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UNO HASTA EL FONDO

Colmo de males

Desde que empezó la obra del Paso Express han muerto 22 personas, según mis recortes de prensa. ¿Alguien duda de que el secretario Ruiz Esparza debió renunciar hace días y de que los contratistas deben enfrentar las responsabilidades que el caso exija? Es que de veras: están viendo y no ven.

   
 
   

Gil meditaba en lo que el clásico llamó la tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante. Así las casas (muletilla patrocinada por grupo Higa), de golpe habitamos ese texto de Cortázar incluido en Último round en el cual un día un agujero despierta y se cae en sí mismo. Un hoyo cae en un hoyo. Aparecen aquí y allá las oquedades. En Reynosa un camión revolvedor de cemento circulaba quitado de la pena por la avenida Río San Juan y de pronto, el socavón, se abrió una gran boca y se tragó la mitad del camión. Luego, o antes, da igual, un camión avanzaba sobre la carretera Pinotepa Nacional-Corralero en Oaxaca y de la nada, el socavón (ón-ón). Como dicen las notas periodísticas: no hubo desgracias que lamentar, como no sea el hecho un tanto cuanto simbólico de un país donde inesperadamente ocurren los socavones.

Para acabarla

Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló sobre este colmo de males: cinco días después de la muerte de dos personas en el socavón del Paso Express de la Autopista del Sol, un hombre cayó del puente vehicular desde una altura de seis metros. Murió. Gamés lo leyó en su periódico La Jornada, en una nota de la corresponsal Rubicela Morelos Cruz: esa estructura es uno de los 45 puntos de riesgo detectados y denunciados por vecinos de la colonia Chipitlán y por la Dirección de Protección Civil municipal como resultado de las obras del Paso Express. “El cruce”, dice la nota, “frágil y angosto, carece de señalizaciones y no fue terminado por las empresas responsables de la ampliación de la autopista, Aldesa y Epccor”. Desde que empezó la obra del Paso Express han muerto 22 personas, según los recortes de prensa de Gamés. ¿Alguien duda de que el secretario Ruiz Esparza debió renunciar hace días y de que los contratistas deben enfrentar las responsabilidades que el caso exija? Es que de veras: están viendo y no ven.

Tradiciones

Gil no quisiera que los amantes de las bellas tradiciones mexicanas lo malinterpretaran, pero no se puede imaginar algo más aburrido que la Guelaguetza. Treinta delegaciones del estado de Oaxaca comparten sus artísticos folclores en jornadas interminables, bailes, vestidos regionales, música nativa (¿así se dice?), velos, bordados y muchas cosas que deben, sin duda, ser preservadas hasta el fon de los tiempos, pero lejos de Gil Gamés.

En una bien armada nota de su periódico La Jornada, el corresponsal Jorge Pérez Alfonso informa que las festividades dieron comienzo con la presentación de Centéotl, diosa del maíz. Dice que el gobernador Murat, el hijo, se emocionó. Luego, según dicta el canon de la tradición, una delegación (ción-ción) de chinas oaxaqueñas con sus largas faldas de colores y canastos florales llenaron de vida la Rotonda de las Azucenas. Nada más por escribir de las faldas coloridas, Gilga siente que le falta el aire. ¿Alguien tiene a la mano un Tafil? Después de este emotivo momento en el cual dicen que también se emocionó mucho el gobernador Murat, el hijo, tocó su turno a la heroica ciudad de Tlaxiaco que presentó sones y jarabes. Ay.

Al parecer hay un acuerdo en el hecho esencial de que las delegaciones que más emoción despertaron en el público conocedor fueron la de San Juan Bautista Tuxtepec con su famosa coreografía de “Flor de piña”, y la de San Pablo Macuiltianguis, con su bailable “Torito serrano”. “Flor de piña” y baile del “Torito serrano”, ¿hay un médico entre ustedes?

Por si no lo sabían, la Guelaguetza se celebra en Oaxaca desde hace 85 años. Gil confiesa que la última vez que vio un ballet de profundas raíces mexicanas fue el de Amalia Hernández, “El baile del venado”, y sufrió un desmayo. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijos folclóricos.

Pedro Calderón de la Barca caminaba sobre la duela de cedro blanco: De males a bienes dicen que se pasa fácilmente; pero de males a males, digo yo que es más frecuente.

Gil s’en va

gil.games@milenio.com

Ámbito: 
Nacional