Gran alianza
Para ganar la gubernatura de Morelos en el 2018 se necesitan muchas cosas: agenda social, imagen pública, recursos económicos… y un buen candidato. Hoy ningún partido reúne esos elementos y casi todos andan en busca de un buen candidato.
Construir una alianza electoral no es sencillo. Hacerlo implica muchas cosas: tiempo, dedicación, esfuerzo, argumentos, estrategia y por supuesto, dinero. En Morelos las alianzas serán importantes para ganar, pero lo determinante será el candidato. Una alianza sin candidato es como una fiesta de cumpleaños sin pastel.
El PRD apuesta por una gran alianza (ese término utilizó recientemente Graco Ramírez) en la que participen todas las fuerzas de izquierda y algunos bastiones progresistas. En la mente de los solaztequistas esta viva la posibilidad de que el PRD encabece un frente electoral al cual se una el PAN, Movimiento Ciudadano, el PT, el PSD y hasta Nueva Alianza. La clave del triunfo, piensan ellos, es tener la oferta político-electoral más grande y con más recursos de todos.
La idea no es mala, pero no es suficiente para ganar. El perredismo vive un momento complejo y cada día que pasa aparecen nuevos elementos que desgastan a ese proyecto político. La crisis en el Congreso local sin duda les pega, pero lo que los mata es el gobierno de Graco Ramírez. La respuesta de los panistas locales a una posible alianza es contundente: difícil con el PRD, impensable con alguien ligado a Graco.
Todavía hay tiempo para que el Partido de la Revolución Democrática reconstruya su escenario, pero los trabajos para hacerlo deben comenzar de inmediato, partiendo de la conciliación. El gobernador está construyendo la alianza con el PAN desde las dirigencias nacionales, pero aunque amarre el pacto en la Ciudad de México necesita del panismo local para hacer una verdadera coalición electoral.
Pero independientemente de los colores que se mezclen en torno a un mismo proyecto, la clave del triunfo del PRD, como en cualquier partido, es el candidato. De nada servirá que varios partidos se unan si su oferta para gobernador no es atractiva o, peor aún, genera antipatía o desprecio.
A la vista de los últimos resultados los partidos saben que las estructuras han dejado de garantizar el triunfo en las urnas. No queda duda que las estructuras son la base de cualquier estrategia electoral pero hoy es tan grande el desprecio de la ciudadanía hacia los políticos, que los partidos necesitan mandar algo diferente que provoque simpatía y esperanza entre la gente.
Ahí está la clave de la siguiente elección y también donde los partidos encuentran su mayor problema. En cada institución hay diversos interesados en competir, pero muy pocos con verdadera capacidad de ganar. En el PRD hay cinco aspirantes (incluyendo al dirigente estatal), pero ninguno con el carisma que en el Edomex tuvo Juan Zepeda o la popularidad que a nivel nacional tiene López Obrador.
La cartera electoral del perredismo morelense no es amplia, ni tampoco poderosa. Algunos tienen dinero y otros estructura, pero ninguno la presencia que se necesita para conquistar mentes y corazones en una campaña. A un año de la elección es posible pensar en cosechar un triunfo, pero para que ello suceda es necesario primero sembrar trabajo.
La carrera por la sucesión ya comenzó en Morelos, el PRD quiere refrendar la gubernatura, pero no tiene ni la fuerza social, ni la imagen necesaria para hacerlo. En lugar de tratar de comprar todo, los perredistas tendrían que iniciar con el proceso de cicatrización social y la definición de una estrategia electoral que empiece por la reconciliación política y ciudadana e incluya una buena comunicación con capacidad de operación política.
La próxima elección será difícil para todos, pero para el PRD ganar la elección es una apuesta de vida o muerte.
- posdata
Los tengo grabados a todos recibiendo dinero, también tengo documentos que comprueban lo que recibieron, dice el diputado al que todo mundo pregunta ¿Dónde está el dinero?
Puede ser, quizá sus compañeros fueron tan inocentes (para decirlo de manera suave) como para dejarse grabar o dejar rastros documentales de sus acuerdos; no lo sé. Lo que sí sé, como todos, es que independientemente de la repartición que se haya hecho de los recursos económicos de la cámara de diputados, legalmente hay un solo responsable: quien tenía bajo su encargo el manejo financiero y administrativo del congreso y estampó su firma en los cheques y transferencias económicas que se hicieron.
Probablemente hay muchos culpables de la quiebra técnica que enfrenta el Poder Legislativo, pero hay un solo responsable formal de los recursos de la cámara de diputados. A éste último se le exigirán cuentas y, en su caso, se le procesará penalmente.
Evidenciar la corrupción a través de un video sería socialmente muy entretenido y acarrearía la debacle política de algunos legisladores; revisar el uso y destino del dinero asignado al Congreso del Estado puede implicar sanciones penales y/o resarcitorias.
Pregúntenle a un abogado.
- nota
El miércoles pasado en el marco del Día de la Libertad de Expresión el gobernador Graco Ramírez presumió una vez más los logros de su gobierno, reiteró su respeto a la libre opinión y hasta se aventó la puntada de decir que en el pasado también ejerció el oficio de comunicar (ser oreja de Gobernación no hace a alguien comunicador).
