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OPINIÓN DE JORGE MEADE OCARANZA

 

 

 
Las posibilidades de construir proyectos de vida satisfactorios, además de atender las demandas de la población en pobreza y vulnerabilidad en cuanto a la atención en salud, alimentación, mejoramiento de vivienda, servicios, ingresos, seguridad social, entre otros, también es necesario impulsar cambios en las relaciones entre los distintos sectores sociales a través de mayor educación y cultura.
En la actualidad la vulnerabilidad económica y social impacta doblemente a los niños, a los jóvenes y a los adultos mayores ante un entorno cada vez más violento donde es necesario buscar nuevas formas de relacionarse y de socializar para acercar más y mejorar la convivencia entre la población. Para contrarrestar la violencia es necesario buscar como prevenirla en las diferentes etapas, a través de modelos educativos que inicien desde la infancia fincados en el respeto, en la tolerancia, por medio del fortalecimiento de los distintos programas de gobierno y de políticas públicas específicas, fomentar los valores que erradiquen conductas de abuso.
De inicio, una parte importante de la violencia que vivimos en distintos núcleos sociales y regiones del país, el factor de desigualdad social en la mayoría de los casos es determinante, todo ello considerando que en nuestro país cada vez se presentan cifras más altas de violencia, despojo y maltrato, en sectores muy definidos como lo son las niñas y los niños, las mujeres y los adultos mayores. Fomentar el respeto, la afectividad, se convierten en prácticas que cambian la manera de relacionarse entre las personas y que debe iniciar en cada una de las familias, el escenario violento que estamos conociendo no surgió de un día para otro, se fue construyendo y reforzando ante el predominio de decisiones de poder, el desorden, la anarquía, la pérdida de identidad, de principios y valores, la falta de apego en atender las normas en la vida diaria así como de comportamientos, de conductas que dañan a terceros, física y moralmente y que quedan en la impunidad.
Se debe considerar que la prevención debe ser un mecanismo contundente que se aplique desde las primeras etapas de la vida, promoviendo relaciones fincadas en el respeto, principios y valores y que involucre a cada uno de los integrantes del núcleo familiar. Una sociedad que abandona estas premisas y sus integrantes actúan alejados de toda forma ética de manera constante y sin haber una respuesta a estos hechos se debilitan a las instituciones, las comunidades y su población, valores como el respeto, dando un trato digno y con decoro a quienes nos rodean, la tolerancia para aceptar las diferentes maneras de ver las cosas, solidaridad que fortalezca la confianza y apoyo  y el brindar mayores garantías a aquellos que de manera honrada y trabajadora, por la violencia de cada día, viven en la incertidumbre.
Acostumbrarnos a vivir en el desorden, la corrupción y la violencia sin respetar a nada y a nadie, en donde observar lo que se sucede de manera complaciente nos convierte en corresponsables, grave sería aceptar que nos estamos adaptando a vivir de esta manera y que cada día vamos perdiendo la capacidad de asombro, como si lo que está pasando fuese lo correcto, por el contrario estamos obligados a iniciar para que con nuestras acciones y hechos cada día esta circunstancia tenga un destino distinto, evitar que surjan nuevas amenazas, cuando los grupos o personas que se sienten agraviadas o inseguras, motivados por la venganza o la desesperación generan más violencia con sus reacciones para hacerse justicia, ninguno de los extremos es la solución, por el contrario se deben fortalecer las conductas y prácticas sociales tendientes a promover una mejor convivencia actuando con responsabilidad, es urgente que a través de mensajes claros y sencillos, tengamos la capacidad de atender la difícil situación que se está viviendo en la que  todos debemos involucrarnos, siendo accesibles y sensibles para entenderlo.
Debemos estar atentos como sociedad para que este escenario de violencia que todos rechazamos y deseamos erradicar, no se convierta en bandera o botín político de personas, grupos y de organizaciones políticas o aspirantes a algún cargo, que sin propuesta, solo descalifican, enrarecen y tensan más el poder encontrar salidas y alternativas de solución, actuando solo de manera coyuntural y protagónica,   no se trata de negarlo se trata de atenderlo; la violencia, el terrorismo y el narcotrafico son una agenda urgente a resolver por los gobiernos en distintas regiones del mundo.
