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SERPIENTES Y ESCALERAS

Se acerca el final del sexenio y el escenario social y político se pone cada vez más complejo en Morelos. Cinco años de conflictos no han dejado nada bueno para nadie. O se recompone el camino o las cosas irán muy mal en el futuro.

 

El fin del sexenio está a la vista y la debacle de la nueva visión es evidente. Encarcelar a Graco será la mejor y más atractiva oferta de campaña para cualquiera que quiera sucederlo en el cargo; las ofensas, los golpes, la persecución y los abusos del perredista serán cobrados con creces cuando deje el poder. Los enemigos que ha acumulado el gobernador progresista a lo largo de su sexenio son muchos y no hay manera de que pueda enfrentarlos.

La entrevista que concedió el alcalde de Cuernavaca a Ciro Gómez Leyva en Fórmula no sólo reiteró que el duelo entre el futbolista y el tabasqueño es personal, también marcó la pauta del tono que veremos en las campañas políticas de Morelos.

Cárcel a Graco, prometió Cuauhtémoc Blanco; la misma promesa que hicieron Javier Corral en Chihuahua y Miguel Ángel Yunes en Veracruz, y que les concedieron los votos suficientes para ganar la elección. Ofrecer llevar a juicio al gobernador saliente y a sus más cercanos colaboradores es, sin duda alguna, la mejor oferta de campaña que podrán hacer los aspirantes a la gubernatura morelense.

A lo largo del sexenio Graco Ramírez ha gozado de la protección del poder federal; el perredista ha sido una pieza importante del ajedrez político del presidente Peña Nieto y ha servido a los intereses de su administración. Graco fue el primer perredista que reconoció el triunfo electoral del PRI en el 2012 y luego fue el principal promotor del Pacto por México y las reformas que impulsó el gobierno de la república. Como ejecutivo, el perredista es el gobernador más peñista de todo el país y desde la Conago Graco se ha convertido en un alfil más del gobierno de la república. Esa actitud ha servido para que Ramírez Garrido goce de cobijo político federal y gobierne como emperador la tierra de Emiliano Zapata.

En la recta final del sexenio los escenarios han cambiado para el gobernador de Morelos; aunque a nivel federal Graco sigue gozando de la protección de Peña, localmente las cosas ya se le descompusieron y el manto político que hoy le cubre no alcanzará a blindarlo una vez que concluya su administración. La dinámica nacional tiene al Presidente de la República tratando de resolver sus propios problemas y ello deja desamparado a un gobernador que muy probablemente tendrá que huir del país una vez que concluya su administración.

Todos los gobernadores que han dejado el cargo en los últimos dos años enfrentan problemas derivados de su administración; algunos están solventando pendientes administrativos, otros se defienden de los procesos legales que iniciaron en su contra y unos más, de plano, han tenido que huir o ya están encarcelados. No hay manera de que el séptimo año de Graco sea diferente.

Las acusaciones que a nivel nacional hizo ayer el alcalde de Cuernavaca fueron muy duras, pero no distintas a lo que localmente se ha venido comentando desde hace mucho tiempo. Hasta ahora a Graco no le ha interesado la gente de Morelos, ni se ha preocupado por la imagen que de él tengan los morelenses. Su mirada siempre ha estado en la capital del país, ahí es donde siempre busca estar bien posicionado, donde da entrevistas, donde arma reuniones, donde hace política y hasta donde duerme. De Morelos lo único que le interesa es el presupuesto y la tarjeta de gobernador.

El problema es que ya está a la vista el final de su mandato y todos los excesos, errores y omisiones se van a tener que pagar. Cuauhtémoc Blanco volvió a poner a Morelos en el debate nacional, volvió a acusar al gobernador de corrupto, dejó ver que tiene nexos con la delincuencia organizada, lo describió como un personaje odiado y ofreció meterlo a la cárcel si es gobernador.

No es la primera vez que se hacen estas acusaciones, ni tampoco la primera que esa cadena de radio abre los micrófonos a quienes están en contra del tabasqueño. En ese espacio ha estado el gobernador y su hijo, pero también muchos de quienes le acusan (el rector, el obispo, el líder de la CMMC..), con la diferencia marcada del tono de los anfitriones en las entrevistas.

Aunque no lo quiera reconocer, Graco Ramírez sabe que está en el ojo del huracán y enfrenta una alta posibilidad de ser perseguido una vez que concluya su mandato. Ya son muchas las voces que hablan de los excesos cometidos en su gobierno, son muchos los frentes desde donde se le cuestiona y muchos también los temas que tiene pendientes por resolver. Desde el problema de inseguridad hasta el manejo financiero, pasando por las complicidades con delincuentes y las abominables acciones cometidas en las fosas de Tetelcingo y Jojutla, no hay manera de librar el juicio popular y heredar un muy alto desgaste a su partido en las próximas elecciones.

Lo de Cuauhtémoc Blanco en Fórmula no es casualidad; la entrevista no fue ocurrencia de su equipo de comunicación y la actitud de los entrevistadores tampoco fue producto de la casualidad. Ciro y Padgett llevaron de la mano al futbolista, lo cuidaron, le orientaron y en varias ocasiones le marcaron el camino, como si ya supieran lo que el alcalde iba a responder. ¿Con qué gobernador compararía a Graco Ramírez? preguntó inocentemente el reportero. ¡Con Duarte! Respondió de inmediato el ídolo del fútbol.

