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SERPIENTES Y ESCALERAS

Ante la posibilidad de que los obliguen a firmar una alianza local, los panistas de Morelos elevan el tono de su discurso. Su rechazo al Sol Azteca tiene fundamentos, lo que quizá no obtenga sea el apoyo de su dirigencia nacional.

 

Los panistas morelenses se oponen a una alianza electoral en Morelos con el PRD en el 2018; la dirigencia y varios actores de poder han razonado la inviabilidad de un acuerdo de este tipo, exponen motivos, externan opiniones, hacen reflexiones y fundamentan las causas por las que no es factible un pacto electoral así. El problema, a pesar de la validez de sus argumentos, es que la decisión es nacional y derivará de un pacto por la presidencia. A pesar de tener la razón, los panistas morelenses pueden ser sacrificados.

Ante la posibilidad cada vez más cercana de que el Frente Amplio Nacional derive en un acuerdo electoral en Morelos los panistas alzan la voz y rechazan cualquier tipo de alianza con el partido que representa Graco Ramírez. Esta semana la dirigencia estatal y varios diputados hicieron público su rechazo a dicho acuerdo, recordando su lucha contra el gobierno perredista.

No hay posibilidades de hacer una alianza con el PRD en Morelos, dicen, “por la evidente incompatibilidad de proyectos, porque no existen coincidencias de ningún tipo y sobre todo porque el PAN está en contra de todo lo que representa la administración de Graco Ramírez y el actuar del dirigente del PRD”, afirma el dirigente Juan Carlos Martínez Terrazas.

No es la primera vez que los panistas reaccionan así, pero la última es una de las posturas más duras que han tenido respecto a este tema. Acción Nacional llama represor al gobernador, lo acusa de intolerante, de haber sumido al estado en una crisis social, económica y de seguridad y de haber traicionado la confianza ciudadana. “Imposible ir en alianza con ellos” reiteran.

La postura del PAN responde a la posibilidad de que se concrete un acuerdo electoral federal y frente a la declaración que hace unos días hizo el dirigente estatal perredista, anunciando que era casi un hecho un acuerdo político estatal.

Igual que muchos ciudadanos veo y escucho a los panistas hablar de esa posibilidad, leo sus argumentos y veo enojo en sus expresiones; estoy de acuerdo con su postura, reconozco su tenacidad y entiendo su molestia, pero al mismo tiempo recuerdo que son parte de un partido nacional y temo que, como ha sucedido otras veces en este y otros estados, los intereses nacionales se antepongan a las circunstancias locales.

Hoy los panistas han subido considerablemente el tono de su discurso contra el PRD y enfocado sus baterías hacia el gobernador perredista; En Acción Nacional saben cómo actúa esta administración, han sido perseguidos por el régimen, como muchos ciudadanos padecen los estragos de una mala administración estatal y de la misma manera que toda la gente, sufren los constantes embates de la delincuencia.

Los panistas tienen toda la razón y todo el derecho de oponerse a una alianza con el PRD; no hay en Morelos un partido que haya sido tan perseguido por el régimen como ellos, ni que represente (ideológicamente) una versión más distinta a la del Sol Azteca. Desde sus estatutos hasta sus bases doctrinales, PAN y PRD son polos opuestos, sin contar que en su actuar cotidiano representan posturas y convicciones distintas. A pesar de ello, por voluntad nacional, pueden terminar juntos.

Desde el día de su toma de protesta el PRD enfocó sus baterías contra los gobiernos del PAN en Morelos; Graco Ramírez acusó a los dos gobernantes panistas de haberse coludido con la delincuencia organizada, de dar vida a un narco estado, de proteger a los cárteles de la droga y de causar un daño irreparable a la gente.

Una y otra vez Graco ha insistido que el origen de la crisis de violencia e inseguridad que agobia a nuestra tierra es culpa de los gobiernos del PAN; el dedo del perredista ha señalado de manera directa a Sergio Estrada y a Marco Adame, a ambos los acusó de proteger al narco y también de empeñar el futuro del estado. Como gobierno, ha dicho el tabasqueño, ha tratado de recomponer las cosas y de rescatar a las instituciones de manos de la delincuencia. ¿Cómo hablar ahora de una alianza?