A+ Las posibilidades de construir proyectos de vida satisfactorios, además de atender las demandas de la población en pobreza y vulnerabilidad en cuanto a la atención en salud, alimentación, mejoramiento de vivienda, servicios, ingresos, seguridad social, entre otros, también es necesario impulsar cambios en las relaciones entre los distintos sectores sociales a través de mayor educación y cultura. En la actualidad la vulnerabilidad económica y social impacta doblemente a los niños, a los jóvenes y a los adultos mayores ante un entorno cada vez más violento donde es necesario buscar nuevas formas de relacionarse y de socializar para acercar más y mejorar la convivencia entre la población. Para contrarrestar la violencia es necesario buscar como prevenirla en las diferentes etapas, a través de modelos educativos que inicien desde la infancia fincados en el respeto, en la tolerancia, por medio del fortalecimiento de los distintos programas de gobierno y de políticas públicas específicas, fomentar los valores que erradiquen conductas de abuso. De inicio, una parte importante de la violencia que vivimos en distintos núcleos sociales y regiones del país, el factor de desigualdad social en la mayoría de los casos es determinante, todo ello considerando que en nuestro país cada vez se presentan cifras más altas de violencia, despojo y maltrato, en sectores muy definidos como lo son las niñas y los niños, las mujeres y los adultos mayores. Fomentar el respeto, la afectividad, se convierten en prácticas que cambian la manera de relacionarse entre las personas y que debe iniciar en cada una de las familias, el escenario violento que estamos conociendo no surgió de un día para otro, se fue construyendo y reforzando ante el predominio de decisiones de poder, el desorden, la anarquía, la pérdida de identidad, de principios y valores, la falta de apego en atender las normas en la vida diaria así como de comportamientos, de conductas que dañan a terceros, física y moralmente y que quedan en la impunidad. Se debe considerar que la prevención debe ser un mecanismo contundente que se aplique desde las primeras etapas de la vida, promoviendo relaciones fincadas en el respeto, principios y valores y que involucre a cada uno de los integrantes del núcleo familiar. Una sociedad que abandona estas premisas y sus integrantes actúan alejados de toda forma ética de manera constante y sin haber una respuesta a estos hechos se debilitan a las instituciones, las comunidades y su población, valores como el respeto, dando un trato digno y con decoro a quienes nos rodean, la tolerancia para aceptar las diferentes maneras de ver las cosas, solidaridad que fortalezca la confianza y apoyo y el brindar mayores garantías a aquellos que de manera honrada y trabajadora, por la violencia de cada día, viven en la incertidumbre. Acostumbrarnos a vivir en el desorden, la corrupción y la violencia sin respetar a nada y a nadie, en donde observar lo que se sucede de manera complaciente nos convierte en corresponsables, grave sería aceptar que nos estamos adaptando a vivir de esta manera y que cada día vamos perdiendo la capacidad de asombro, como si lo que está pasando fuese lo correcto, por el contrario estamos obligados a iniciar para que con nuestras acciones y hechos cada día esta circunstancia tenga un destino distinto, evitar que surjan nuevas amenazas, cuando los grupos o personas que se sienten agraviadas o inseguras, motivados por la venganza o la desesperación generan más violencia con sus reacciones para hacerse justicia, ninguno de los extremos es la solución, por el contrario se deben fortalecer las conductas y prácticas sociales tendientes a promover una mejor convivencia actuando con responsabilidad, es urgente que a través de mensajes claros y sencillos, tengamos la capacidad de atender la difícil situación que se está viviendo en la que todos debemos involucrarnos, siendo accesibles y sensibles para entenderlo. Debemos estar atentos como sociedad para que este escenario de violencia que todos rechazamos y deseamos erradicar, no se convierta en bandera o botín político de personas, grupos y de organizaciones políticas o aspirantes a algún cargo, que sin propuesta, solo descalifican, enrarecen y tensan más el poder encontrar salidas y alternativas de solución, actuando solo de manera coyuntural y protagónica, no se trata de negarlo se trata de atenderlo; la violencia, el terrorismo y el narcotrafico son una agenda urgente a resolver por los gobiernos en distintas regiones del mundo.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://morelos.quadratin.com.mx/opinionjorge-meade-15/