Entre las cosas que dijo el mandatario resalta su insistencia en presumir que Morelos ha dejado de estar en los primeros lugares en materia delictiva derivado de su efectiva estrategia de seguridad. Lo que no mencionó Graco es que hace algunas semanas el portal Semáforo Delictivo volvió a colocar a Morelos en tercer lugar en cuanto a homicidios y antes el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública ubicó a la tierra de Zapata como una de las más complicadas en temas como el secuestro, la extorsión, las ejecuciones y el robo.
Según el índice de paz en México, Morelos ocupa el penúltimo lugar nacional derivado de los altos índices de violencia y los problemas relacionados con la incidencia delictiva. Otro estudio realizado por organismos ciudadanos considera que en los últimos cuatro años la tierra de Zapata ha caído sustancialmente en cuanto a calidad de vida se refiere y crecido exponencialmente en temas tan dolorosos y nocivos como la corrupción.
De todo eso, por supuesto, no habló el gobernador de Morelos. Su charla con algunos periodistas versó en los logros de su administración, las bondades de su régimen, el heroísmo de su actuación y hasta sus aptitudes como comunicador.
Escuchar al gobernador de Morelos hablar de esa manera ya no sorprende a nadie. Así lo ha hecho a lo largo de 5 años y así lo seguirá haciendo hasta el último día de su administración. Lo importante es lo que opina la gente, lo que piensa el ciudadano y en un futuro cercano, lo que opinen los votantes.
Para Graco Ramírez, no hay mejor gobernador que Graco Ramírez.
- post it
De un tiempo para acá Manuel Martínez no da una en política. Sus fallas cada vez más absurdas y muestran a un político que vive el ocaso de su carrera.
El domingo pasado el ex alcalde de Cuernavaca se apersonó frente a la candidata de MORENA y públicamente le externó su apoyo; no sé si Delfina Gómez conoce a Manuel Martínez o si el saludo fue algo más entre los cientos de abrazos que dio la candidata en campaña. Lo que sí tengo claro es el mensaje público que mandó Manuel.
Al final Delfina no ganó y Manuel se volvió a equivocar; el ex alcalde capitalino se subió a un barco donde no lo quieren, donde no lo han invitado y en donde no lo van a dejar participar. Garrigós se aventó una puntada sin sentido en el peor momento: apostó de último momento por Delfina y al hacerlo rompió lanzas con Alfredo del Mazo, uno de los pocos amigos que le quedaban en el PRI y que en unos meses más tomará posesión como gobernador del Estado de México.
Si fuera equipo de fútbol, Manuel Martínez Garrigós sería el Cruz Azul.
- redes sociales
Crisis en el congreso.
Crisis en el ejecutivo.
Crisis en el poder judicial.
Quiebra en los ayuntamientos.
Violencia, inseguridad, corrupción, desempleo…
Palabras sabias de un buen amigo para describir lo que sucede hoy en Morelos: “Cuando parece que ya todo está mal… se pone peor”
- es viernes
Así lo escribió hace algunos años mi querido Germán Dehesa:
Los hombres somos más proclives a la corrupción porque no nos acurruca nadie. Si se piensa bien, somos el resultado de una educación corrupta en tanto que se reparte mal los valores humanos.
Al mexicano medio se le enseña en el hogar y en la escuela que lo suyo es la dureza, la estoica resistencia, la seriedad constante, el humor agresivo y vulgar, la vida entendida como una permanente competencia y la acumulación de bienes y honores como sinónimo del triunfo.
Para los hombres de nuestro país, decía Arreola, mostrarse es perderse. Añade Octavio Paz: los hombres no se “rajan”, pues eso sería visto como una intolerable debilidad femenil.
Ahora que hago esta sucinta lista me doy cuenta de que ser hombre en nuestro país es una santa friega. Muy pronto nos dejan solos y las fracturas y recordatorios que nos demandan que “no fallemos”, “no flaqueemos”, “no le saquemos”, no mostremos debilidad y estemos siempre a la altura de lo que nuestro país y nuestros abnegados padres han hecho por nosotros, comienzan a menudear y nos acompañarán a lo largo de todos los días y las noches de nuestra vida.
Para nosotros son también las exigencias de triunfo, de solvencia económica, de ver por los nuestros y de estar siempre a la altura de nuestros apellidos (como si fueran la gran cosa).
Son las mujeres, nos dicen, las que andan de sensibleras, de lloronas y soltando la carcajada por cualquier tontería; un hombre cabal, en cambio, debe permanecer serio, inconmovible y en casos verdaderamente justificados, esbozar una sonrisa leve y silenciosa.
Con un programita existencial como este no me sorprende que el sector masculino sea más propenso a la corrupción. Me gustaría llorar más y más a gusto, me gustaría ser admitido en la cofradía de la ternura, me gustaría reírme como loco de las cabalgatas de los gobernadores, o de los desagravios de Cuba, o de la encendida oratoria de Norberto.
Ya sé que tenemos deberes y tareas que cumplir, pero, de vez en cuando, de lo único que tenemos ganas es de dejar a un lado el fardo, replegarnos sobre nosotros mismos y acurrucarnos en los brazos de una mujer que son los brazos de la vida.
Suscribo. Hoy toca.
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