A Graco le urge recomponer su escenario local; la protección política nacional no llegará más allá del 2018 y el desaseo de su administración cuesta mucho a la imagen del PRD. Su desdén por las cosas locales y su descuido en el manejo del gobierno del estado le ha colocado ya en una situación de alto riesgo y ha herido de muerte a su partido.

Lo de ayer de Cuauhtémoc Blanco es sólo el principio de lo que veremos en las elecciones y el preludio de lo que vivirá Graco en su séptimo año.

Ya es hora: recomponer o morir.

  • posdata

Graco ha definido muy bien su estilo de gobierno: golpear. En esa línea se ha confrontado con mucha gente, muchos grupos, muchos sectores, incluyendo por supuesto al Obispo de Cuernavaca Ramón Castro y al rector de la UAEM Alejandro Vera.

Nunca antes en la historia de Morelos habíamos visto algo así; nunca antes un jefe del ejecutivo se peleó abiertamente con la iglesia y con la universidad, nunca tuvo tan mal trato con la prensa, tanto distanciamiento con los transportistas y tantas diferencias con los grupos sociales y de profesionistas. No es extraño que su sexenio se haya caracterizado por los plantones, las manifestaciones y la toma de carreteras. Obviamente Graco no camina por las calles del estado ni se mueve fuera de su esquema de seguridad y sus vehículos blindados.

A Graco le gusta la confrontación, dicen sus amigos; le encanta la crisis y se mueve muy bien en el caos, afirman. Cierto: esa ha sido la técnica del tabasqueño a lo largo de treinta años de trayectoria política, pero siempre desde la trinchera de la oposición o desde un escaño legislativo. No es lo mismo cuando se está al frente de las instituciones y se tienen responsabilidades ejecutivas.

La confrontación es el signo de este gobierno, pero también es la razón de su debacle. Hay cosas buenas hechas en la actual administración, avances en algunos rubros y acciones que ameritarían reconocimiento… el problema es que lo bueno no se valora y lo positivo se pierde en el pleito.

Si este régimen no se hubiese confrontado con tantos sectores, si fuese más tolerante, si escuchara, si comunicara mejor, si atendiera a la crítica, si fuera más receptivo, si, si, si… el problema es que el hubiese no existe.

En algunos años, dicen, la gente valorará lo que hizo Graco por Morelos; tal vez. Lo mismo decía Jorge Carrillo Olea, pero hoy de nada le sirve que la gente reconozca su aporte en materia de inversión privada o el desarrollo que impulsó en el sur de la entidad. Lo que la sociedad recuerda del general es que se coludió con la delincuencia organizada y en su gobierno predominaron los secuestros.

¿Qué recordará la gente de Graco?

  • nota

Como si algo faltara en el escenario local, ayer ejecutaron al empresario de la feria de la primavera de Cuernavaca durante la cabalgata de inauguración, en medio de decenas de personas, a plena luz del día, en una de las principales avenidas de la capital.

Lo que ocurre en Morelos es inconcebible: inseguridad, violencia e impunidad. Pleitos políticos por todos lados y delincuentes que actúan con absoluta libertad.

La estrategia de seguridad no funciona, el gobierno está sujeto a mucha presión social y el comisionado de seguridad lo único que sabe hacer son videos.

El gobernador debe tomar una decisión rápida. El desgaste de su gobierno y los costos políticos para su partido son muy altos.

La gente está muy enojada… y con razón.

  • post it

Las fosas de Jojutla están mostrando una vez más el rostro de la impunidad en Morelos. Una vez más las cifras oficiales no cuadran, los cuerpos que supuestamente fueron depositados con todas las de la ley aparecen sin carpetas de investigación y las historias que de ahí surgen hacen pensar que se trata de un tiradero de cuerpos clandestino, como el que utiliza la delincuencia organizada.

Primero se dijo que en esas fosas había 35 cuerpos, pero al final surgieron más de 40; luego resultó que se encontró una nueva cama de cuerpos y la Fiscalía tuvo que reiniciar los trabajos, porque siguen apareciendo restos humanos.

Igual que en Tetelcingo, en Jojutla estamos frente a un acto inhumano, ilegal y que debería ser castigado con todo el peso de la ley. En las primeras fosas no ocurrió nada a pesar de todas las irregularidades; hasta ahora no hay ningún funcionario sancionado ni alguien que responda a las familias de las víctimas por el trato que se dio a esos seres humanos.

¿Qué veremos en Jojutla? ¿Volverá a prevalecer la impunidad? ¿Se quedará esa fosa como un ejemplo más de la maldad de un gobierno que basuriza (Sicilia dixit) a la gente y protege a quienes violan la ley? Seguramente si.

De este tamaño es la impunidad de hoy en Morelos.

  • redes sociales

El respaldo que un grupo de ciudadanos, legisladores y figuras públicas otorgaron hace unos días al Obispo de Cuernavaca se perdió en el infinito. La historia se contó mal, los organizadores mostraron que no saben manejar un tema así y el apoyo a Ramón Castro paso desapercibido.

Puede ser que lo expresado por los firmantes del documento sea válido, no lo se, no conozco el contenido del mismo; lo que observo es que en su afán protagónico, los promotores y participantes de esa acción perdieron de vista la importancia de comunicar bien.

Simple: por muy bueno que sea el manifiesto, pocos (muy pocos) se enteraron de él.

  • es viernes

La primavera llegó; es la excusa perfecta.

Hoy Toca.

Comentarios para una columna primaveral: eolopacheco@elregional.com.mx

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