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SERPIENTES Y ESCALERAS

Puede ser que marchar no resuelva los problemas, pero es peor quedarse callado. Manifestarse (de cualquier manera) es una forma de alzar la voz, de reclamar derechos, de exigir justicia y mostrar inconformidad. Quien no grite, que no se queje.

La iglesia ha convocado una vez más a marchar por la paz; el llamado del Obispo de Cuernavaca es el mismo que en años anteriores, aunque las circunstancias son diferentes. Entre el jefe de los católicos y el gobernador perredista se ha generado una fuerte confrontación por el tema de la inseguridad: Ramón Castro afirma que en Morelos se vive con miedo y prevalece la corrupción; Graco Ramírez dice que el padrecito (sic) está haciendo política. ¿A quien le creemos?

Hace algunos meses escuche a José Luis Urióstegui reflexionar lo siguiente: las marchas no sirven de nada, tampoco cuestionar a Graco; está bien arropado desde México y ni siquiera está aquí cuando la gente se manifiesta. Las críticas ya no le hacen daño, porque ni siquiera las lee o las escucha. ¿Para qué marchar? ¿Para qué seguir criticándolo?

Efectivamente: a lo largo del sexenio Graco Ramírez ha gozado (al menos hasta ahora) de la protección total del presidente Enrique Peña Nieto y del secretario de gobernación; durante cuatro años ambos personajes le han cubierto, lo apoyan, le ayudan a salir de sus crisis y con sus acciones y actitudes convalidan todos sus actos. Igual que con Duarte en Veracruz, con Graco en Morelos el gobierno de la república ha sido cómplice por omisión y por decisión.

Lo que no han podido detener los políticos federales es el desgaste del gobernador. Los conflictos locales y el deterioro de la calidad de vida en esta tierra se traduce en un ambiente de profundo malestar ciudadano y permanente inconformidad en las calles. La sociedad está incómoda con la situación que vivimos: reclama, se queja, se manifiesta y denuncia en las redes sociales. Nunca antes en Morelos vivimos un ambiente de crispación como el que ha generado este gobierno, ni tanto odio contra un político.

Eso no lo puede detener el presidente Peña Nieto ni el gobierno de la república. Igual que en Veracruz, en Morelos el punto de quiebre del gobernador es local, por la molestia de la gente y la inconformidad de distintos sectores. Durante cinco años Duarte controló las cosas en Veracruz porque el gobierno federal le dio las herramientas para hacerlo; al final, sin condiciones sociales, el gobernador tuvo que salir huyendo y ni todo el cariño del presidente lo pudo librar de su destino.

En Morelos estamos viendo un paralelismo peligroso: Graco Ramírez ha repetido uno a uno los pasos del gobernador Duarte: en su gobierno ha crecido la inseguridad, se ha agudizado la violencia, se multiplican las denuncias de corrupción, se ha peleado con la prensa, se han vuelto cotidianos los escándalos políticos y se utiliza la represión como herramienta de gobierno. Ahora, como si fuera el remake de una mala película, hasta aparecen compras de medicamentos falsos y caducos y empresarios-funcionarios que presumen su riqueza.

El parecido entre lo ocurrido en el Veracruz de Javier Duarte y el Morelos de Graco Ramírez es siniestro.

Frente a esta situación aparece una nueva convocatoria de la iglesia para que la gente salga a las calles. Se trata de una marcha que se lleva a cabo todos los años, donde el único objetivo es orar por la paz y en la que no hay reclamos políticos o pancartas agresivas. La de este año podría ser diferente.

Igual que muchos actores sociales de Morelos, el Obispo de Cuernavaca es un perseguido del gobernador. Como nunca en la historia de Morelos (aunque muy parecido a lo ocurrido en el Tabasco de Tomás Garrido Canabal, Abuelo de Graco), el jefe de la iglesia católica ha sufrido embates de todo tipo: ha sido amenazado en su integridad personal, cuestionado en su labor pastoral y perseguido por sus opiniones sobre la situación de la gente. Varias veces el gobernador ha pedido a la nunciatura católica la destitución de Ramón Castro como obispo de Cuernavaca e igual número de ocasiones la respuesta ha sido negativa.