Este contenido se encuentra protegido por la ley. Si lo cita, por favor mencione la fuente y haga un enlace a la nota original de donde usted lo ha tomado. Agencia Quadratín. Todos los Derechos Reservados © 2016.

A+ Las posibilidades de construir proyectos de vida satisfactorios, además de atender las demandas de la población en pobreza y vulnerabilidad en cuanto a la atención en salud, alimentación, mejoramiento de vivienda, servicios, ingresos, seguridad social, entre otros, también es necesario impulsar cambios en las relaciones entre los distintos sectores sociales a través de mayor educación y cultura. En la actualidad la vulnerabilidad económica y social impacta doblemente a los niños, a los jóvenes y a los adultos mayores ante un entorno cada vez más violento donde es necesario buscar nuevas formas de relacionarse y de socializar para acercar más y mejorar la convivencia entre la población. Para contrarrestar la violencia es necesario buscar como prevenirla en las diferentes etapas, a través de modelos educativos que inicien desde la infancia fincados en el respeto, en la tolerancia, por medio del fortalecimiento de los distintos programas de gobierno y de políticas públicas específicas, fomentar los valores que erradiquen conductas de abuso. De inicio, una parte importante de la violencia que vivimos en distintos núcleos sociales y regiones del país, el factor de desigualdad social en la mayoría de los casos es determinante, todo ello considerando que en nuestro país cada vez se presentan cifras más altas de violencia, despojo y maltrato, en sectores muy definidos como lo son las niñas y los niños, las mujeres y los adultos mayores. Fomentar el respeto, la afectividad, se convierten en prácticas que cambian la manera de relacionarse entre las personas y que debe iniciar en cada una de las familias, el escenario violento que estamos conociendo no surgió de un día para otro, se fue construyendo y reforzando ante el predominio de decisiones de poder, el desorden, la anarquía, la pérdida de identidad, de principios y valores, la falta de apego en atender las normas en la vida diaria así como de comportamientos, de conductas que dañan a terceros, física y moralmente y que quedan en la impunidad. Se debe considerar que la prevención debe ser un mecanismo contundente que se aplique desde las primeras etapas de la vida, promoviendo relaciones fincadas en el respeto, principios y valores y que involucre a cada uno de los integrantes del núcleo familiar. Una sociedad que abandona estas premisas y sus integrantes actúan alejados de toda forma ética de manera constante y sin haber una respuesta a estos hechos se debilitan a las instituciones, las comunidades y su población, valores como el respeto, dando un trato digno y con decoro a quienes nos rodean, la tolerancia para aceptar las diferentes maneras de ver las cosas, solidaridad que fortalezca la confianza y apoyo y el brindar mayores garantías a aquellos que de manera honrada y trabajadora, por la violencia de cada día, viven en la incertidumbre. Acostumbrarnos a vivir en el desorden, la corrupción y la violencia sin respetar a nada y a nadie, en donde observar lo que se sucede de manera complaciente nos convierte en corresponsables, grave sería aceptar que nos estamos adaptando a vivir de esta manera y que cada día vamos perdiendo la capacidad de asombro, como si lo que está pasando fuese lo correcto, por el contrario estamos obligados a iniciar para que con nuestras acciones y hechos cada día esta circunstancia tenga un destino distinto, evitar que surjan nuevas amenazas, cuando los grupos o personas que se sienten agraviadas o inseguras, motivados por la venganza o la desesperación generan más violencia con sus reacciones para hacerse justicia, ninguno de los extremos es la solución, por el contrario se deben fortalecer las conductas y prácticas sociales tendientes a promover una mejor convivencia actuando con responsabilidad, es urgente que a través de mensajes claros y sencillos, tengamos la capacidad de atender la difícil situación que se está viviendo en la que todos debemos involucrarnos, siendo accesibles y sensibles para entenderlo. Debemos estar atentos como sociedad para que este escenario de violencia que todos rechazamos y deseamos erradicar, no se convierta en bandera o botín político de personas, grupos y de organizaciones políticas o aspirantes a algún cargo, que sin propuesta, solo descalifican, enrarecen y tensan más el poder encontrar salidas y alternativas de solución, actuando solo de manera coyuntural y protagónica, no se trata de negarlo se trata de atenderlo; la violencia, el terrorismo y el narcotrafico son una agenda urgente a resolver por los gobiernos en distintas regiones del mundo.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://morelos.quadratin.com.mx/opinionjorge-meade-15/

Este contenido se encuentra protegido por la ley. Si lo cita, por favor mencione la fuente y haga un enlace a la nota original de donde usted lo ha tomado. Agencia Quadratín. Todos los Derechos Reservados © 2016.V

