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SERPIENTES Y ESCALERAS

Ramón Castro podría caer en un acto ilegal al encabezar la #MarchaXMorelos. Cuauhtémoc Blanco se puede meter en problemas si participa en un movimiento social que llegará a la Secretaría de Gobernación. ¿Por qué lo hacen?

La #MarchaXMorelos no es la manifestación más numerosa que se halla llevado a cabo en el estado en los últimos años; de hecho es de las menos concurridas en cuanto a número de participantes. A pesar de ello la representatividad es alta y el mensaje social y político deja muchas interrogantes sobre lo que puede ocurrir en el futuro. Hay una pregunta clave en esta historia ¿Avala Gobernación este movimiento?

La oficina de Miguel Ángel Osorio Chong nunca aceptará de manera oficial que esté detrás de un movimiento social, sobre todo de uno que cuestiona un gobierno estatal y pide la destitución de un gobernador; no hay manera que alguien en el viejo Palacio de Cobián confirme oficialmente que la marcha tiene su visto bueno o que sus interlocutores tienen comunicación directa con esa oficina. Oficialmente la Segob está en espera de la comitiva y valora de que manera atender a los inconformes.

Extraoficialmente el panorama es distinto, porque los ingredientes de la marcha son por si solos llamativos. A la cabeza del contingente va un representante de la iglesia católica, el Obispo de Cuernavaca Ramón Castro, un hombre que en los últimos años ha sido un severo crítico del gobierno estatal y ha encabezado movimientos a favor de la paz en la entidad. A su lado está el alcalde de la capital Cuauhtémoc Blanco, una figura de fama internacional que aunque novel en política, tiene una evidente protección desde la Ciudad de México.

La participación de ambos personajes es lo que vuelve llamativa la #MarchaXMorelos; en independencia de los seis puntos que resumen sus peticiones al gobierno de la república, estos dos personajes no se mueven por ocurrencia; a Ramón Castro lo respalda el Episcopado Mexicano y a Cuauhtémoc Blanco lo apoya la Secretaría de Gobernación.

El mensaje de la caminata va mucho más allá de las demandas que se plantean en el discurso. A diferencia de anteriores movilizaciones organizadas por la iglesia, la universidad, el FAM o el propio Javier Sicilia (todos ellos participan también en la #MarchaXMorelos) en esta ocasión la convocatoria de una semana para otra y sin un ingrediente detonante. En una semana se anunció la marcha, se enlistaron las peticiones, se estableció la logística y empezaron a caminar.

Es ahí donde empiezan las preguntas. ¿Es la #MarchaXMorelos una manifestación más contra la inseguridad en Morelos o es un mensaje político que envían desde la federación al gobernador Graco Ramírez? ¿Es casual que de la noche a la mañana el Obispo de Cuernavaca y el alcalde de la capital se junten, sumen fuerzas y lleven su inconformidad hasta Bucareli? ¿Ninguno de ellos ha pensado en las sanciones legales que pueden acarrear sus actos? ¿O tienen la certeza de que no habrá repercusiones, porque la marcha está pactada?

El problema de inseguridad y violencia en Morelos no ha parado desde hace varios años; igual que en otras partes del país los embates de la delincuencia son constantes y cotidianamente exponen la fragilidad de las instituciones. Unas semanas atrás vimos actos delictivos de alto impacto en Guerrero, balaceras y detenciones en Puebla y un enfrentamiento entre la Marina y un cártel en la Ciudad de México. En Morelos no ha habido recientemente un caso distinto a la violencia que (lamentablemente) se ha vuelto común; lo único extraordinario fue el socavón en el Paso Exprés.

