Incognitapro

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Profuso santoral

Afrodisio le dijo a Claribel: "¡Qué hermosa eres! Gustosamente pagaría mil pesos por una mirada tuya, con sólo que... con sólo que...". Preguntó ella, sonrisueña: "Con sólo que ¿qué?" Completó el salaz sujeto: "Con sólo que después me dieras las éstas"... El señor le contó muy divertido a su mujer: "Hoy hicieron una encuesta en la oficina. Se trataba de saber quién es el más pendejo de todos los que trabajamos ahí". "¿Ah sí? -se interesó la señora-. ¿Y quién sacó el segundo lugar?"... Meñico Maldotado le informó a su esposa: "Voy a ir al Mundial de Chile". "Ni vayas -replicó ella-. De seguro vas a perder"... ¿Qué haces con un hombre que tiene tres bolas? Tirarle por lo menos un strike... El cantante de rock estaba en el lecho de agonía. Con el último aliento le dijo a su mujer: "Júrame que nunca me engañaste". "Jamás te fui infiel" -le aseguró ella. "Prométeme -le pidió el agonizante- que si te vuelves a casar no le darás a tu nuevo marido mi guitarra". "No -replicó la señora-. Él tiene una mejor"... En el profuso santoral católico hay santos para todo. O había, pues el Concilio Vaticano Segundo, iconoclasta al modo protestante, sacó del calendario a muchos -San Cristóbal, San Jorge y Santa Bárbara, entre los principales- e hizo que los templos, vacíos de imágenes y estampas, cobraran apariencia de bodegas. A mí me gustan mucho las hagiografías. Conservo entre mis reliquias más preciadas el Flos Sanctorum de mi abuela Liberata, y tengo una vasta librería con vidas de santos, desde la ingenua Leyenda dorada, de Santiago de la Vorágine, hasta el modernísimo Todos los santos, de Robert Ellsberg, que atribuye santidad a Chesterton y Tolstoi; a Sor Juana y Raïssa Maritain; a Mozart y Van Gogh. No faltan entre mis libros la monumental obra de Butler y el no menos copioso Año Cristiano de fray Justo Pérez de Urbel. De esa bibliografía saqué una lista de santos no muy conocidos que protegen contra males y peligros del más variado jaez. Algunos de esos patrocinios seguramente moverán a risa a mis cuatro lectores. He aquí, por orden alfabético, la dicha relación. San Albino salva de ataques de piratas. San Bernardino ayuda a superar la adicción al juego. A Santa Coloma se encomiendan los que van a morir en la horca. San Dionisio evita los accidentes de moto o bicicleta. San Expedito impide que caigamos en la mala costumbre de procrastinar, o sea de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. San Fiacro alivia las penalidades de las hemorroides. San Gangulfo libra al marido de que su mujer le ponga cuernos. Santa Hema hace que sean menos dolorosos los dolores del parto. San José disipa nuestras dudas. San Mungo aparta de nosotros los conjuros con que los perversos -y perversas- nos quieren hacer daño. San Liborio quita fuerza a los cólicos menstruales. San Mamés logra que la leche de la madre le caiga bien a su criatura. Gracias a San Nono los estudiantes aprueban sus exámenes. Por San Olaf se evitan los pleitos entre esposos. San Pancrás previene los calambres. San Quintín convierte en salud los estornudos. Santa Rita de Casia detiene la mano de los maridos golpeadores. Invoca a San Sinforiano quien no quiere contraer la sífilis. San Tifón lleva a las langostas lejos de los cultivos. San Ursino cura la tortícolis. San Vital protege la parte pudenda del varón para que no pesque por ahí algún mal vergonzoso. Y, finalmente, le rezan a Santa Wilgefortis las mujeres que quieren quedar viudas. Me pregunto si entre todos esos santos habrá alguno que proteja contra la corrupción, la impunidad, la ineficiencia y la ilegalidad. Si lo hay le ofrezco desde ahora ir en devota peregrinación a su santuario a pedirle que salve de esos males a México y a los mexicanos... FIN.
Ámbito: 
Nacional
Autor(es):