La marcha por la paz del 2017 tendrá ingredientes distintos a los de años anteriores. La inseguridad sigue siendo un asunto grave, lo mismo que la impunidad, la violencia y la corrupción. Lo que cambia es que ahora estamos en el ocaso del gobierno y ante un frente social que se ha cansado, se ha agrupado en torno a algunas figuras (el Obispo y el Rector) y parece decidido a ir más allá de una oración.

Si la marcha por la paz vuelve a ser igual de numerosa que en años anteriores, la presión para el gobernador será enorme. Si además de ello el mensaje del Obispo es fuerte, el escenario de Graco Ramírez se equiparará al de Javier Duarte.

Tantos golpes y abusos en Morelos ya tienen consecuencias.

  • posdata

Este día concluye el ciclo de Graco Ramírez como presidente de la Conago; a partir de hoy, dicen, comienza la cuenta regresiva en su gobierno.

La presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores permitió a Graco alejarse de Morelos y enarbolar una agenda nacional; con el pretexto de la Conago (un Club Rotario Político, sin la generosidad del rotarismo) el tabasqueño abandonó sus labores como jefe del ejecutivo estatal y viajó varias veces por el mundo

Antes de entregar la estafeta a otro mandatario, Graco Ramírez presentará un Código de Ética de Transparencia y Rendición de Cuentas, en respuesta a los últimos escándalos de gobernadores y la captura de Javier Duarte. El código, comentan algunos mandatarios, no fue consensuado con nadie y simplemente será puesto en la mesa por el presidente saliente. “No todos los gobernadores somos iguales” dijo ayer el presidente de Conago a El Universal. Cierto: los hay peores.

Ahora que Graco deja la representación de los gobernadores viene una etapa interesante en su historia política: su salida. Si los comentarios en los pasillos de poder son confiables, el tabasqueño dejará la gubernatura en los próximos meses, lo que daría pie a una recomposición política del estado y abriría al perredista un nuevo horizonte para guarecerse de la crisis del séptimo año.

Lo dicho: No hay mal que dure seis años… ni pueblo que lo aguante.

  • nota

Esta semana habrá tres concentraciones masivas en Cuernavaca.

La primera es convocada por el Obispo de Cuernavaca; es la Marcha anual por la Paz que concluirá, como cada año, con un mitin donde el jefe de la iglesia católica en Morelos hace una oración por la tranquilidad en nuestra entidad. La última caminata, la del 2016, reunió a más de 15 mil personas, según estimaciones de diferentes corporaciones y la propia iglesia. La del sábado podría rebasar esa cifra, pero además, luego de tantas confrontaciones con el jefe del ejecutivo, se espera un mensaje de Ramón Castro a propósito de la inseguridad y la corrupción.

Ese mismo día, pero a las 5 de la tarde, Morena recibirá en la capital morelense a su líder nacional. El mitin con Andrés Manuel López Obrador, dicen, será multitudinario y mostrará el crecimiento que en esta tierra ha tenido el Movimiento de Regeneración Nacional. No tengo claro cuál fue la última vez que AMLO vino a Morelos ni cuánta gente le acompañó, pero siendo este un estado obradorista supongo que la visita congregará, al menos, a unas diez mil personas. El discurso del tabasqueño se espera fuerte contra la corrupción y fuerte contra el gobierno de Graco.

Al día siguiente, el domingo, el PRD Morelos convoca a una concentración masiva en el zócalo de Cuernavaca para celebrar los 28 años de su fundación. La cabeza visible del acto es su dirigente estatal Rodrigo Gayosso, aspirante a la dirigencia nacional perredista y también considerado un fuerte candidato del Sol Azteca al gobierno de Morelos. Los perredistas deben superar (o al menos igualar) las dos concentraciones del día anterior, en donde los discursos serán enfocados en contra del PRD y el gobierno de Graco Ramírez. El reto de los solaztequistas no es sólo reunir más gente, sino mandar un discurso más atractivo. ¿Lo lograrán?

El número de asistentes y los mensajes del fin de semana nos darán una idea de lo que veremos en Morelos en las próximas elecciones.

