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OPINIÓN DE SAMUEL PALMA CÉSAR

El Presidente Benito Juárez emitió un decreto en 1869, que dio origen a la creación de Morelos como Estado de la República, a partir de la porción territorial de lo que fue el Distrito de Cuernavaca, entonces perteneciente al Estado de México.

Con esa nueva división, la capital del país modificó equilibrios que matizaron un entorno que había dominado el propio Estado de México. Morelos emergió como una entidad que como contraparte a su extensión territorial limitada exhibía un importante potencial por su cohesión y posibilidades de desarrollo, asociados a la gran demanda del mercado de la ciudad de México.

El buen clima morelense ha sido un factor que acompaña a su historia, lo que ha convivido con una importante biodiversidad y potencial para la producción agropecuaria; no en vano el jardín botánico de Moctezuma en Oaxtepec, la construcción del Palacio de Cortés y la residencia de Maximiliano en el Jardín Borda, las grandes haciendas, conventos e ingenios azucareros a lo largo de su geografía.

El periodo revolucionario se caracterizó por la presencia de gobiernos provisionales, y la fase postrevolucionaria mantuvo su caracterización de gobiernos interinos, sustitutos y provisionales, hasta que se eligió a Vicente Estrada Cajigal, para el periodo 1930-34, con la consideración de haber sido Morelos, de los estados de la República que más tardó en llevar a cabo elecciones para constituir su gobierno.

El sello de Zapata otorga a Morelos su carácter más acendrado y por ello su identidad histórica. Los signos de la entidad no podían ser más emblemáticos, pues porta el nombre ilustre que emana del siervo de la Nación, surge como entidad soberana por la iniciativa de Juárez y su legado proviene de Emiliano Zapata, caudillo del Sur, cuyos ideales inspiraron la vertiente social de la Constitución de 1917. En suma, Morelos, Juárez y Zapata como caudales y vertientes que irradian el origen de la entidad.

Pero esos signos no han significado una historia tersa, por el contrario, ahí están las luchas zapatistas, el éxodo de los habitantes de Cuernavaca, que prácticamente dejaron sin habitantes a la ciudad; la fuerte presencia del clero con el Obispo Méndez Arceo; la fusión cultural de flujos migratorios distintos, tanto nacionales como internacionales, entre otros aspectos.

Si bien Morelos tardó en conformar y renovar gobiernos por la vía electoral, una vez que lo hizo se ganó estabilidad, de modo que cada gobierno pudo culminar su período y dejar asentado su sello particular. El gobierno de Jorge Carrillo Olea, interrumpe ese ciclo, en tanto no terminó su período y porque, después de su culminación vino la alternancia, que ha dado un relevo intenso de partidos en el gobierno tanto en el orden estatal, como en el municipal, al grado que se puede caracterizar a Morelos como la entidad federativa más plural del país.

Tal circunstancia no ha podido ser adecuadamente potenciada. La confrontación entre el gobierno de Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, con el del estado, no podría ser más intensa, sólo falta que la disputa sostenida entre ellos llegue a lo físico. Se escindan las relaciones entre ambos en menoscabo de la ciudadanía y el desarrollo de la entidad. Las marchas de repudio al gobierno estatal se han sucedido en los últimos dos años, exhibiendo que el diálogo necesario y el entendimiento imprescindible entre instancias y grupos se encuentra lejano, especialmente con la iglesia católica y con la universidad del estado.

A punto de cumplir Morelos 150 años de vida, los signos del conflicto y la confrontación estéril dominan su panorama, en medio de hechos de violencia e inseguridad. La pluralidad política que por definición enriquece a la democracia, no ha podido encontrar en Morelos el camino que así lo haga; o más bien los gobiernos locales no han sabido abrir esas afluentes.

El 148 aniversario del Estado debe servir para convocar en el legado de Morelos, Juárez y Zapata, la adopción de la ruta que permita recuperar la política como espacio de coexistencia en la diversidad de intereses y corrientes, para generar el desarrollo que tanto reclama la historia de Morelos, y que no se ha podido alcanzar.

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