De repente, todos los espacios se han convertido en escenario de repudio al actual gobierno estatal. El desfile del primero de mayo, usualmente dedicado a las reivindicaciones obreras, fue marcado ayer por los reclamos al gobernador a y algunos de sus funcionarios, ya sea por la persistente inseguridad que por la cada vez más evidente corrupción.
Mientras eso pasa, poco a poco vemos como se les escapa de las manos a los que ejercen el poder el control que hasta ahora han tenido de la información ligada al gasto público.
En violación fragante de la ley y con la complicidad de quien debería imponer castigos, el grupo gobernante, junto con los recursos públicos sustrajo toda la documentación referente a compras, gastos y obra pública, para ocultar el gigantesco desvío.
Sin embargo, el cada vez más cercano fin natural del sexenio y los tribunales federales permitirán que todos los datos relevantes comiencen a ver la luz, con todo lo que eso significa.
Sin embargo, la sociedad ya ha emitido un veredicto: en prácticamente cualquier acto público -incluso a los que acude el gobernador- las voces, los gritos y los lemas de repudio aparecen espontáneamente. Por lo pronto, las marchas de ayer fueron un catálogo de señalamientos, críticas e incluso frases hirientes hacia los titulares de las instituciones.
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