aprovecha cualquier ocasión para tomar distancia de la ciudad y estar en cosas que nada tienen que ver con su encomienda constitucional.

El problema de Cuauhtémoc, como el de Graco, es que ambos han dejado sus respectivos gobiernos en manos de gente incapaz y se desentienden de las responsabilidades que les corresponden. Por razones distintas, pero con resultados similares, el de Cuernavaca y el de Morelos son gobiernos a la deriva, sin rumbo, sin agenda, sin supervisión y propensos a muchísimas ocurrencias.

Cuauhtémoc Blanco se ha vuelto objeto de muchos ataques políticos producto de diferentes circunstancias. En primer lugar está la envidia que genera su posicionamiento en las encuesta de cara a la sucesión del 2018, pero aunado a ello está la personalidad del alcalde, la arrogancia de sus operadores y la manera de actuar del equipo que tiene a su lado.

El futbolista puntea (hasta ahora) las encuestas de preferencia electoral rumbo al 2018 y eso para algunos representa un motivo más que suficiente para atacarlo. Blanco se ha convertido en el objetivo de muchos actores políticos y de partidos que piensan que el futbolista podría rebasarlos en la contienda del 2018; quitar a Cuau de la ecuación política es algo que conviene a todos.

Pero a pesar de que Blanco es (en este momento) la figura más rentable, su popularidad difícilmente le alcanzará para ganar la gubernatura si el munícipe no resuelve antes los problemas de la ciudad. Estratégicamente a Blanco le conviene que le victimicen porque así desvía la atención de los conflictos irresueltos de la ciudad.

Cuauhtémoc Blanco es la manzana de la discordia; desde la capital y con la popularidad que le otorga su pasado deportivo, el futbolista se perfila como un fuerte candidato a gobernador, pero es muy pronto para darlo como ganador. Para que el alcalde triunfe en la elección del 2018 se necesita de mucho más que popularidad y requiere, primero, cumplir los requisitos para que su candidatura sea aceptada.

Aunque son evidentes los ataques políticos contra el edil capitalino, la crisis municipal también tiene que ver con errores del equipo del presidente municipal. Cuernavaca no es una ínsula y la ciudad no puede seguir siendo manejada como hasta ahora.

Aunque a muchos espanta la popularidad de Blanco y a muchos más les conviene dejarlo fuera de la elección del 2018, el verdadero problema del americanista está dentro de su propio gobierno.

Para que Cuauhtémoc Blanco sea un candidato fuerte, debe hacer las cosas bien en Cuernavaca… y tener acreditada la residencia para competir.

  • posdata

El PAN en Morelos tiene una clara oportunidad de ganar la próxima elección, pero vive uno de sus peores momentos como institución política. El partido azul goza del beneficio de una inercia que lo coloca en buena posición de cara al 2018, tiene algunos candidatos llamativos y le favorece el desgaste de sus principales competidores.

A pesar de ello el PAN no está bien en la tierra de Zapata: su dirigencia está muy por debajo de las necesidades del partido y la agenda institucional de AN en Morelos es prácticamente inexistente. En todos los problemas que aquejan a la entidad y a su gente, incluidos aquellos que forman parte de la agenda histórica de los panistas, la dirigencia estatal está ausente.

La llegada de Juan Carlos Martínez al partido abrió una enorme expectativa en un panismo que estaba de capa caída luego de doce años de errores institucionales, descuidos internos y fallas de gobierno. El joven parecía una buena alternativa para darle oxígeno a la institución y renovar los liderazgos que se perdieron o anquilosaron; el discurso de Terrazas era fresco, tenía contenido y mostraba un panismo distinto al que hundió al barco azul.

El problema es que Terrazas no pasó de la primera buena impresión: una vez al frente de la institución el novel dirigente mostró que no tiene las tablas para conducir un proyecto de estado, ni el talento para transformar al PAN. Más pronto de lo esperado la nueva dirigencia repitió los mismos errores de sus antecesores y convirtió al partido en un Club de Tobi en el que sólo encajan aquellos que se someten a la voluntad del presidente y se ríen de sus ocurrencias.

Una cosa que sí ha hecho Terrazas desde que llegó al CDE fue arrebatar el manejo absoluto de la institución; los acomodos que se han dado dentro de Acción Nacional conceden al nuevo grupo el control casi total del partido y consecuentemente el manejo de las candidaturas que se lanzarán en el 2018. Igual que lo hizo la Sagrada Familia, en el futuro inmediato los Terrazas utilizarán las candidaturas para beneficiar a su familia, amigos e incondicionales.

Lo que los hermanos Terrazas no se han dado cuenta es que esa ambición estéril puede costarles la elección del 2018. Es comprensible que la nueva dirigencia busque sentar sus reales y establecer sus reglas, pero es absurdo que repitan las torpezas que hundieron al panismo morelense y pierdan de vista el panorama global por sus rencores individuales.

La expectativa de triunfo del PAN en el 2018 es alta, pero para que se concrete se necesita, entre otras cosas, de una buena conducción partidista y de la suma de muchos liderazgos. A Martínez Terrazas le está quedando grande el partido, no ha sabido construir más allá de su grupo de amigos y no muestra interés de participar en los temas importantes del estado. Como nunca antes en su historia reciente, la dirigencia estatal panista no participa de la vida política del estado, no comunica, ni tampoco define una estrategia de trabajo.