Con ese discurso y esa actitud es muy complejo pensar que panistas y perredistas caminen juntos la próxima elección. Derivado de un acuerdo nacional pueden obligar al PAN de Morelos a signar una alianza con el PRD cediendo al Sol Azteca la decisión de nombrar al candidato, pero aunque eso sucediera el resultado sería catastrófico y las posibilidades de triunfo muy bajas.

Panistas y perredistas tienen visiones distintas sobre ese posible acuerdo. Para los amarillos el pacto potencializa su proyecto, les concede un empuje extra en la próxima elección y los mete de lleno a la pelea por la gubernatura. En el PRD saben que a pesar de la estructura y los recursos que tienen a mano, el escenario es socialmente muy complicado porque la gente está muy enojada con el gobierno; una alianza con el PAN serviría como una especie de filtro para matizar el desgaste gubernamental y aportar la dosis social que no tienen como partido gobernante.

Para los panistas el panorama es otro: saben que frente al desgaste nacional del PRI y el deterioro local del PRD, la que viene es una oportunidad histórica para que recuperen el gobierno estatal. Acción Nacional es el partido que ha mantenido una postura más congruente respecto al gobierno de Graco Ramírez, reiteradamente ha señalado las fallas en la administración y los excesos del gobierno; los panistas votaron en contra del endeudamiento y a favor de una revisión a las cuentas públicas. El PAN ha sido hasta ahora la oposición más digna frente a la catastrófica administración de Graco Ramírez, pero esa rentabilidad electoral se viene abajo si se vuelven comparsas del PRD.

Estoy de acuerdo en los razonamientos de varios panistas en contra de una alianza PAN-PRD en Morelos, estoy convencido que no existen condiciones sociales, políticas ni ideológicas para que ello suceda, porque una mezcla así en lugar de impulsar una propuesta electoral (la del PRD) lo único que lograría es hundir a un partido (el PAN) que tiene posibilidades de ganar la próxima elección.

A pesar de ello, tomando como referencia la manera como ha actuado el CEN del PAN en otras elecciones, me parece que el Frente Amplio Nacional va a arrastrar a Morelos y colocar al panismo local en un escenario donde sacrificarán su potencial estatal para afianzar un pacto federal.

Si eso sucede, ni los panistas votarán por la alianza.

  • posdata

El ambiente se ha descompuesto mucho en Morelos. La inseguridad es un problema que no cede, aumenta y cada día muestra un rostro más vil.

Antes Morelos era conocido por ser una tierra de paz, de descanso, de inspiración y de tranquilidad. Hace muchos años, antes de Jorge Carrillo Olea y muy lejos de Graco Ramírez, Morelos era un paraíso.

Hoy Morelos ha perdido los valores que le hicieron destacar a nivel mundial por sus  bondades; la violencia nos ha proyectado como un destino peligroso a nivel internacional y la mala planeación del desarrollo ha ido acabando con el clima que nos envidiaban alrededor del mundo.

La violencia e inseguridad que vemos no es plana, ni mucho menos estática; a diferencia del gobierno, que desde hace años actúa un enorme elefante blanco que apenas se mueve, en materia delictiva hay una evidente mutación de los delitos, de los crímenes y de los grupos que los provocan.

Con Carrillo Olea surgieron los secuestros, con Sergio Estrada aparecieron las extorsiones, con Marco Adame conocimos de las ejecuciones y ahora con Graco Ramírez estamos viendo todo junto.

Las autoridades dicen que el problema es de percepción, porque según ellos estamos mejor que antes. El discurso trata al ciudadano con desprecio porque no acepta una versión distinta, ni reconoce el dolor de la gente. Para las autoridades las cosas están bien y quienes se quejan es porque persiguen algún fin perverso.

