Tirios y troyanos aseguran que el hombre a vencer y el candidato al que se debe derrotar con anticipación se llama López Obrador.
Sin embargo, pocos de los que dicen conocer “la cosa política” quieren ver que desde el arranque de la actual administración, el político a vencer ha sido —y sigue siendo— Enrique Peña Nieto, al que muchos han demolido desde todos los frentes y partidos políticos.
Por eso la pregunta: ¿por qué demoler al hombre que ya tiene el poder presidencial y que hoy va de salida? La respuesta es elemental.
Porque si aquellos que buscan llegar al poder presidencial destruyen el aparato del que dimana el poder —la institución presidencial—, entonces habrán destruido los pilares de la llamada gobernabilidad, sobre todo la confianza social en las instituciones.
Es decir, lo importante no es convencer a los electores sobre las capacidades del candidato que busca llegar a Los Pinos, sino destruir la confianza del presidente en turno. Y es que resulta más rentable cachar los votos del descontento y el fracaso que construir el futuro.
Por eso, tanto la Morena de Obrador como el PAN de Anaya casi han acabado la tarea de destrucción de la confianza ciudadana en el gobierno de Peña Nieto, al que combaten con campañas de odio, ignorancia, proliferación de noticias falsas, desinformación y hasta el invento de supuestos complots.
Hoy lo importante es destruir la imagen presidencial para construir, sobre las cenizas, al nuevo presidente. “Muera el rey, viva el rey”.
Pero es una historia vieja.
Si acudimos a la memoria, recordaremos que “los mismos de siempre” demolieron la imagen y credibilidad del gobierno de Zedillo, luego la de Fox y más adelante la de Calderón. Van por la de Peña Nieto.
El ariete para desprestigiar a esos presidentes fue distinto en la forma —en cada caso—, pero igual en el fondo. Contra Zedillo se utilizaron “el Fobaproa” y el “error de diciembre”, con Fox su incapacidad, con Calderón “la guerra contra el narco” y los miles de muertos. Y contra Peña Nieto han usado una combinación de todo.
Peña Nieto es “asesino” por los muertos de Iguala, culpable de corrupción a pesar de ser el presidente que más gobernadores ha metido a la cárcel y es culpable de una crisis económica que, a querer o no, está más en la mente de muchos que en la realidad.
Sí, muchos aplauden y apuestan por tirar a Peña Nieto, el político a vencer en 2018. Por eso la nueva y desesperada campaña de AMLO contra el Presidente, al que AMLO quiere derrotado antes de 2018.
Lo que pocos saben es que así —mediante la destrucción de las instituciones— han empezado todas las dictaduras. Y esa es la apuesta de López Obrador.
Al tiempo.