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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
 

 

 

Eolo Pacheco |
2016-05-04

La idea era buena, por eso funcionó. Morelos llevaba varios años, tres sexenios al menos, padeciendo los estragos de la delincuencia y ofrecer seguridad era sin duda un buen argumento de campaña. Eso hizo el PRD y por eso gano las elecciones. El problema es que la estrategia de seguridad sólo es un slogan político.

 

Graco apostó por la seguridad y lamentablemente falló. El problema no fue la decisión de ir de frente contra el crimen, ni tampoco el intento por acabar con los viejos vicios que en forma de red de corrupción protegen a los grupos delictivos de la entidad. En nada es cuestionable el interés por equipar a los cuerpos de seguridad ni la idea de profesionalizar a los uniformados. Lo que hizo que la estrategia naufragara fue que para el tabasqueño sólo se trató de una apuesta política y no de una verdadera estrategia a favor de la seguridad.

Entendamos algo: tres años y medio y miles de millones de pesos invertidos después, el panorama de seguridad en Morelos no ha mejorado como lo prometió. Por el contrario, lo que tenemos ahora es un estado fragmentado, con una sociedad temerosa y dividida y muchos cárteles de droga disputándose la plaza frente a los ojos y la pasividad de las autoridades.

En Morelos se ha vuelto cotidiano hablar de ejecutados, de levantones, de cobro de piso y de narcomantas. El léxico del morelense se fue modificando con la llegada de personajes que importaron desde la frontera y que transformaron nuestra entidad en un lugar de lucha permanente en donde los grupos delictivos se cobran afrentas con las vidas de sus rivales.

La tierra de Zapata está muy lejos de ser un territorio de paz. Lo que presume la costosísima campaña publicitaria del gobierno de Morelos en la Ciudad de México, en Monterrey, en Guadalajara, en Puebla, en Querétaro y en otros lugares más de México sólo existe en la mente del gobernador y en los boletines de su oficina de prensa. Lo que hace Graco con los recursos del estado es promocionar su nombre y su figura pensando en un escenario electoral basado en anhelos de continuar activo en la vida política de nuestro país. A los 63 años de edad Graco no está listo para retirarse de la vida pública.

Es ahí donde radica el problema: el gobernador de Morelos no gobierna, se la pasa fuera de la entidad haciendo grilla partidista y buscando un lugar en la agenda nacional. Su enorme descuido se refleja en el gabinete, donde se ha generado un ambiente de zozobra y corrupción que ha provocado que el año de Hidalgo comience desde ahora, porque muchos funcionarios entienden que esta es su último chance de estar en el servicio público.

Pero volvamos al tema de seguridad: Graco Ramírez dijo en campaña que sabía como resolver los problemas de inseguridad y violencia de Morelos, afirmó que conocía los detalles de la situación y estaba al tanto de todos y cada uno de los puntos que había generado tan grave crisis en la entidad. Al tomar posesión del cargo el tabasqueño reiteró su promesa y se puso plazo a si mismo: en 18 meses acabaremos con el problema y sentaremos las bases de un Morelos más tranquilo y próspero.

Pero las cosas no pasaron del discurso. El jefe del ejecutivo solicitó al congreso su apoyo para implementar un modelo de mando único estatal y acceder a cientos de millones de pesos para equipar a las policías. Poco a poco el perredista se fue haciendo del control de las corporaciones municipales y luego edificó un costosísimo centro de control y comando al que se le conectaron cientos de cámaras de seguridad que, dijeron, garantizarían la seguridad de los ciudadanos.

Más de mil millones de pesos después las cosas no mejoraron: se inauguró el C5 y al día siguiente vino la primera ejecución de esa época: las cámaras no captaron nada por una falla técnica, dijo el gobierno, pero el tijuanense jefe de la policía prometió que eso se solucionaría de inmediato. Vinieron más ejecutados, más embolsados, más desmembrados, más balaceras, más secuestros, más levantones, más extorsiones… y las cámaras hasta ahora siguen sin funcionar. Lo más relevante del C5 hasta ahora ha sido la identificación de una ruta que atropelló a una viejita en Cuernavaca y un auto que atropelló a un padre y a su hijo en Zacatepec.

