Temor. La SB4 entra en vigor el 1 de septiembre, pero ya se han registrado abusos policiacos, señala Francisco de la Torre, diplomático en Dallas. Es peor que la de Arizona de 2010, llamada “Del odio”, porque ahora los oficiales pueden entrar a escuelas, hospitales e iglesias; “eso nunca se había visto”, exclama María, quien trabaja de empleada doméstica desde 1977
Hay incertidumbre y preocupación entre la gente ante la entrada en vigor de la Ley SB4, ese es un hecho, no podemos tapar el sol con un dedo, enfatizó Francisco de la Torre Galindo, cónsul de México en Dallas, Texas.
A dos meses de que entre en vigor la nueva Ley SB4 en ese estado norteamericano, De la Torre Galindo es claro: con la nueva disposición se criminaliza aún más al migrante.
Lo que permea entre la comunidad mexicana en Texas, dice el Cónsul en entrevista con Crónica, es un gran temor al aumento de la discriminación, generada por la nueva disposición legal.
“Lo que sabemos con la SB4, lo digo muy consciente del peso de las palabras, es que al entrar en vigor va a generar la criminalización del migrante; va a generar que haya más casos de discriminación racial y, sin duda, amplía la distancia muy fuerte que hay entre el migrante y la autoridad.
“La ley SB4 obligaría a los policías a preguntarle a la gente su estatus migratorio, y es a partir de ese temor que la ley es adjetivada, o puesta con este mote de ‘la ley enséñame tus papeles, o show me your papers’, que obligaría a preguntarle a la gente, y a partir de la respuesta que la gente dé es que se daría parte a la autoridad migratoria. La policía coadyuvaría con la autoridad migratoria”, dijo De la Torre Galindo.
Promulgada en mayo pasado, la Ley SB4, que entrará en vigor el 1 de septiembre, faculta a la autoridad local a detener o arrestar a cualquier persona y cuestionarla sobre su estatus migratorio.
También obliga a los gobiernos locales y entidades públicas, como universidades, a aplicar estrictamente las leyes migratorias y a colaborar con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en el proceso de detención de migrantes indocumentados.
Y aunque todavía no entra en vigor, ya se han registrado algunos abusos policiacos.
“En el área de Dallas no. Nosotros cubrimos 121 condados de 254 que tiene todo Texas, casi la mitad de los condados corresponden a este consulado general; (pero) entre más te alejas de los núcleos urbanos principales de lo que se llama zona metropolitana, Dallas, Fort Worth (condado de Denton), Arlington (condado de Tarrant), entre más al norte o más al este y al oeste te vas, es más común escuchar que haya casos de discriminación racial o casos de abuso. Nosotros cuando nos enteramos actuamos de inmediato, porque velamos por los derechos humanos de la gente”, expresó el cónsul.
A decir de María, residente de San Antonio, el temor a la represión ha aumentado.
“Nos ha cambiado la vida, porque ahora uno sale con miedo, nada más a lo indispensable y regresa (a casa), porque esta ley creo que es la más antiinmigrante que han hecho en todo el país”, dice la mujer de 64 años de edad.
Ni siquiera la ley antiinmigrante SB1070 de Arizona, promulgada en 2010, conocida como “Ley del Odio”, ha sido tan severa, consideró María.
“Allá deportaron a mucha gente porque los agarraban manejando tomados, o gente que arrestaron por andar haciendo escándalo en la calle y ya que los checaban resultaba que tenían antecedentes (penales).
“Pero la ley que aprobaron aquí en Texas (SB4), el gobernador dijo que los oficiales pueden ir a las escuelas a preguntar a los niños su estatus y el de sus papás; en los hospitales, pueden ir a las iglesias, eso nunca se había visto”.
Desde que llegó por primera vez a Estados Unidos, en 1977, “cuando era un poco más fácil cruzar la frontera”, María ha trabajado como empleada doméstica.
Originaria de Nuevo León, María se estableció en aquel país en 1997 y en 1999 llevó a sus dos hija a vivir con ella al otro lado.
Hoy ellas tienen 30 y 26 años de edad. Una trabaja en el consulado mexicano en San Antonio y la otra en el departamento de recursos humanos de una universidad.