El tiempo avanza sin que los panistas pongan las bases de su siguiente campaña y ello anticipa muchas complicaciones antes, durante y después de la elección. La Sagrada Familia fue la causante del hundimiento del PAN en Morelos y los Terrazas están dejando ir la oportunidad de revivir al panismo; parecen conformes con administrar las ruinas y hacer negocio de la derrota.

Los viejos panistas fueron malos; los nuevos no están siendo mejores.

  • nota

En la Ciudad de México el PRD analiza la remoción de Miguel Barbosa como coordinador parlamentario en el Senado de la República.

También desde la Ciudad de México el gobernador de Morelos insiste, por enésima ocasión, que quiere ser el candidato del PRD a la presidencia de la república y ofrece construir un gran pacto de paz y seguridad para México (la penúltima vez ofreció ser el único capaz de unir al PAN y al PRD).

Ayer mismo, también desde la Ciudad de México, uno de los Chuchos, Ortega, recriminó la postura de Barbosa y validó las aspiraciones de Graco; al primero criticó severamente y al segundo lo ponderó como uno de los tres mejores candidatos que tiene el PRD y la izquierda.

Muchas cosas pasan últimamente en la Ciudad de México.

Quizá por eso a Graco le gusta estar más allá que aquí.

  • post it

Al comisionado de seguridad de Morelos se le ha hecho costumbre acusar sin probar. Aunque hablamos de un servidor público con una altísima responsabilidad, Alberto Capella imputa sin proceder.

Hace algunos meses el comisionado aprovechó la ejecución de un abogado para afirmar que muchos profesionistas del derecho tenían relaciones y/o vínculos con la delincuencia organizada, motivo por el cual eran víctimas de la violencia. Algo similar ocurrió cuando Alberto Capella señaló a algunos diputados de la pasada y la actual legislatura de proteger a grupos delictivos; en ambos casos advirtió que procedería, pero nunca lo hizo.

Hace un par de semanas el titular de la Comisión Estatal de Seguridad en Morelos volvió a lanzar acusaciones; en esa ocasión se dirigió a reporteros, abogados y jueces, a quienes ubicó dentro de una red de protección a grupos delictivos y cárteles de la droga y sobre los cuales, aseguró, existían pruebas y evidencia de su participación en actos fuera de la ley. Algunos de éstos, decía Alberto Capella, brindan “protección, orientación y hasta asesoría de medios” a los cárteles de la droga. No hizo nada a pesar de las pruebas que dijo tener.

La semana pasada Capella lanzó una nueva acusación: tres funcionarios del gobierno de Cuauhtémoc Blanco están ligados a la delincuencia organizada y operan para desestabilizar al modelo de seguridad, dijo. Los dichos del comisionado, igual que los anteriores, se basaron en conjeturas, no aportaron ninguna prueba contundente, ni merecieron (como tendría que ser) una acción formal de su parte. Fueron, otra vez, acusaciones al aire.

Aunque un funcionario que conoce de hechos ilícitos está obligado a denunciar (y en su caso detener), en este como en todos los demás casos el comisionado de seguridad de Morelos se conforma con señalar en ruedas de prensa y grabar videos en redes sociales.

Pero en este último capítulo lo llamativo fue la reacción del ayuntamiento de Cuernavaca a las acusaciones del comisionado. A pesar de que los dichos de Capella carecieron de contundencia y no aportaron elementos de prueba, en el municipio se apuraron a realizar el cambio del secretario que fue señalado por Capella de tener relación con el cártel de los Beltrán Leyva.

El movimiento en el equipo de Cuauhtémoc Blanco fortaleció los dichos de Alberto Capella y abrió nuevas incógnitas sobre las acusaciones ¿Entonces sí hay relación entre Cuauhtémoc Blanco y el narcotráfico?

Aunque formalmente la separación de Guillermo Arroyo se hizo por razones distintas a las expuestas por Capella, la forma como el municipio efectuó el cambio validó los señalamientos del funcionario estatal y dejó muy mal parado al ayuntamiento; ¿De quién fue la idea de procesar así la salida de Arroyo?

Sólo hay algo peor que las acusaciones al aire de Alberto Capella: la torpe reacción del gobierno de Cuauhtémoc Blanco.

  • redes sociales

A propósito de mujeres, retomo parte del discurso que mi querido Hugo Salgado escribió para ellas con motivo del Día Internacional de la Mujer.

“… Para ustedes no hay límites y los que todavía se levantan como muros de Trump, se derrumban con el esfuerzo de las mujeres de este siglo.

… En vez de halagarlas con melifluas frases o lugares comunes, les pido que vayan por lo que es suyo.

Que abran caminos donde no existen para que por ellos pasen sus sucesoras…

A todo eso y a mucho más están obligadas las Mujeres

Morelenses del Siglo XXI,

Su Siglo.”

Comentarios para una columna sonriente: eolopacheco@elregional.commx

Twitter: @eolopacheco www.facebook.com/Eolopachecomx

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