En los pasillos de poder de la Ciudad de México se hace hincapié en este último punto y en la participación del gobernador Graco Ramírez en el tema. La tragedia ocurrida en la recién inaugurada carretera provocó un escándalo mayúsculo en la SCT, exhibió errores básicos en la obra y deficiencias en la actuación de funcionarios y empresas. El tema por si mismo fue escandaloso, puso a Gerardo Ruíz Esparza en el ojo del huracán y a secretaría bajo la lupa nacional. Entonces apareció el gobernador de Morelos y de manera innecesaria acusó al gobierno federal y al titular de comunicaciones de haber incurrido en fallas que costaron la vida a dos personas y cientos de millones de pesos al erario.

El discurso del gobernador no cayó nada bien en el gobierno federal, sobre todo con los antecedentes de la carretera: Graco nunca criticó el proyecto, siempre lo ensalzó y ello está plasmado en una carta que envió hace casi un año a Ruiz Esparza, aplaudiendo la obra, resaltando los beneficios y reconociendo el trabajo del gobierno federal. A pesar de tener picaporte en México, el gobernador (dicen) nunca advirtió de los errores en la obra ni de los riesgos en la carretera.

Graco Ramírez hizo bien al deslindarse del incidente, pero fue innecesariamente rudo al volverse el principal crítico del secretario de comunicaciones. En el proyecto, cuentan, hubo participación estatal e injerencia del gobierno local sugiriendo empresas, proveedores de materiales (Comosa) y hasta recomendando a los delegados. El costo del proyecto incluye recursos para obras locales que se acordaron a cambio del apoyo estatal. Las acusaciones que hizo el perredista contra la SCT al afirmar que denunció los riesgos que corría la gente con la obra, precisan, implican responsabilidad directa al gobierno local por no haber actuado.

Pareciera entonces que el socavón del Paso Exprés fue el detonante de esta nueva marcha. Aunque hablamos de dos cosas distintas, vivimos tiempos preelectorales que cambian las agendas de los políticos. El reclamo de seguridad en Morelos se hace desde hace años, marchas han habido muchas, el rector, el obispo y el alcalde han salido reiteradamente a las calles y todos ellos se han confrontado de manera directa con el gobernador; nunca ha pasado nada. Hoy las cosas podrían ser distintas.

Graco Ramírez es un actor político nacional, es un fuerte aspirante a dirigir al PRD en el interinato de un año que se acordó en el consejo nacional el fin de semana pasado y un entusiasta promotor del Frente Amplio Democrático. El gobernador de Morelos ya no es el aliado del presidente, apuesta por un bloque multipartidista que derrote al PRI en el 2018 y en el caso del socavón se lanzó a la yugular en contra del amigo personal de Enrique Peña Nieto. Por si eso no fuera suficiente, la relación entre el mandatario perredista y el secretario de gobernación está en su peor momento.

Un aspecto clave en esta historia es la participación del obispo y el alcalde de Cuernavaca. El jueves, cuando veamos quien recibe al contingente en la Secretaría de Gobernación, podremos sacar conclusiones.

  • posdata

En menos de un mes arrancará oficialmente el proceso electoral 2018. A partir de esa fecha comienza la cuenta regresiva que concluirá con la elección (en el caso de Morelos) de un presidente de la república, un gobernador, senadores, diputados federales, locales y presidentes municipales.

Los tiempos electorales ya comenzaron y los actores de cada partido empiezan a hacer lo propio. En todos lados hay trabajos que apuntan a la elección y movimientos que pretenden construir el andamiaje social para obtener el mayor número de votos.

Aunque es pronto para tener claridad sobre las cosas, pero ya es posible advertir lo que nos ofrecerán los partidos en la siguiente contienda. El primer partido que se ha definido es el PES, quien llevará a Cuauhtémoc Blanco como candidato a la gubernatura; la variable en este escenario es una posible alianza con el PRI, aunque todavía hay que ver “con qué PRI” (Borbolla dixit).

