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SERPIENTES Y ESCALERAS

Los hechos violentos afuera de la residencial del gobernador echaron por tierra el discurso de seguridad. Si fue un acto delictivo común, malo; si se trató de un atentado, peor. Falló la estrategia policiaca y una vez más la de comunicación. El gobernador llega al final del sexenio débil y amenazado.

 

El incidente delictivo registrado hace unos días afuera de la residencia oficial del gobernador acabó con el discurso triunfalista en materia de seguridad. Haya sido un hecho criminal más o un ataque directo al jefe del ejecutivo, es imposible que Graco Ramírez sostenga que Morelos es un estado en paz y que la estrategia policial funciona. Las balas de la delincuencia ya tocaron a uno de sus escoltas ¿Qué sigue?

Pensemos por un momento en lo ocurrido y reflexionemos: Si en la casa del gobernador del estado, el lugar más custodiado de todos, donde hay cámaras de seguridad, elementos armados, patrullas y vigilancia 24 horas sucede algo así ¿Qué podemos esperar el resto de los ciudadanos?

Analicemos las dos versiones sobre lo ocurrido; primero la oficial: “Se trató de un hecho delictivo en el cual uno de los escoltas personales del gobernador Graco Ramírez acudió en auxilio de una persona que acababa de retirar dinero de un banco y estaba siendo asaltado”. Los delincuentes le disparan, le propinan tres impactos de bala y huyeron.

1.- Los protocolos de actuación de los escoltas, dicen los expertos, prohíben a los elementos distraerse de su tarea principal, en este caso del resguardo de la integridad personal de Graco Ramírez y el inmueble que habita. Si el escolta rompió ese protocolo básico es una falta gravísima que demuestra la vulnerabilidad en la que se encuentra el jefe del ejecutivo de Morelos. Véanlo así: si alguien quisiera atentar contra el mandatario morelense, bastaría crear un distractor para que su equipo de seguridad se moviera y lo dejara al descubierto.

2.- Se dice que fue un intento de asalto contra una persona que caminaba con una fuerte cantidad de dinero en efectivo que acababa de retirar de un banco; el banco más cercano está en Plaza Cuernavaca. Varias preguntas saltan de inmediato ¿Retiró mucho dinero e iba caminando? ¿No presentó denuncia por el intento de robo? ¿En dónde está la persona a quien supuestamente trataron de asaltar? ¿Los delincuentes esperaron a estar justo frente a la casa del gobernador, el lugar más vigilado de Morelos, para cometer ese delito? ¿Por qué dispararon contra el escolta? ¿Por qué el escolta y los demás elementos de seguridad no repelieron el ataque? ¿Por qué no los persiguieron de inmediato?

3.- Después de perpetrar un ataque directo contra uno de los escoltas personales del gobernador de Morelos, los agresores huyeron sin que nadie les respondiera la agresión. ¿Por qué las patrullas que permanentemente vigilan la residencia no intervinieron? ¿Por qué nadie persiguió de manera inmediata a los agresores? ¿Cómo es posible que alguien dispare contra un elemento de la seguridad personal del gobernador y huya tranquilamente? ¿Y los demás escoltas por qué no respondieron a la agresión y auxiliaron a su compañero?

4.- Si se trató, como lo afirman las autoridades, de un hecho delictivo más en nuestro estado, ¿por qué se desplegó un operativo de búsqueda tan impresionante en el que participaron dos helicópteros y todos los cuerpos de seguridad del estado y de la capital? ¿Por qué no se actúa de la misma manera en todos los delitos que diariamente se cometen en nuestra ciudad y en todos los puntos del estado. Una vez más, ahora en un hecho que se cometió en la casa del gobernador, las cámaras de seguridad del C5 no funcionaron y los delincuentes huyeron frente a las narices de los policías y ante la burla del estado.

5.- Repito la pregunta: ¿Si eso pasa frente a la casa del gobernador de Morelos ¿Qué podemos esperar el resto de los habitantes de este estado?

No soy experto en seguridad, pero como muchos ciudadanos me doy cuenta que la versión oficial tiene muchas lagunas y es poco convincente. Pasemos entonces a una segunda versión no oficial, que se comenta en los pasillos del poder y advertiría algo mucho más grave: un atentado.

Si lo ocurrido el martes pasado no fue un hecho delictivo común, entonces estaríamos frente a un mensaje de la delincuencia organizada en contra del gobernador. No se si un hecho así pudiera considerarse un atentado contra el gobernador, toda vez que ocurre cuando él no está físicamente presente, pero cabe la posibilidad de que sea un aviso de lo que estaría por ocurrir.