Algo muy malo está pasando hoy en nuestro querido Morelos, hemos pasado del conflicto entre grupos delictivos y el asesinato de personas vinculadas a la delincuencia (esta es la versión del gobierno), a la agresión directa contra ciudadanos inocentes.

En las últimas dos semanas hemos sido testigos del secuestro de 3 niños, cuya liberación fue posible tras el pago del rescate de parte de los familiares; después de ello vimos el asalto con violencia (y armas largas) a cafeterías, restaurantes y hasta escuelas a plena luz del día. En medio de ello un hecho por demás sobresaliente: una balacera afuera de la casa del gobernador.

¿En serio eso es estar bien?

La seguridad fue la promesa principal de Graco Ramírez en su campaña; el perredista elevó las expectativas, se comprometió a resolver el problema, se puso a si mismo un plazo para hacerlo y ahora, cinco años y miles de millones después, nos dice que ya logró su objetivo.

Nadie en su sano juicio podría suponer que un problema tan complejo y añejo se resolviera de la noche a la mañana, pero tampoco esperamos que las cosas en lugar de mejorar, empeoraran.

El problema no es sólo que la delincuencia rebasó al gobierno, lo más grave es que por este tema el gobierno se ha enfrentado con la sociedad.

  • nota

Una vez más el Nuevo Grupo Sindical mostró su lado oscuro (el único que tiene) y a quien sirve; otra vez los enviados de ese sindicato desquiciaron el tráfico en la capital y se prestaron al pleito político entre el gobernador y el alcalde de Cuernavaca.

Las formas y los modos del NGS asemejan al sindicalismo porril de hace cuarenta años, donde los contratos se ganaban a golpes y las discusiones se resolvían a balazos.

El problema no es sólo el NGS, sino los gobiernos que lo utilizan.

  • post it

Siguen las reuniones en busca de la unidad priísta. Hay varios aspirantes y distintas corrientes, pero una sola meta: unidad.

Las reglas no cambian: el dirigente no aspirará a nada y la decisión, si no existe un acuerdo local, la tomará el CEN.

La disyuntiva tricolor es básica: pelearse y perder o unirse para ganar.

  • redes sociales

El comentario lo hace Oswald Alonso en su cuenta personal de Facebook:

“Llegamos a niveles de omisión gubernamental en el gobierno de Graco Ramírez, que merece por lo menos este reclamo.

 La Ces Morelos pide a instituciones privadas de educación -víctimas de robo- refuercen sus medidas de seguridad. 

Resulta que el obligado a reforzar la seguridad para los ciudadanos, por mandato legal, en un acto de omisión pide que seamos los ciudadanos los que reforcemos nuestra seguridad. Podemos ayudar, pero no somos nosotros los responsables de la seguridad publica.”

Nada que agregar.

Suscribo.

  • es viernes

Ser mexicano es un vocabulario, una actitud, un modo especial de entonar el español; es el chido en la Ciudad de México y el “si pues” de Morelos. Los mexicanos somos una oscilación permanente entre el tremendismo y el desmadre, una urgencia de andarnos sobando y rascando a todas horas, un apetito permanente de colores, olores y formas extravagantes, una incontenible y rica pancita que se nos hace a los señores y un copete enorme que sobresale en las señoras. México es un pueblerío inmenso y una ciudad llena de laberintos y sorpresas; en México la vida transcurre entre el albur y la exquisitez, entre los sones jarochos y la música de banda. Los mexicanos tenemos un extraño e incomparable gusto por comer jícamas con limón y elotes con mayonesa y chile piquín (del que pica), nos encantan las chamoyadas, los acorazados y las tortas de tamal. El mexicano tiene una insuperable actitud de sospecha y reserva frente a la ciencia, el trabajo, la puntualidad, la autoridad y el ahorro, tenemos un sabroso modo de sufrir y una reconocida capacidad para que nos gane la risa en lo momentos menos adecuados.

… la mexicanidad es irrenunciable.

Hoy toca.

Comentarios para una columna mexicana: eolopacheco@elregional.com.mx

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