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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

Graco Ramírez debe tener cuidado: el escenario local ya se le descompuso y sus amarres nacionales están perdiendo firmeza. El tabasqueño no sólo enfrenta el enojo de la gente, también está frente al ataque sistemático de un poderoso grupo político nacional.

 

A lo largo de su gobierno Graco Ramírez se ha peleado con mucha gente y ha abierto muchos frentes de ataque sociales, políticos, institucionales y hasta personales. Al final de su mandato el escenario es terrible: la inseguridad se ha desbordado, la violencia no da tregua, la gente está enfadada y algunos actores de poder aprovechan la crisis para sacar raja política. Socialmente el sexenio de Graco Ramírez concluirá igual o peor que el de Javier Duarte en Veracruz.

El sello de la casa en este gobierno ha sido el enfrentamiento: el tabasqueño nunca entendió a los morelenses, ni se preocupó por aprender del pasado reciente. El fracaso de los gobiernos anteriores no sirvieron de referencia al perredista para evitar cometer los errores del pasado: Graco los repitió, los multiplicó y superó las fallas de otros gobernadores.

Lo que hay al final del sexenio es un escenario crítico en lo local y en lo federal: aquí la gente está enojada con el gobierno, como nunca existe un descontento social que se traduce en odio personal y un profundo rechazo hacia la fuerza política que representa el jefe del ejecutivo. En el plano nacional Graco ha ido perdiendo aliados: los escándalos locales lo debilitaron ante la opinión pública y los conflictos mermaron sus alianzas de poder. Graco Ramírez ya no tiene el mismo peso político ni la importancia estratégica que al inicio del sexenio.

Graco apostó a lo federal: tejer alianzas nacionales, volverse útil para el presidente y acomodarse en las coyunturas sirvió al tabasqueño para ganar terreno en la escena de poder. Morelos no importaba, lo que sucediera aquí no trascendía y el enojo de la gente a nadie importaba; eso pensó el gobernador por mucho tiempo, pero se equivocó.

Las alianzas políticas nacionales de Graco sirvieron hasta que Morelos se salió de control y los problemas entraron al escenario nacional. Al principio el tabasqueño pudo matizar los conflictos locales con un discurso llamativo y costosas pautas de publicidad, pero conforme las cosas se fueron complicando y los problemas crecieron, el margen de maniobra del perredista se redujo y el dinero dejó de ser suficiente para ocultar la realidad.

Lo que hasta ahora no ha entendido a el jefe neovisionario es que gobernar no es un asunto de fuerza, sino de sensibilidad; lo que por muchos años desde la calle reclamó a los gobernantes es lo mismo que ahora hace como jefe del ejecutivo. No importa cuanto dinero o cuantas obras haya realizado, no importan los programas o las iniciativas que impulse, el problema de Graco Ramírez es que se peleó con la sociedad, no supo manejar su imagen pública y multiplicó sus enemigos.

Hoy, como se lo ha dicho su nueva consultora, el gobierno de Morelos es “un enfermo terminal”; ya no hay forma de sacarlo adelante, ya no alcanza el tiempo, ni los recursos, ni la retórica para cambiar una imagen totalmente deteriorada. A lo único que puede aspirar el gobernador es a cerrar de la mejor manera su ciclo, a limar asperezas, a cuidar su salida y desactivar algunos de los muchos frentes que tiene abiertos, so pena de enfrentar el mismo escenario de linchamiento social que vivió Javier Duarte en Veracruz.

Actualmente hay ocho ex gobernadores en el banquillo de los acusados; priístas y panistas enfrentan procesos legales en sus casas, amparados, otros ya han perdido la libertad o se encuentran a salto de mata. Los delitos que se atribuyen a los ex mandatarios son los mismos de los que se acusa hoy al gobernador perredista y el ambiente social en Morelos es muy similar al que dejó Javier Duarte al salir de Veracruz.

Siendo un hombre experimentado en política resulta extraño que Graco Ramírez no observara desde tiempo atrás los signos de alerta en su administración. Su militancia en la izquierda mexicana y su presencia al frente de innumerables movimientos sociales debieron advertirle sobre el riesgo de no atender los reclamos ciudadanos y lo peligroso de usar la represión como método de gobierno. Como hombre de poder es inconcebible que el gobernador permitiera tantos abusos económicos y tanto desaseo financiero dentro de su equipo.