Evidentemente algo falla en el esquema de seguridad de Morelos. Algo no concuerda con la millonaria inversión y la entrega del control total de las policías al gobernador. Morelos no es un estado seguro y por el contrario, ahora conocemos por información que nos brinda el gobierno de los Estados Unidos, que tenemos nuevos cárteles de droga frente a los ojos del gobierno estatal. ¿Cómo interpretarlo?

Insisto: el problema no son los millones de pesos destinados a seguridad, tampoco la implementación de un modelo de seguridad (el mando único) que apuesta a la depuración, profesionalización, modernización, equipamiento y preparación constante de nuestras policías. Lo grave es que en Morelos la estrategia de seguridad es sólo un plan de corte político que busca catapultar al gobernador a un espacio nacional y presumir fuera de nuestra entidad una idea distinta a la realidad que vivimos cada día miles de morelenses.

Lo grave, lo dramático, lo verdaderamente triste, es que las instituciones de Morelos se han convertido en parte de un ajedrez de poder en donde los políticos las utilizan para beneficios personales o para intercambiar favores. Puede ser que Alberto Capella sea el gran policía que sus seguidores presumen, pero en la nueva visión tiene que ajustarse a los deseos de los juniors, a las ocurrencias de la señora y a los vaivenes hormonales de su jefe.

Es imposible que la seguridad mejore cuando los objetivos que se persiguen desde el gobierno del estado son políticos y son personales.

·         posdata

La ejecución de la alcaldesa de Temixco fue el pretexto ideal para que el jefe del ejecutivo emitiera un decreto por el cual obligaba a quince municipios del estado a adoptar el modelo del mando único.

Estamos ante una crisis de inseguridad, dijo el comunicado oficial, a pesar de que unas horas antes el tabasqueño tuiteaba que Morelos era un territorio de paz y un estado tranquilo.

A partir de ese decreto varios municipios, entre ellos la capital y el municipio donde se ejecutó a la alcaldesa, se vieron obligados a aceptar el mando único. No hubo opción: era cuestión de seguridad y ante el riesgo de las autoridades y de los ciudadanos, se impuso este esquema y la seguridad quedó a cargo del mando único.

Cuatro meses después (la semana pasada) conocemos otro capítulo de la misma historia: policías del mando único fueron detenidos por estar relacionados con la ejecución de Gisela Mota y por planear el asesinato de Manuel Martínez.

La pregunta es obvia ¿En manos de quién está la policía de Morelos?

·         nota

En Morelos han pasado muchas cosas y hasta ahora nada pasa. Hace un par de años al entonces secretario de gobierno le robaron las cuatro llantas de su camioneta afuera de su oficina, en una calle custodiada por sus elementos de seguridad… y no paso nada.

Lo mismo le ocurrió al presidente del congreso (Juan Ángel Flores) al alcalde de Cuernavaca (Jorge Morales), a algunos diputados (Tadeo Espinoza) y a varios actores políticos (Paco Santillán, uno de ellos). Tampoco paso nada.

En tabiques dejaron a varios vehículos de la Procuraduría y de la misma manera quedaron (siguen quedando) muchos autos en diversas calles de la capital del estado. Nada pasa.

Policías acreditables persiguieron y dispararon a la camioneta del procurador y con alevosía asesinaron a sus escoltas; intentaban ejecutar al fiscal. No paso nada.

Frente a las cámaras de seguridad se cometen diversos delitos: secuestran personas, extorsionan, roban, golpean, asesinan… y no pasa nada.

De las cárceles del estado se han fugado varios reos con la complicidad de los celadores y no pasa nada. A unos metros de la residencia oficial dejaron un cuerpo desmembrado con un mensaje a las autoridades. Y no paso nada.

Los puentes y las escuelas se han convertido en el lugar preferido de los delincuentes para colocar narcomantas en donde señalan vínculos entre la delincuencia y las autoridades; ahí dan santo y seña de las cosas, nombre y cargos de funcionarios, fechas, lugares y situaciones… y no pasa nada.

Ciudadanos, empresarios, comerciantes, políticos y hasta familiares de funcionarios del gabinete han sido privados de su libertad y no pasa nada.

A plena luz del día, en la sala de su casa, la alcaldesa Gisela Mota fue asesinada frente a la mirada atónica de sus familiares. Y no paso nada.

