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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

Eolo Pacheco |
2017-08-14

El problema no es solo la falta de resultados en la estrategia de seguridad, lo de fondo son las redes de corrupción que protegen a los grupos criminales. Para acabar con la inseguridad no basta perseguir a los delincuentes, también hay que acabar con los narcopolíticos.

 

Las cifras son duras, surgen de instituciones públicas y privadas, se repiten desde hace varios años y colocan a Morelos como una de las entidades más violentas del país. El conteo de sangre lo confirma: hasta ayer 334 personas habían perdido la vida en hechos relacionados con la delincuencia: ejecutados, decapitados, desmembrados, calcinados… todas las modalidades que utilizan los grupos criminales están presentes en Morelos. El discurso público rechaza que estemos en una crisis de inseguridad y presume: ya no somos uno de los cinco estados más peligrosos de México; el Sistema Nacional de Seguridad Pública dice lo contrario: Morelos es inseguro.

Los grupos delictivos se han establecido en el estado desde hace varios años, las estrategias de seguridad implementadas en los últimos cuatro sexenios no han funcionado, aunque en algunos casos lograron contener momentáneamente a la delincuencia. Sergio Estrada dejó la seguridad en manos de un hombre que a la mitad de su sexenio fue detenido por tener nexos con el narcotráfico, Adame fue señalado por brindar protección al cártel de los Beltrán Leyva y Graco es cuestionado por no capturar a El Carrete.

En Morelos los planes de seguridad han fallado porque no han podido detener el crecimiento de los grupos delictivos ni acabado con la violencia. La inseguridad se ha politizado y las estrategias se volvieron parte del discurso y la negociación de los partidos, eso ha complicado la lucha y provocado una severa descomposición del ambiente en el estado.

Cuando los políticos metieron mano a la policía las cosas se salieron de control; desde entonces las corporaciones tienen que moverse al ritmo que le marcan los partidos y someterse a los intereses de los hombres y mujeres de poder. Los grupos delictivos se dieron cuenta que la mejor manera de corromper al sistema es a través de los políticos y ahora utilizan a distintos actores de poder para intervenir y penetrar las instituciones.

Actualmente los partidos son el primer punto de operación de la delincuencia; los grupos ya no se conforman con tener presencia en las calles y bajo control a algunos jefes policiacos, ahora operan con la clase política, financian campañas, impulsan candidatos y en algunos casos toman el control de los partidos. Las redes de la delincuencia ya no están sólo entre los policías, ahora tienen funcionarios, jueces, representantes populares y líderes políticos a su servicio.

El problema de fondo en la inseguridad es el enorme avance que han tenido los grupos delictivos, los apoyos que han conseguido entre la clase gobernante y la poco efectiva estrategia para combatirlos. Para los policías es muy difícil detener un frente tan amplio como el actual porque en muchos casos, cuando capturan a los delincuentes, rápidamente son liberador por los jueces.

El plan para frenar la incidencia delictiva es fallido porque únicamente contempla armas y policías; independientemente de que la estrategia policiaca pueda perfeccionarse, nunca veremos resultados porque existe una enorme red de protección política que no está siendo atacada y eso permite a los grupos mantener el control en las calles y en los gobiernos.

Cuando la gente habla de protección política no necesariamente se refiere al titular del ejecutivo; aunque lo primero que se nos ocurre es que el gobernador es quien protege a la delincuencia (y pasa), la complicidad incluye a otros funcionarios que desde sus espacios cuidan a los grupos criminales.

La delincuencia va ganando la batalla en las calles, pero lo verdaderamente grave es que los cárteles ya tienen presencia política y a través de ellos influyen en los gobiernos. Con las redes de apoyo que tienen existe una alta posibilidad de que en las próximas elecciones los cárteles pongan candidatos y definan elecciones.

Para nadie es secreto que en Morelos hay algunas regiones en manos de la delincuencia, sitios en donde la policía responde a los grupos delictivos y la gente tiene que atender a todos los requerimientos de la mafia. Son lugares en donde el pago por derecho de piso es cosa común, la extorsión se vuelve cotidiana y hasta los alcaldes tienen que pagar cuota; en esos municipios lo único que falta es que la delincuencia asuma formalmente el manejo de las instituciones y ese puede ser el próximo paso en el 2018.