Casi cinco años después de haber prometido seguridad, desarrollo, empleo y honestidad, Graco ya no puede poner excusas; el problema de seguridad sigue a pesar del discurso triunfalista, Morelos no ha dejado la nota roja nacional, ni tampoco sale de los primeros cuatro lugares de violencia en el país. Los escándalos políticos se han vuelto cosa de todos los días, las acusaciones de corrupción se multiplican y el pleito con el alcalde de Cuernavaca lo ha lastimado mucho. Todo lo anterior impacta en el desarrollo económico: a pesar de las fuertes inversiones privadas que han llegado (en las que nada tiene que ver la actuación del gobierno), el panorama económico local es triste: negocios cierran, empresas recortan personal y cada día hay más propiedades en venta.

El peor error de este gobierno ha sido de actitud. Graco Ramírez actúa con arrogancia, desestima la crítica, piensa que todo tiene una solución política en México… pero olvida que varios gobernadores con más poder han caído en desgracia.

El descuido de las cosas locales echó por tierra el proyecto nacional del tabasqueño y la presión de sus gobernados lo ha puesto en la mira de la federación. El cierre de administración es muy complejo, el ambiente está crispado y el ánimo de la gente es de linchamiento hacia las autoridades y la clase política.

Hoy Graco Ramírez se nota preocupado, ha perdido el porte de antes y ya no tiene la fuerza física y política que por muchos años le caracterizaba. El tabasqueño sabe de política, ya vio las señales que vienen de la federación y entiende que se encuentra en riesgo de sufrir el mismo destino que otros mandatarios.

Hasta ahora sólo gobernadores del PRI y del PAN han sido procesados por malos manejos; los dos gobernadores perredistas que concluyeron su mandato parecen haber librado el periodo trágico que siguió al final de su gestión y ello pone al gobernador de Morelos en situación de riesgo, porque el elegido para poner un ejemplo de combate a la impunidad en el PRD es él.

Los amarres políticos de Graco en México ya no son fuertes, electoralmente no es rentable, dentro de su partido hay más personajes que pueden jugar su mismo rol y hasta dentro de su grupo (Los Chuchos) se concede que el tabasqueño es hoy “políticamente desechable”. Aunado a ello el clima social que prevalece en el estado es de enojo hacia el gobierno, de odio hacia el gobernador y de exigencia de que sea procesado igual que a Javier Duarte.

La presión social y política para que la federación actúe en contra de Graco Ramírez es muy alta. El ambiente que vivimos hoy en Morelos es el mismo que vivieron los veracruzanos al final del último sexenio.

  • posdata

El lunes hubo cambios en el gabinete de Graco Ramírez, el más llamativo fue la llegada del diputado Francisco Santillán a la secretaría del Trabajo en lugar de Gabriela Gómez Orihuela, una dama que pasó de noche por la oficina y presentó documentos falsos para acreditar su formación académica.

La llegada de Santillán al gobierno estatal fue sorpresiva para todos; nadie entiende los motivos por los cuales el diputado aceptó un espacio de mucho menor peso político, ni las razones para trabajar con alguien a quien durante muchos años criticó por su actuación, su capacidad, sus resultados y hasta su probidad. En dos segundos Paco tuvo que tragarse sus discursos de todo un sexenio.

Una de los motivos expuestos por el diputado desde la tribuna fue que respondía a una encomienda de Nueva Alianza; dejó ver que se trataba de una orden nacional y que como hombre de partido, obedecía sin chistar. Unos minutos después de que el legislador bajó de la tribuna, su compañera de bancada lo desmintió: “es una decisión personal, no de partido” y al día siguiente lo mismo se escuchó de boca de su dirigente estatal: “Nueva Alianza no tiene nada que ver con la decisión personal (sic) de Francisco Santillán; analizaremos su militancia”.

Incorporarse al gobierno estatal no hace de Paco Santillán una mala persona, pero sí lo expone como un mal político. Desde hace tiempo se veía al aliancista muy pegado al PRD, sufriendo las calenturas de la nueva visión y obedeciendo las órdenes de quien hasta hace poco despreciaba y ofendía. Peor: repentinamente vimos a Santillán apoyando a aquellos que en campaña lastimaron políticamente a su pareja y la ofendieron personalmente de la peor manera.