En el PRD es altamente probable que el candidato sea Rodrigo Gayosso; el dirigente del partido es el más activo de todos los aspirantes, hace acuerdos multipartidistas, establece vínculos con grupos sociales y construye una estructura electoral más allá del Sol Azteca. En el PRD hay cuatro aspirantes y está latente la posibilidad de una alianza con otros partidos, pero todo gira en torno a lo que hace Rodrigo. El reto más alto del PRD es capitalizar los logros de la actual administración y deslindarse del enojo y los enemigos que ha coleccionado Graco Ramírez.

Los panistas están decididos a no signar una alianza con el PRD a pesar del acuerdo nacional. Estatutariamente tienen elementos para negarse y la decisión corresponde al consejo estatal; ahí el ambiente es mayoritariamente adverso a una alianza. Algunos panistas apuestan por la candidatura de Javier Bolaños en tanto que otros acarician la posibilidad de ser representados por Cuauhtémoc Blanco.

En el PRI no hay pies ni cabeza, la novel dirigencia se nota dividida y el comité está en manos de Amado Orihuela. La influencia del gobierno en PRI morelense es notorio a través de Amado Orihuela y Maricela Velázquez; de ellos (en ese orden) dependen las carteras del partido y ambos responden a las indicaciones de una oficina en la calle Amacuzac que no es la sede de su partido. Matías Nazario es el personaje con más posibilidades de obtener la candidatura, pero con el partido en manos del PRD es poco probable que compita con posibilidades de éxito.

En Morena hay una mezcla de alegría y enojo frente al 2018. Por un lado saben que son la marca con más rentabilidad electoral, pero también reconocen que la construcción de una base política para competir se les ha complicado. Nadie en su sano juicio dudaba que el candidato iba a ser Rabín Salazar, pero a muchos cayó mal la forma como el senador se agandayó el proceso y virtualmente se impuso como candidato. El Movimiento de Regeneración Nacional tiene una figura muy fuerte como AMLO y muy poco desgaste político, pero carece de una dirigencia inteligente en el estado.

  • nota

Tras la última caminata por la paz en Cuernavaca, donde el obispo Ramón Castro lanzó un fuerte y directo mensaje al gobierno y la clase política por los altos niveles de inseguridad y la (dijo) “imparable corrupción”, la iglesia católica regresó al púlpito, se bajó de la agenda social y los temas mediáticos.

La UAEM también estaba tranquila, de vacaciones, atendiendo sus problemas financieros internos y preparándose para la elección de un nuevo rector. Hace un mes Alejandro Vera realizó cambios en la estructura universitaria y se hizo a un lado de la negociación del rescate financiero; frente a un auditorio lleno de directores el jefe universitario puso su renuncia en la mesa en el ánimo de lograr el aval estatal para que la máxima casa de estudios entrara al programa nacional de rescates. En la agenda de la UAEM no estaba volver a salir a las calles.

Desde hace varios meses, desde que se discutió el tema de las fosas de Jojutla y Tetelcingo, Javier Sicilia no aparecía en la agenda mediática del estado. La lucha de poeta por las víctimas de la violencia no ha parado, pero su actuación pública se encontraba en una especie de receso público.

Hace unos meses, luego de su última marcha en Cuernavaca, la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos bajó la cortina y afirmó categórica que ya no saldrían más a las calles, “Nos veremos en el 2018 en las urnas” dijo enfático Gerardo Becerra, el vocero de la CMMC.

El Frente Amplio Morelense que se formó hace casi un año con el objetivo de enfrentar al gobierno de Graco Ramírez estaba (¿está?) prácticamente disuelto. Desde hace meses que no se sabía nada de ellos, varios de sus integrantes han manifestado su deslinde y las reuniones se suspendieron.

¿Qué hizo que todos estos grupos y personas se reactivaran? ¿Por qué justo ahora?

  • post it

Se acercan los tiempos ¿Habrá renovación en la mesa directiva del Congreso Morelos o todo seguirá igual?

  • redes sociales

En la #MarchaxMorelos como en prácticamente todos los movimientos sociales actuales, la clave de la comunicación son las redes sociales. Ahí no hay manera de que una autoridad detenga o contenga la información.

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