El huachicoleo se trata —como también saben— de una actividad ilícita que genera pingües ganancias y que poco a poco mete “al negocio millonario” a sectores cada vez más amplios de población. En rigor es un negocio “fácil e ilegal” para todo aquel que quiera salir de pobre.
Y es que en el negocio del huachicol participan familias enteras: hombres, mujeres, niños y ancianos; además de autoridades municipales, estatales, federales y empresarios, de todos los ramos.
Y se trata de un negocio de tal rentabilidad —y de total impunidad— que los criminales organizados lo prefieren por sobre otros negocios del crimen organizado también altamente rentables, como el secuestro, la venta de drogas y hasta rebasa en utilidades “al negocio” de la política misma.
¿Negocio de la política…?
¡Sí, el negocio de la política!
Y es que, en rigor, algunos partidos, sus dueños y dirigentes son verdaderos huachicoleros de la política, que “succionan” dinero público y privado a través de la perforación de los ductos del poder.
Y no, nos referimos al dinero público que por ley corresponde a cada partido político y a los candidatos en tiempos electorales. Tampoco nos referimos a “las dietas” de legisladores de todos los partidos y todos los niveles, y menos a los moches que negocian bajo la mesa legisladores de tal o cual partido.
Y, de ninguna manera, nos referimos a las cuotas legales que imponen los partidos a sus militantes, cuando ocupan un cargo de elección popular.
No, cuando hablamos del huachicoleo político en realidad nos referimos a la ordeña ilegal de dinero público que llevan a cabo gobernantes de distintos signos y colores quienes imponen a los empleados municipales, estatales y/o federales diversas cuotas que sirven para engordar las arcas de tal o cual partido, dirigente partidista o dueño de tal o cual sindicato.
Y según todas las evidencias documentales disponibles, el campeón del “huachicoleo político” se llama Morena, el partido que enseñó a todos sus cuadros y gobiernos a esquilmar a sus empleados —un verdadero robo en despoblado— para canalizar miles de millones de pesos “a la causa”.
Evidentemente nadie sabe —bien a bien— cual es “la causa” de Morena, a pesar de que muchos suponen que se trata de una causa personalísima como, por ejemplo, mantener sin trabajar a las muchas familias que viven de la política en Morena.
¿Alguien se ha preguntado de qué viven los jefes y dueños de Morena? ¿Se han preguntado quién paga comida, ropa, escuelas de los hijos, guaruras, viajes, lujos…? ¿Cuántas familias del partido Morena no tienen un cargo público, no tienen un empleo privado, no pagan impuestos ni tienen una actividad remunerada de manera lícita, pero viven como reyes y viajan como virreyes?
La respuesta a las anteriores interrogantes todos la conocen. El partido Morena vive —en buena medida— del “huachicoleo político” ¿Lo dudan?
Los videos de Bejarano, Ponce y e Imaz —los llamados videoescándalos previos a 2006—, son la mejor evidencia de que el dueño de Morena es el rey del “huachicoleo político”; y que vive del saqueo del dinero público mediante la perforación de los ductos del poder para extraer dinero público y privado de manera ilegal; dinero que es utilizado para destruir las instituciones.
En el propio gobierno AMLO en el DF —de 2000 a 2005— abundaron las pruebas de que a los trabajadores del GDF se les robaba “el diezmo”. Aquí dimos a conocer ayer el testimonio de un trabajador que narró, con santo y seña, la forma en que el GDF de AMLO convirtió a los empleados de la administración capitalina en víctimas del “huachicoleo político”.
Los videos de las corruptelas de Eva Cadena y Rocío Nahle, las evidencias mostradas por el PAN sobre el saqueo al salario de los trabajadores del municipio de Texcoco —en la gestión de Delfina Gómez—, y el desvío del dinero de programas sociales prioritarios a las arcas de Morena en el Estado de México, son la mejor evidencia de que partidos políticos como Morena —y sus dueños y dirigentes— viven del grosero “huachicoleo político”.
Pero la sorpresa no es la existencia del “huachicoleo político”. No, lo que realmente deja “estupefactos” a no pocos estudiosos del comportamiento social mexicano, es la forma en que un rentable negocio criminal como el del huachicol solidariza a pueblos enteros o partidos políticos completos, en torno a la transa, el robo, la corruptela y el debilitamiento de los valores sociales elementales.
Por eso el lema de Morena es arrasador: “¡Huachicoleros del mundo, uníos!”.
Al tiempo.