Algo pasó en esta historia; algo que muchos no hemos visto, pero obligó al legislador a poner su futuro político en una locomotora desbocada y sin control. Personalmente no veo por donde pueda Santillán justificar la decisión de ponerse la playera graquista en el peor momento del sexenio.

“Te tocará cargar al muerto” le dijeron algunos de sus amigos. “Es un suicidio político” comentan sus compañeros diputados.

Suerte al secretario.

  • nota

Hoy, dicen, habrá más cambios en el gabinete. Se va el director de comunicación social y en su lugar llegaría Jacaranda Mojica, la otrora vocera de seguridad.

¿Alguien entiende el sentido de los cambios en este gobierno?

  • post it

Así lo publicó hace algunos días el periódico El Financiero:

Graco Ramírez, gobernador de Morelos, gastó 84 millones de pesos en la organización de tres conciertos en aquella entidad, los de Plácido Domingo, Emmanuel y Mijares, y Sting. Al mismo tiempo decidió que este año su gobierno no iba a aportar ni un peso para cumplir con la Ley para Erradicar la Obligatoriedad de las cuotas Escolares en las Escuelas Públicas del Estado de Morelos.

Por un concierto del cantante británico el gobernador pagó 53 millones 600 mil pesos –además de 10 millones adicionales por conceptos diversos, como sillas, vallas, transportes o alimentación–; mientras que por una presentación de los cantantes Emmanuel y Mijares pagó 10 millones 975 mil 377 pesos, y por un concierto de Plácido Domingo erogó 10 millones 29 mil 745 pesos. En total, 84 millones 605 mil 472 pesos.

El pasado 28 de octubre, Ramírez Garrido Abreu pagó a una empresa denominada “Magnos” –en la que, hasta hace unos meses sólo trabajaban dos personas, de acuerdo con su propia página de internet– casi 54 millones de pesos por la presentación del cantante británico Sting en la Arena Teques de aquella entidad. Además, para ese concierto, asignó alrededor de 10 millones de pesos adicionales para gastos no específicos, como “sillas”.

El gasto de Graco en conciertos contrasta con lo que ocurre en la Ciudad de México, donde para las presentaciones de artistas en el Zócalo, “las cantidades que se pagan a los artistas son realmente simbólicas, pues nunca nos cobran sus tarifas comerciales, que sería muy difícil pagarles”, de acuerdo con la Secretaría de Cultura capitalina.

Para el concierto de Plácido Domingo, el 8 de mayo de 2013, el gobierno de Graco Ramírez firmó un contrato con la empresa denominada “Eventos Artísticos y Culturales de México, SA de CV”, por un monto de 10 millones 29 mil 745 pesos. Mientras que el 10 de mayo de 2014 firmó un nuevo contrato con la empresa “Magnos” por 10 millones 975 mil 377 pesos y 28 centavos por un concierto de los cantantes Emmanuel y Mijares.

En otro sentido, mientras Graco Ramírez gasta esas cantidades en conciertos, en marzo de este año, el Senado aprobó un punto de acuerdo para solicitar al gobernador morelense un informe sobre el cumplimiento en la administración, ministración, manejo, custodia, ejercicio y uso de los recursos económicos dirigidos a cumplir con las obligaciones de la “Ley para Erradicar la Obligatoriedad de las Cuotas Escolares en las Escuelas Públicas del Estado de Morelos”.

De acuerdo con este dictamen aprobado, para 2013, Graco Ramírez le presupuestó a la Secretaría de Educación recursos estatales por 62 millones de pesos, que fueron etiquetados bajo el concepto de Ley para erradicar cuotas escolares.

Esa partida se mantuvo con ligeros cambios en los años siguientes, pero Ramírez Garrido Abreu eliminó del presupuesto de egresos las aportaciones para el 2016.”

  • redes sociales

Los memes son una nueva y muy divertida forma de expresión. El ingenio de algunos merece aplausos de pie. Es un gusto compartir algunos de los que generosamente me hacen llegar. Al estilo de Gustavo Cerati: Gracias totales.

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