Lo que pasa en Morelos no es distinto a lo que ocurre en otras entidades; Guerrero, Puebla, Edomex y al CDMX enfrentan un momento crítico y ese escenario es el que debemos anticipar en la tierra de Zapata. La seguridad ha sido utilizada como herramienta por los actores de poder y eso ha impedido que la estrategia funcione. Si los partidos insisten en utilizar la inseguridad como un instrumento de campaña, el riesgo de que las cosas empeoren aumenta.

Garantizar seguridad a la población es responsabilidad del gobierno; impedir que la delincuencia se apodere de nuestras instituciones es compromiso de todos.

La seguridad no debe ser politizada.

  • posdata

El ex gobernador Sergio Estrada Cajigal quiere volver a la escena política desde la presidencia municipal de Cuernavaca, esa misma que ganó por primera vez para el PAN en el año 1997.

El mecánico ya no es panista, renunció a ese partido en el 2009 para irse a hacer campaña al PRI al lado de Manuel Martínez Garrigós. Sergio Estrada salió peleado con su partido, criticó a la sagrada familia y los acusó de impedirle gobernar y tener secuestrada a la institución.

A la vuelta del tiempo su relación con el PRI se volvió tortuosa; la simpatía que mostró a Manuel Martínez (primero) y a Amado Orihuela (después) se transformó en rencor contra ambos personajes. Entonces apareció el PSD.

En el 2015 el ex gobernador se puso al lado del candidato Cuauhtémoc Blanco; Sergio Estrada aprovechó su amistad con Julio y Roberto Yáñez y trató de ser asesor del nuevo equipo de gobierno; cuando fueron expulsados los hermanos lelos, su relación con el futbolista se enfrió. El plan del mecánico era asesorar a Cuauhtémoc y en el 2018 hacer mancuerna electoral con el americanista: uno en la gubernatura y el otro en la alcaldía.

Hace unos días Sergio Estrada Cajigal se reunió con la dirigencia de Morena y habló de la posibilidad de competir en Cuernavaca auspiciado por el Movimiento de Regeneración Nacional. Las pláticas apenas comienzan, el intermediario fue José Silva Bandala y el objetivo de los morenos es (dicen) tener a un candidato competitivo en la capital.

Habrá que ver hasta dónde llegan estas charlas y de qué manera las toma la militancia de MORENA. Antes de Sergio Estrada, el matrimonio (político) de Miguel Lucia y Silva Bandala han platicado en los mismos términos con Gerardo Becerra, José Luis Urióstegui y Alejandro Mojica.

  • nota

El reporte lo hace público el portal SDP Noticias y coincide con el que anteriormente han difundido otros medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales. Es el nivel de aprobación de los gobernadores; de nueva cuenta el de Morelos, Graco Ramírez, aparece en el último lugar.

Así lo publica SDPNoticias:

Todos los gobernadores del país continúan reprobados, de acuerdo con la evaluación realizada por México Opina y SDPnoticias; sin embargo es el perredista Graco Ramírez quien se encuentra con los niveles más bajos de evaluación y aprobación.

De acuerdo con la evaluación realizada entre el 1 y 4 de agosto, la calificación media de los 31 gobernadores y el jefe de gobierno de la Ciudad de México es de 29.3 por ciento, dos décimas por debajo del mes anterior.

El nivel de aprobación promedio se encuentra en el 39.5 por ciento, y sólo cuatro gobernadores superan la media.

El gobernador de Morelos probablemente resultó raspado por la tragedia del Paso Exprés pues en la entrega de agosto se ubica con el 11.5 por ciento de evaluación y el 8.7 por ciento de aprobación.

Los gobernadores mejor calificados son Miguel Márquez (Guanajuato), Rolando Zapata (Yucatán), Martín Orozco (Aguascalientes), Omar Fayad (Hidalgo) y Francisco Domínguez (Querétaro).

El gobernador mejor calificado es priísta Rolando Zapata, de Yucatán, con 41.1 por ciento; en contraparte el gobernador peor calificado del país es el perredista Graco Ramírez, de Morelos, con tan sólo el 8.7 por ciento de aprobación.”

