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ITINERARIO POLÍTICO

Inmorales amoríos de Morena

Ricardo Alemán

Desde hace casi medio siglo, un sector de la llamada izquierda mexicana se moviliza los días 2 de octubre y 10 de junio.

Repudian las masacres juveniles cometidas por los gobiernos tiranos de Díaz Ordaz y Echeverría, que reprimieron con la fuerza pública a estudiantes.

La gesta juvenil —que costó un número incierto de vidas— fue “un antes y un después” para las izquierdas, la sociedad toda y, en especial, para la democracia mexicana, que desde entonces pavimentó la brecha de salida del PRI, del poder presidencial, y la llegada de la pluralidad.

La “Noche de Tlatelolco” y el “Jueves de Corpus” —como se conoció a las masacres— gestaron una generación ciudadana que, a la menor provocación, acusaba al gobierno en turno de “represor”, “autoritario” y “dictatorial”.

Y fue tal la fuerza memoriosa y la consigna que, con el tiempo, el estigma de “represor” se convirtió en una tara para gobierno y Poderes de la Unión. Y es que no había acto de autoridad que no fuera calificado como “represión” y “dictadura”. Y esa “tara” persiguió hasta al político más pintado.

Pero el “sambenito” de “represión” llegó a niveles demenciales cuando el asesinato de los 43 de Ayotzinapa quiso ser visto —por voces interesadas en la renta político-electoral— como crimen de Estado, a pesar de las contundentes pruebas de que se trató de un ataque del crimen organizado.

Sin embargo, el tiempo desgastó y revirtió el discurso maniqueo de “represor”, “asesino” y “dictador”, al grado que hoy es un manoseado estandarte de la industria de la protesta, recurso empleado para lograr renta político-electoral.

Pero lo ridículo de la historia es que a casi medio siglo del 2 de octubre y del 10 de junio, buena parte de la izquierda reprimida por gobiernos tiranos emanados del PRI no solo guarda silencio frente a la dictadura venezolana de Maduro —que en dos meses asesinó casi a 70 jóvenes que protestaban contra el tirano—, sino que los “herederos” de la “Noche de Tlatelolco” y del “Jueves de Corpus” hoy retozan alegres en la cama del dictador de Venezuela.

Y no es nuevo el inmoral amorío de Morena —su dueño, gerentes y candidatos— con la dictadura de Maduro; no es novedad que esa izquierda guarde silencio cómplice frente a la represión y los crímenes de Maduro.

En todo caso, lo peor del amorío es que Morena se financia y adoctrina de la dictadura de Maduro, para convertir a México en cabeza de playa de esa dictadura. La izquierda del 68 mexicano promueve el regreso de Díaz Ordaz, recargado.

¿Dónde está la domesticada izquierda mexicana, ante los crímenes juveniles cometidos en Venezuela? ¿Por qué ningún estudiante, intelectual y periodista “sesentayochero” alza la voz contra el remedo de izquierda que es Morena, aliada de la dictadura de Maduro?

Los jóvenes reprimidos en el 68 hoy son viejos enamorados de la tiranía que hace medio siglo los reprimió? ¿Traicionan la historia?

Al tiempo.

Ámbito: 
Nacional
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