“Mis hijas tienen la Acción Diferida (para Menores Inmigrantes, programa DACA) que se les otorgó hace cinco años, gracias a eso ellas pueden estar trabajando y pueden tener licencia de manejar, pero yo sigo igual, yo sigo sin documentos y trabajando todos los días”, expresó María.
Y aunque el riesgo es grande, María sigue yendo a trabajar.
“Sigo con mi semana llena y con la misma gente de hace muchos años. Cada día limpio una casa diferente. Mis hijas me ayudan, pero yo no quiero dejar de trabajar, porque hay que guardar algo (de dinero), por si nos tenemos que ir, en México la situación también se oye que está difícil, por lo menos no irse uno con las manos tan vacías y poder empezar algo allá, porque allá no tenemos nada.
“Mis hijas me regañan a cada rato, me dicen que ya no ande saliendo, que no me ande arriesgando, pero yo les digo que la ley empieza el primero de septiembre, así que tengo dos meses que puedo ir a trabajar aunque sea con mucha precaución porque hay muchos policías que son racistas y no van a esperar a que empiece la ley”, dijo María.
Eso sí, “yo nomás tengo cuidado y si diviso una patrulla, me quito de la parada del camión donde estoy y me voy a otra más lejos o me meto entre calles y voy a salir a otra parada, y así me la paso”.
Remarcó que la vida ahora es más difícil para los indocumentados, y se usa ella como ejemplo: “porque antes yo iba a la iglesia, iba al mall, iba al cine con mis hijas; ahora yo no me siento con la confianza de salir. Voy a mi trabajo, pero con mucha precaución, y alguna de las señoras a veces me traen hasta mi casa para que no me arriesgue”.
Una vez que entre la ley en vigor, dijo María, tal vez deje de ir a dos o tres casas que atiende, porque le queda lejos de donde vive, y mantendrá tres que le quedan cerca.
Miguel Ángel, activista pro derechos de los migrantes y beneficiario del programa DACA, señaló que para los migrantes, con o sin nueva legislación, es difícil la vida en Estados Unidos.
El idioma, dijo, es un primer obstáculo y las escuelas no están preparadas para enseñar a niños migrantes y comprender la cultura y hábitos que llevan de su país.
“Hay mucha discriminación contra los inmigrantes en este país; hay racismo. Los migrantes llegan a sufrir aquí, aunque muchos van a encontrar la historia del que salió adelante y tuvo éxito y es lo que van a exaltar.
“El sueño americano es un mito, pocas personas lo pueden alcanzar”, dijo el joven de 25 años de edad, quien desde los 15 años de edad trabajó limpiando pisos, ayudando en ranchos, cocinando en restaurantes y en el área de construcción,.
Miguel Ángel, quien con su familia llegó a los nueve años de edad a Estados Unidos cruzando en automóvil la frontera de México con Arizona y de ahí enfiló a Texas, estableciéndose en Dallas, asegura que él es de los pocos migrantes privilegiados.
“Conocí a mucha gente, empecé a recibir apoyo; mi historia es una de 20 mil o 30 mil o no sé cuántos chamacos que nunca pudieron tener el éxito que yo he tenido en este país”, dijo el recién egresado universitario.
Francisco de la Torre, cónsul de México en Dallas señaló que la mayoría de los connacionales desconocen su estatus migratorio y las posibilidades que tienen de obtener la ciudadanía para quedarse en Estados Unidos.
“No tengo la cifra, pero sabemos que hay un número importante de gente que puede ciudadanizarse y no lo ha hecho. Hace unos días salió un artículo donde se habla que la comunidad mexicana, a pesar de todo lo que estamos viviendo, es la minoría hispana que menos tiende a ciudadanizarse en Estados Unidos.
“Y las razones son múltiples, una es la barrera del idioma; otra es la barrera del corazón, no quieren soltar la nacionalidad mexicana como única; otra es ignorancia”, expresó De la Torre Galindo.
La importancia de adquirir la ciudadanía norteamericana, añadió el funcionario, es que se ganan derechos, se protege a la familia “y no se pierde la mexicanidad, porque además se puede tener a dos países en el corazón”.
Y corresponde al consulado, dijo, en la medida de lo posible, informar a la gente y hacerles ver la ventaja de tener la ciudadanía estadounidense.