Y es que a Mancera lo combaten PRI, PAN, Morena y hasta militantes del PRD. Por eso planteamos la hipótesis: ¿por qué, si Mancera no tiene nada que hacer en la presidencial de 2018, todos quieren que olvide sus aspiraciones?
Lo cierto, sin embargo, es que Mancera jugará un papel clave en la presidencial de 2018. ¿Por qué? Porque si logra la candidatura por el PRD o por la vía independiente, su 15 por ciento de votación puede inclinar la balanza electoral.
En ese escenario, Mancera tiene en sus manos al futuro Presidente. Es decir, acudiríamos a un fenómeno idéntico al que hoy vemos en el Estado de México, en donde al arranque de la elección mexiquense nadie daba un peso por el PRD y —a la vuelta de las semanas— todos quieren una alianza con su candidato. ¿Por qué? Porque el PRD será el fiel de la balanza.
Pero lo curioso es que hoy se suma a partidos y políticos que no quieren que Mancera se convierta en candidato presidencial un poderoso grupo criminal y mafioso empeñado en tirar las aspiraciones presidenciales del jefe de Gobierno de CdMx.
Nos referimos a la Unión de Tepito, el poderoso grupo criminal que controla buena parte del cobro de piso y venta de droga en la capital del país, a través de los mercados establecidos y del comercio informal.
Y es que justo cuando Miguel Mancera dio un paso clave en dirección a sus aspiraciones presidenciales —al tomar la presidencia de la Conago—, la Unión de Tepito protagonizó un segundo enfrentamiento mortal, ahora en el popular y populoso mercado de Sonora, donde fueron asesinados tres hombres —que son parientes, con antecedentes criminales y casualmente todos se llaman Alejandro—, que pertenecen a otro de los grupos mafiosos de la capital del país.
Pero no es un hecho aislado. En días pasados, la misma Unión de Tepito protagonizó otro choque a tiros, esa vez con locatarios de la plaza Meave —en Eje Central—, con un saldo de dos muertos. En los dos casos el conflicto es el cobro de piso y la expansión sin freno de la Unión de Tepito, que cuenta con un poderoso “padrino político”.
Es decir, que en la capital del país —como ha ocurrido en el territorio nacional—, asistimos a la participación electoral de la narcopolítica.
Y es que son muchos los indicios de que la Unión de Tepito ha crecido a la sombra de los gobiernos de Morena en Ciudad de México y que su impunidad es tal que hoy tienen el control de los mercados de la capital, donde prolifera la venta de droga, el cobro de piso y la trata de personas.
No es casual, por ejemplo, que tras la balacera de ayer en el mercado de Sonora —y luego que locatarios entregaron a los presuntos criminales ante la autoridad—, el Ministerio Público de inmediato dejó libres a los matarifes, al tiempo que prohibió que locatarios afectados se acercaran al lugar donde debieron haber sido procesados los criminales, en la delegación Venustiano Carranza. Es decir, unas poderosas manos “de arriba” solapan a la Unión de Tepito.
Pero, ¿qué es la Unión de Tepito?
A finales de los años 90, en Ciudad de México surgió la Unión de Tepito. Nació como un grupo de delincuentes que cansados de las extorsiones de otros grupos delictivos se unieron para defenderse.
Juraron proteger a su gente, en el llamado Barrio Bravo, y para ello se armaron y capacitaron. Son delincuentes que se cuidan de otros delincuentes. Crearon una barrera casi indestructible en la que incluyeron —con fuertes sumas de dinero— a policías capitalinos.
Antes fueron llamados Cártel de Tepito, pero hoy son un grupo de más de 20 mil personas que se encargan de la seguridad de vendedores y compradores del Barrio Bravo.
Los locatarios pagan a la Unión entre 10 mil y 15 mil pesos mensuales por su seguridad. Los que descargan mercancía pagan 20 mil.
Este grupo coloca un sello en los locales como aviso para los ladrones. Esta marca lleva de manera implícita un mensaje: “No puedes robar aquí”.
Además de esta medida, instalan cámaras de seguridad en los locales para obtener la imagen de los ladrones. Si algún locatario sufre un robo o extorsión, la Unión le hace una visita, revisan los videos y ubican al ladrón. En una primera oportunidad lo van a buscar a su casa
—todos se conocen en el barrio—, le piden que devuelva las cosas que se llevó y que no regrese por ahí.
No existe la segunda oportunidad, si se repite, lo matan.
Al tiempo.