Opinión/Jorge Meade | 01 de Agosto de 2017 | 7:53 52 veces se ha compartido A- A+ Las posibilidades de construir proyectos de vida satisfactorios, además de atender las demandas de la población en pobreza y vulnerabilidad en cuanto a la atención en salud, alimentación, mejoramiento de vivienda, servicios, ingresos, seguridad social, entre otros, también es necesario impulsar cambios en las relaciones entre los distintos sectores sociales a través de mayor educación y cultura. En la actualidad la vulnerabilidad económica y social impacta doblemente a los niños, a los jóvenes y a los adultos mayores ante un entorno cada vez más violento donde es necesario buscar nuevas formas de relacionarse y de socializar para acercar más y mejorar la convivencia entre la población. Para contrarrestar la violencia es necesario buscar como prevenirla en las diferentes etapas, a través de modelos educativos que inicien desde la infancia fincados en el respeto, en la tolerancia, por medio del fortalecimiento de los distintos programas de gobierno y de políticas públicas específicas, fomentar los valores que erradiquen conductas de abuso. De inicio, una parte importante de la violencia que vivimos en distintos núcleos sociales y regiones del país, el factor de desigualdad social en la mayoría de los casos es determinante, todo ello considerando que en nuestro país cada vez se presentan cifras más altas de violencia, despojo y maltrato, en sectores muy definidos como lo son las niñas y los niños, las mujeres y los adultos mayores. Fomentar el respeto, la afectividad, se convierten en prácticas que cambian la manera de relacionarse entre las personas y que debe iniciar en cada una de las familias, el escenario violento que estamos conociendo no surgió de un día para otro, se fue construyendo y reforzando ante el predominio de decisiones de poder, el desorden, la anarquía, la pérdida de identidad, de principios y valores, la falta de apego en atender las normas en la vida diaria así como de comportamientos, de conductas que dañan a terceros, física y moralmente y que quedan en la impunidad. Se debe considerar que la prevención debe ser un mecanismo contundente que se aplique desde las primeras etapas de la vida, promoviendo relaciones fincadas en el respeto, principios y valores y que involucre a cada uno de los integrantes del núcleo familiar. Una sociedad que abandona estas premisas y sus integrantes actúan alejados de toda forma ética de manera constante y sin haber una respuesta a estos hechos se debilitan a las instituciones, las comunidades y su población, valores como el respeto, dando un trato digno y con decoro a quienes nos rodean, la tolerancia para aceptar las diferentes maneras de ver las cosas, solidaridad que fortalezca la confianza y apoyo y el brindar mayores garantías a aquellos que de manera honrada y trabajadora, por la violencia de cada día, viven en la incertidumbre. Acostumbrarnos a vivir en el desorden, la corrupción y la violencia sin respetar a nada y a nadie, en donde observar lo que se sucede de manera complaciente nos convierte en corresponsables, grave sería aceptar que nos estamos adaptando a vivir de esta manera y que cada día vamos perdiendo la capacidad de asombro, como si lo que está pasando fuese lo correcto, por el contrario estamos obligados a iniciar para que con nuestras acciones y hechos cada día esta circunstancia tenga un destino distinto, evitar que surjan nuevas amenazas, cuando los grupos o personas que se sienten agraviadas o inseguras, motivados por la venganza o la desesperación generan más violencia con sus reacciones para hacerse justicia, ninguno de los extremos es la solución, por el contrario se deben fortalecer las conductas y prácticas sociales tendientes a promover una mejor convivencia actuando con responsabilidad, es urgente que a través de mensajes claros y sencillos, tengamos la capacidad de atender la difícil situación que se está viviendo en la que todos debemos involucrarnos, siendo accesibles y sensibles para entenderlo. Debemos estar atentos como sociedad para que este escenario de violencia que todos rechazamos y deseamos erradicar, no se convierta en bandera o botín político de personas, grupos y de organizaciones políticas o aspirantes a algún cargo, que sin propuesta, solo descalifican, enrarecen y tensan más el poder encontrar salidas y alternativas de solución, actuando solo de manera coyuntural y protagónica, no se trata de negarlo se trata de atenderlo; la violencia, el terrorismo y el narcotrafico son una agenda urgente a resolver por los gobiernos en distintas regiones del mundo.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://morelos.quadratin.com.mx/opinionjorge-meade-15/

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