LEÓN DE CIRCO
Por Luis R. Aveleyra Santos
“el futuro del movimiento social mexicano está a punto de derrumbarse, si es que no se ha derrumbado ya estrepitosamente. Y las causas de esa quiebra son sin duda, la falta de ética, la ambición desmedida, la claudicación de los… valores revolucionarios,… [los gobernantes] han olvidado su responsabilidad para con el pueblo, se han dedicado a actividades que no están de acuerdo con las antiguas convicciones…”
Emilio Portes Gil
Presidente de México 1929 -1930.
Esposado, objeto del morbo, expuesto a la lente de las cámaras fotográficas y televisivas, cual león de circo cuando ese ahora nostálgico espectáculo llegaba a los poblados donde por sus polvorientas calles eran exhibidos enjaulados, malolientes, indiferentes a su entorno, carentes del entendimiento para comprender el por qué la gente los miraba, para que el público, sobre todo los niños, los viese y con ello adquiriese los boletos de la función; así, en medio de la parafernalia del poder, aviones, escoltas, cámaras, la obesa figura del ex gobernante de la voz tipluda, hace varios días fue traído al suelo patrio, si, el de Veracruz, Xavier Duarte de Ochoa, mejor conocido como “Javidú”.
Buen espectáculo, pero mayor, dramático, crispante, frustrante, el que están dando las autoridades judiciales y el Ministerio Público encargados del -a todas luces- escandaloso asunto del ex gobernante que tal vez sea uno de los más ladrones que ha tenido México.
Veracruz es la cuna de varios hombres que de alguna manera han perfilado, en su momento, parte de lo que hoy es la nación: Su Alteza Serenísima don Antonio López de Santa Anna, don Sebastián Lerdo de Tejada, don Miguel Alemán Valdés y don Adolfo Ruiz Cortines.
Disímbolos entre sí, el primero podrá ser todo, pero varias veces empeñó su Hacienda Manga de Clavo, para pagar la mesada del ejército y realizar el periplo de defender lo indefendible, lo que estaba ya perdido por la perfidia norteamericana; el segundo, un liberal culto, sobrio, adusto, couator de las Leyes de Reforma, acompañante de la República y defensor de sus valores, Presidente de la Suprema Corte al momento de la muerte del Presidente Juárez.
El tercero apodado por Lombardo Toledano “el cachorro de la Revolución” fue el primer civil después de don Emilio Portes Gil y con quien se inició una gran etapa de desarrollo del país. El cuarto contador adusto, que combatió la corrupción y el despilfarro alemanistas, que fue un creyente profundo de la investidura y que vivió con una austeridad y probidad irreprochables.
La de ahora es una generación diferente, es un país en donde sucede lo inaudito, lo increíble, cuando un solo hombre pudo desviar fondos de las arcas públicas, gastarlas a discreción en lujos personales y familiares, hacer escarnio del pueblo que lo eligió, dejar endeudadísimo a uno de los más bellos y ricos estados de la República, sin que nadie hiciera nada durante su gestión y sin que nadie le cobre el mal que ha hecho, nos queda pensar que pronto, o no tanto, tal vez en uno o dos años, saldrá de la cárcel en la que se encuentra y, también formará parte del grupo de los delincuentes que se suman a la estadística de la impunidad.
La publicidad del día se ceba y mal cumple la vieja conseja romana “al pueblo pan y circo”, y digo que mal cumple porque ahora se nos da el triste espectáculo del circo, de las bestias amaestradas, los payasos, los magos, los equilibristas, pero nos encarece el pan y nos niega la seguridad porque es incapaz de proteger al ciudadano. Hoy esa publicidad del circo político se vuelca a hacia un veracruzano que se encuentra en un lugar distinguido de otra galería, la de los usufructuarios del poder que se han servido de él para llevar a buena parte del gobierno al descrédito.
En el caso de los leones al igual que las demás bestias en el espectáculo circense, no podían escaparse de su encarcelamiento ni del suplicio de soportar al público. Aquí, casi todos se escapan y todos los que han medrado de las finanzas públicas tan campantes como siempre. Como en el espectáculo circense, cual mago, el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong pide al público que confíe en un milagro: tener fe en las autoridades judiciales. Claro, es lo único que queda en un país como este en el que el 98 por ciento de los delitos queda impune.
También pide un milagro el poco inteligente Secretario de Gobernación puesto que si hubiese cumplido con su función cabalmente, junto con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, habrían impedido el saqueo.
En un recuento somero y —son tantos que me puedo equivocar o soslayar alguno por lo que ofrezco disculpas anticipadas— la galería de ex gobernadores corruptos es muy grande. Se encuentran prófugos dos: César Duarte Jáquez de Chihuahua y Jorge Torres López de Coahuila; sujetos a proceso pero amparados por la justicia federal: Flavino Ríos de Veracruz, Luis Armando Reynoso de Aguascalientes y Rodrigo Medina de Nuevo León.
Encarcelados bajo proceso: Mario Villanueva Madrid de Quintana Roo, Andrés Granier de Tabasco, Jesús Reyna de Michoacán, Tomás Yarrington de Tamaulipas y Guillermo Padrés de Sonora.
En proceso de investigación: Fidel Herrera de Veracruz, Roberto Borge de Quintana Roo, Humberto Moreira de Coahuila, Eugenio Hernández de Tamaulipas, así como Gabino Cué Monteagudo de Oaxaca.
Si los contamos, son quince, pero este número se incrementa a veintitrés cuando se incluye a las entidades en las que la Auditoría Superior de la Federación ha consignado desvío de fondos federales, que son por orden alfabético: Aguascalientes, Colima, Durango, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Quintana Roo y Zacatecas
Así las cosas, el país cuenta con treinta y tres estados, de ellos, la mitad se encuentra bajo el doloroso síndrome de la corrupción en gran escala que involucra en forma directa a los mandatarios locales y, que en dos terceras partes del territorio nacional, hay problemas serios a la hora de comprobar los fondos públicos. Curiosamente son entidades endeudadas, con altos grados de delincuencia, con índices de pobreza medios o elevados.