Si esta hipótesis fuese posible, el cierre de sexenio va a complicarse muchísimo porque ahora estaríamos ante la posibilidad de que la mira de la delincuencia apunte al propio Graco Ramírez. No cualquier persona se atrevería a atentar contra un gobernador, eso no lo hace un delincuente común, ni mucho menos un asaltante solitario. Si los disparos contra el escolta del jefe del ejecutivo no son resultado de un hecho delictivo aislado, las señales de alerta deben estar ya encendidas en el gobierno de Morelos.

Recordemos que no es la primera vez que el crimen organizado manda señales a Graco Ramírez. hace poco más de un año, a una cuadra de la casa del gobernador fue abandonado un cuerpo desmembrado acompañado de una narcomanta amenazando a Graco Ramírez, acusándolo de brindar protección a un grupo de la delincuencia organizada. A lo largo de los últimos meses otros mensajes similares han sido colocados en puentes, escuelas, bardas o autos, junto a cuerpos desmembrados; en todos los casos las acusaciones señalan a policías, al comisionado de seguridad y al propio gobernador de Morelos.

Es la primera vez en la historia de nuestro estado que ocurre algo así, nunca antes, ni en la época aciaga de Jorge Carrillo Olea, alguien se atrevió a atentar contra un elemento de seguridad del gobernador justo afuera de la residencia oficial. El hecho es profundamente llamativo, amerita una seria reflexión y una actuación inmediata de las autoridades para reforzar la seguridad personal de Graco Ramírez.

No hay escenario alguno en donde este tipo de situaciones beneficie al estado. Sólo una mente retorcida podría desear que algo malo le pase a alguien o anhelar que se cometa un atentado contra una autoridad. Insisto: eso no beneficia a nadie, por el contrario, dañaría profundamente (más) a nuestro querido Morelos.

Espero que este hecho haga reflexionar a nuestras autoridades, empezando por Graco Ramírez, sobre la realidad que se vive en el estado. La ceguera que tiene el tabasqueño sobre lo que ocurre en nuestra entidad raya en la locura, pero quizá esta situación ocurrida a las puertas de su casa le permitan darse cuenta que las cosas no son como se las pintan.

Luego de lo ocurrido es imposible que el gobierno estatal sostenga la versión triunfalista sobre su estrategia de seguridad; hacerlo sería una locura, una imbecilidad. Hoy las balas ya tocaron las puertas de la casa del gobernador y podría ser el primer aviso de algo peor que podría ocurrir.

Morelos NO es un estado seguro.

  • posdata

El incidente violento afuera de la casa de Graco no sólo expuso la fragilidad de la seguridad personal del gobernador y la inoperancia de la estrategia de seguridad estatal, también mostró que siguen sin saber comunicar. Hubo disparos, un escolta herido, los delincuentes huyeron, las cámaras no funcionario y la comunicación oficial, una vez más, mostró que no sirve.

En el quinto año de su mandato Graco Ramírez luce cada día más sólo, más débil, más desesperado, más vulnerable y sobre todo, más desprotegido por su propia estructura. Ante un hecho de violencia su equipo personal de seguridad resultó herido sin siquiera repeler la agresión, ni tener la capacidad de reaccionar y capturar a los delincuentes.

Haya sido lo que haya sido, lo que vimos fue una enorme burla de la delincuencia al modelo de seguridad estatal y al propio comisionado Alberto Capella. Ha quedado claro que es posible atentar contra un gobernador sin que sus escoltas y el costosísimo C5 tengan capacidad de reacción. Es una vergüenza.

Pero la crisis de Graco no termina con esa pifia. También, como ha sido característica a lo largo del sexenio, su estructura de comunicación volvió a fallar. La estrategia oficial se limitó a tratar de contener el hecho, a pedir que no se mencionara la palabra atentado, que se considerara un hecho delictivo más y a operar para que los medios nacionales lo borraran de sus primeras planas. Es la estrategia del avestruz en donde se esconde la cabeza, pero se enseñan las nalgas.