En Morelos se tiene confirmada la presencia de diferentes cárteles del narcotráfico, como Los Rojos, Guerreros Unidos, La Familia Michoacana y Los Laredo… y no pasa nada.

Un grupo de policías orquestaban los secuestros, los levantones, las ejecuciones y también planeaban asesinar al ex alcalde de Cuernavaca… y no pasa nada.

Ahora hasta los detenidos eluden a sus guardias de formas poco creíbles, escapando fracturados desde el décimo piso de un hospital a plena luz del día. Y no pasa nada.

¿Qué mas falta por pasar en Morelos para que pase algo?

·         post it

El activista Javier Sicilia lanzó una carta abierta al gobernador Graco Ramírez. Aquí parte de lo publicado en la revista Proceso:

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Es difícil llamarte estimado gobernador, mucho más decirte querido Graco. Tu cinismo y tu incapacidad para dialogar se han vuelto tan monstruosos que dejan poco sitio para esos calificativos. Así es que no teniendo otra manera de dirigirme a ti, entro directo en el tema.

Morelos, aunque te empeñes en negarlo maquillando cifras, sobornando a la prensa, corrompiendo diputados o amedrentando y calumniando a opositores, es un desastre de despojo, asesinatos, secuestros, desapariciones, corrupción e impunidad. Esa realidad no empezó contigo. Viene de lejos. Se ahondó en los noventa con el gobierno priista de Carrillo Olea, se hizo más profunda con las administraciones panistas de Estrada Cajigal y Marco Antonio Adame, y ha empeorado con tu gobierno perredista. El problema, por lo mismo, y como siempre lo he dicho, es sistémico. Es la consecuencia del pudrimiento de las partidocracias y de las instituciones del Estado.

Quienes no te conocían –eres un buen retórico y un experto en el oportunismo mediático– y aun se aferraban a la ilusión de que en México existe una democracia e instituciones políticas, creyeron en tu discurso y te llevaron a la gubernatura. Rápidamente los decepcionaste. Ya nadie en Morelos cree en que eres un hombre de izquierda con una nueva visión. Te miran como parte de esa cultura caciquil llamada PRI que ha corrompido la vida política y buena parte del esqueleto moral de esta nación: un trepador, un residuo del virreinato para quien gobernar significa tomar posesión de un patrimonio que puede explotar, vender y destruir a su antojo. Ya no te distinguen de tus antecesores. Tampoco de Javier Duarte, de Eruviel Ávila ni de tantos “gobernantes” que tienen sumido al país en el horror y la miseria… “

·         redes sociales

#NoEsBroma

Un detenido acusado de narcomenudismo fue ingresado al Hospital general José G parres de Cuernavaca con custodia de policías del Mando Único. Según reportes oficiales el detenido era atendido en el piso diez del citado nosocomio (¿tiene diez pisos el Parres?) y, aprovechando un descuido de los policías, amarró varias sábanas y huyó por una ventana, a pesar de tener la mano fracturada.

Es ocioso preguntar por las cámaras de seguridad o por los modernos e infalibles sistemas de seguridad del poderoso C5 de Morelos, recientemente premiado a nivel nacional por contar con tecnología de vanguardia en la prevención y persecución del delito en México. Obviamente no hay imágenes de la fuga.

La reacción de las autoridades estatales no se hizo esperar: a través de un comunicado el gobierno de nueva visión negó que se tratara de un reo del Penal de Atlacholoaya y precisó que sólo se trató de “un imputado por narcotráfico que la Fiscalía Morelos entregó a la CESP bajo custodia”. ¡Ah bueno!

De cualquier manera, recluso o imputado, Luis “N” estaba bajo vigilancia policiaca por temas relacionados con el narcotráfico, sufría una fractura de mano y por esa razón fue ingresado al hospital, desde donde escapó amarrando sábanas desde el piso diez del nosocomio ¡con la mano fracturada!.

Una de dos: o el detenido era un villano con súper poderes que requería la vigilancia de Los Vengadores (Capitán América y Ironman juntos) o los policías de Morelos son tan ineptos (y cómplices) como sus jefes y por ello los detenidos se les escapan de formas tan poco creíbles.

Lo dicho: esto sólo pasa en Morelos.

http://elregional.com.mx/Noticias/?id=79010

 

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