  • post it

Juan Zepeda vino a Morelos y se reunió en Cuernavaca y Cuautla con militantes del Partido de la Revolución Democrática; reiteró la necesidad de impulsar un Frente Amplio para cambiar el rostro político del país y mostró públicamente su simpatía con Rodrigo Gayosso. El ex candidato al gobierno del Estado de México se veía tranquilo, sereno y respetuoso en sus expresiones: “Todos caben, todos suman, todas las posturas son respetables”.

No hubo estridencia en sus declaraciones, si acaso una clara insistencia en la necesidad de consolidar un acuerdo político nacional que este por encima de los intereses particulares; “es necesario cambiarle el rostro al país”. La meta del Frente, dijo el rockero, no es ganar la presidencia, sino hacer que el ejercicio de gobierno redunde en mejoras concretas para la gente.

En Cuernavaca Juan Zepeda manifestó su empatía con el dirigente estatal del PRD: “le auguro un buen futuro político, tiene entusiasmo y esfuerzo; además de reunirme con la militancia, vengo a Morelos a estrechar aún más mi relación con Rodrigo (Gayosso)”.

El proceso electoral, consideran los perredistas, comenzará el 8 de septiembre y las precampañas el 15 de diciembre; bajo esa agenda es urgente definir posiciones, y construir una nueva circunstancia para el país, dijo el dirigente estatal del PRD; “No se trata solo de ganar las elecciones, sino de generar condiciones de mayor igualdad social”

La lección que nos dejó el proceso electoral en el Estado de México, comentó Juan Zepeda, es que debemos sumarnos partidos y personas para ganar la próxima elección. “El PRD es un partido fuerte en el sur del país, pero débil en el norte; la circunstancia es a la inversa en otros partidos, de ahí la necesidad de construir una alianza que complemente las fuerzas y permita triunfar en las urnas”.

El ex alcalde de Nezahualcóyotl tomó la candidatura perredista con menos de tres puntos porcentuales, en un cuarto lugar más cercano a la quinta que a la segunda posición; al final rebasó al PAN y devolvió la esperanza al perredismo mexiquense. “Los estrategas de la campaña me sugirieron hacer una campaña “clarasol”, que no mencionara al partido ni utilizara sus colores; yo hice lo contrario, refrendé mi convicción y mi militancia, aposté por la unidad interna del partido, recuperé liderazgos y sostuve muchas reuniones con todos los grupos minoritarios. Lo que busque fue recuperar el orgullo perredista y convertirme en el abanderado de las causas de la gente; aunque no gane la elección, demostré que cuando el PRD se une es un partido fuerte”.

La visita de Juan Zepeda en Morelos fue interpretada por algunos como el arranque de campaña de Rodrigo Gayosso; a pregunta expresa el dirigente perredista fue cauteloso, se reservó y dijo que esperará los tiempos. “Lo importante en este momento es abonar a la unidad del partido y consolidar un proyecto incluyente en el que quepan todas las expresiones”.

Aunque no se trató de un arranque formal de campaña, la visita de Juan Zepeda a Morelos mostró que Rodrigo Gayosso es el perredista con más fuerza al interior de ese partido. Alcaldes, diputados locales y diversos grupos sociales estuvieron presentes en los eventos (Cuautla y Cuernavaca) vitoreando a Zepeda… y también a Gayosso.

No es sencillo el panorama que tiene el PRD rumbo al 2018, no lo es ni en lo interno ni en lo externo. La unidad que pregona Juan Zepeda es clave para arrancar el proceso, pero la empatía con la sociedad es determinante para ganar en las urnas.

  • redes sociales

A pesar de lo evidente el comisionado de seguridad insiste: No hay crisis de inseguridad en Morelos. Las críticas que recibe el Mando Único en Morelos son “irreales, dramáticas y necias” afirma el comisionado, al tiempo de considerar que se trata de un “dramatismo” que oculta un trasfondo político.

Con 334 ejecutados en ocho meses es difícil creer que vamos bien en seguridad. Habría que recordar que hace unos meses el propio Alberto Capella anticipó que en el 2018 viviríamos una crisis de inseguridad sin precedente.

Entonces ¿Hay o no hay crisis de inseguridad en Morelos?

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