Graco Ramírez es un gobernador vulnerable en todos los sentidos, se acerca al final de su sexenio con el mismo escenario que tuvieron otros gobernadores como Javier Duarte, Guillermo Padrés, Beto Borge, César Duarte o Tomás Yarringón. La desesperación personal del jefe del ejecutivo ya no se puede ocultar, su miedo a ser procesado igual que otros gobernadores es evidente y ahora hasta sus referencias hacia el presidente Enrique Peña Nieto, a quien en otro tiempo ensalzaba, son crudas, agresivas y profundamente despectivas. Graco ya no habla del presidente progresista y visionario, ahora se refiere al hombre pusilánime, mediocre, corrupto, torpe, que ya soltó al país y sólo espera que termine su sexenio.

Los que vienen serán meses muy duros para el gobernador de Morelos, su problema no se resuelve sólo con la contención informativa en algunos medios, ahí lo rebasan por mucho las redes sociales; tampoco se soluciona con un discurso repetitivo de seguridad y triunfalismo que nadie cree. Graco tendrá que enfrentar a todos aquellos a los que ha golpeado a lo largo de cinco años y pronto lo hará sin el poder y la fuerza que le concede el control de un estado.

Cuando estaban al frente de un gobierno nadie pudo tocar a los Duarte, tampoco a Padrés o a Yarrington, el problema vino cuando dejaron de tener fueron, cuando se volvieron gente común y entonces tuvieron que verse cara a cara con el pueblo. Como gobernadores, los anteriores cometieron el pecado (políticamente) mortal de prolongar sus pleitos hasta el final de su mandato y suponer que nada pasaría; hoy pagan las consecuencias.

Más allá de deseos personales o enemistades sectoriales, el futuro de Graco Ramírez es, por cuestiones sociales, políticas y coyunturales, muy similar al de los gobernadores que hoy son perseguidos por la justicia. Peor aún: con el último hecho violento, el tabasqueño deberá pensar hasta donde pueden llegar los enemigos que ha creado o los compromisos que ha incumplido.

  • nota

Los panistas de Morelos se resisten a una alianza con el PRD, saben que esa mezcla los anula electoralmente y los condena al repudio social. “Andan desesperados (los perredistas), saben que la única manera de ser competitivos en las próximas elecciones es tenernos en su fórmula… pero eso nunca va a suceder” comentan algunos connotados personajes de Acción Nacional.

A pesar de la validez de sus argumentos, la decisión no corresponde al comité estatal. Es cierto como lo afirma el novel dirigente, que el consejo estatal tiene la última palabra local sobre el tema, pero no olvida que es facultad del CEN atraer el proceso y definir desde allá la alianza; así ha sucedido ya en otros estados.

El problema para el PRD rumbo al 2018 es enorme, el desgaste del gobierno y los incidentes sociales, políticos y de inseguridad que están enmarcando el cierre del sexenio vuelven imposible su triunfo en el 2018. Teóricamente la suma del PAN y de otras siglas les concede mayor fuerza electoral, pero en los hechos lo que más pesa al Sol Azteca es el repudio ciudadano al actuar de Graco Ramírez. Y eso no se resuelve con una alianza electoral.

Si la alianza nacional incluye la negociación de Morelos, el PAN perderá su fuerza electoral y quedará comprometido al destino del PRD. Cinco años de agresiones, persecución, ofensas y ataques del gobierno perredista a los panistas no se resolverá con una negociación nacional y, por el contrario, convertirá de un plumazo al PAN morelense en un patiño del PRD.

¿Con qué cara los panistas y sus simpatizantes defenderían en campaña las propuestas que durante todo un sexenio han criticado?

Vaya, ni siquiera tendrán ánimo de hacerlo.

  • post it

Regresa la normalidad operativa en el congreso Morelos, pero no la tranquilidad legislativa. Tres semanas de conflictos y acusaciones dejan una herida que quizá no pueda sanar en lo que resta de la legislatura.

Los equilibrios políticos están a punto de cambiar. La pregunta sigue ¿Dónde está el dinero?

  • redes sociales

Ya se dieron los primeros encuentros entre los seis priístas de entre quienes saldrá el futuro dirigente del comité estatal. Las reglas del juego son claras: candidato de unidad y presidente de tiempo completo sin aspiraciones electorales.

¿Quién se anima?

  • es viernes

Si no es por otra razón, aunque sea por elegancia debes ser feliz. Los llorones, los quejumbrosos, los malhumorados, los violentos no sirven para más cosa que para engendrar seres semejantes a ellos.

Hay que huir de esta ralea que nada más estorba. Sea del tamaño que sea el fardo que cargues, tu deber de felicidad es insoslayable.

(Para los que pueden) Hoy toca.

Comentarios para una columna feliz: eolopacheco@elregional.com.mx

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