  • post it

Esto escribió Carlos Puig en su columna Duda Razonable de Milenio, a propósito del asesinado del empresario de la Feria Cuernavaca. Las dudas del periodista, sin duda, suenan razonables.

El 7 de abril de este año, el joven empresario Juan Manuel García Bejarano fue asesinado durante la cabalgata de promoción de la Feria de Cuernavaca. Era el segundo año que García Bejarano organizaba la feria.

En 2016, la comisión municipal encargada de la feria le concedió la concesión a García Bejarano. Esa comisión la encabezaba el regidor Eduardo Bordonave, presidente del PSD de Morelos. Quien hizo el anuncio, en marzo de hace un año, fue el entonces secretario general del Ayuntamiento, Roberto Yáñez, el dueño del PSD de Morelos.

La historia es conocida. A mediados del año pasado, el PSD de Morelos, quien había hecho candidato y gobernador a Cuauhtémoc Blanco, rompió con él y después denunciaron que le habían pagado a Blanco para que fuera su candidato. La guerra entre PSD y Blanco no ha cesado. Yáñez ha dicho más de una vez: "Yo traje a Cuauhtémoc a Morelos, yo lo voy a sacar".

Este año, la renovación de la concesión de la feria no incluyó la participación de Yáñez.

El día del asesinato la policía de Morelos detuvo en el lugar de los hechos y después de disparar a José Fierro Escobar.

En su declaración ante el juez, Fierro Escobar dijo que había asesinado a García Bejarano por encargo de Cuauhtémoc Blanco, quien le había prometido más de un millón de pesos y ya le había dado 200 mil.

Hace unos días hablé en la televisión con el abogado de Blanco, Pablo Ojeda. Al final de la entrevista me dijo que él y Cuauhtémoc Blanco estaban convencidos de que era una maniobra de Graco Ramírez, el gobernador. El escándalo hizo que la PGR aceptara "colaborar" con la Fiscalía de Morelos para esclarecer el asunto.

Llevo unos días revisando documentos, periódicos, preguntando.

Hoy, comparto un primer dato que me ha puesto a pensar.

Un día después del asesinato se acreditó como abogado defensor particular del presunto asesino, Fierro Escobar, al abogado Gustavo Eduardo Alonso Ortiz.

El abogado Gustavo Eduardo Alonso Ortiz trabajó en el Ayuntamiento de Cuernavaca mientras Yáñez fue el secretario general.

Cuando Blanco demandó a Yáñez por lo del supuesto contrato para ser candidato, el abogado particular de Yáñez fue Gustavo Eduardo Alonso Ortiz.

Ahora defiende a un presunto asesino que acusa a Blanco.

No prueba nada.

Todo mundo necesita un abogado y a lo mejor en Morelos hay pocos.

Pero, carajo, me pone a dudar si, tal vez, Pablo Ojeda se equivocó.

Creo que mi duda es razonable.”

  • redes sociales

Circula en Youtube un video donde aparece la presidenta del Instituto Morelense de procedimientos Electorales y Participación Ciudadana en la asamblea constitutiva de Morena en Morelos. Ahí Isabel León Trueba criticó a los partidos políticos, los llamó corruptos, de derecha, electoreros… “Eso no significa que no podamos tener un partido unido a las luchas sociales del país… cambiemos la lógica de los partidos que hoy existen, queremos un partido con dientes… estamos cansados de la representatividad de los partidos actuales.”

La relación entre la consejera electoral y Morena no es nueva, pero tampoco es secreto: dentro del órgano electoral existen marcadas diferencias con algunos consejeros que públicamente han recriminado a León Trueba su actitud personal, sus preferencias políticas y la manera poco ortodoxa de manejar el dinero de la institución.

Nunca antes como en las elecciones del 2015 en Morelos el órgano electoral de Morelos recibió tantas críticas e impugnaciones; con Isabel León al frente del IMPEPAC, es predecible que volveremos a ver la misma historia.

Los únicos que pueden estar tranquilos con el actuar de la presidenta del IMPEPAC, obvio, son los de Morena.

Aquí el video:

https://www.youtube.com/watch?v=XcjKOU-yRmI

Comentarios para una columna feliz: eolopacheco@elregional.com.mx

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