Incognitapro

OPINIÓN DE SAMUEL PALMA CÉSAR

Buena parte de los 88 años que el PRI tiene de vida hasta este momento, corresponden a su condición de un partido predominante o hegemónico. En efecto, de ellos, 59 años se refieren a los de un partido con dominio claro, situación que mantuvo hasta 1988, cuando por primera vez se manifestó la posibilidad de ser derrotado en una elección presidencial, ya que escasamente  pudo superar el 50% de los votos emitidos.

Después, en las elecciones de 1989 en Baja California, por primera vez el PRI perdió una elección para la renovación de un gobierno estatal. Los nuevos signos ahí estaban; más adelante los reiterados conflictos postelectorales mostraban, que las normas electorales ya no eran suficientes para resolver la lucha por el poder; así se llegó a la reforma de 1996 que creó todo un nuevo andamiaje electoral: la autonomía del órgano encargado de organizar los comicios, el financiamiento público a los partidos, la conformación del Tribunal Electoral y la calificación jurisdiccional de las elecciones, el acceso a espacios públicos en medios de comunicación, entre otras cosas.

Con la reforma de 1996 los partidos políticos fueron inscritos en la Constitución de la República, declarándose como entidades de interés público, así pasaron a ser regulados y normados por el Estado. Antes de ello, con la reforma de 1977, que estableció el sistema electoral mixto, mediante la combinación de diputados de mayoría con los de representación proporcional, se había iniciado también un sistema de prerrogativas a los partidos.

Se puede decir que la vida institucional de los partidos se consolida en 1977 y su carácter público como organismos regulados, se detona en 1996. Dos fenómenos preceden e impulsan la reforma que el PRI acaba de aprobar; por un lado la condición pública de los partidos, lo cual restringió sus decisiones discrecionales “puerta adentro”, y por otra parte la creciente competencia, que llevó a la situación de que los ciudadanos no militantes o indecisos, fueran factor para los triunfos electorales, más allá del llamado voto duro.

En ese sentido, hasta antes de 1988, los triunfos electorales del PRI venían de sus militantes y simpatizantes, a través de sus sectores, organizaciones y sindicatos afiliados, así como de sus comités seccionales, que buscaban organizar a sus miembros a partir de la demarcación de cada sección electoral. Se trataba de un PRI que ganaba consigo mismo.

El otro fenómeno, el de la naturaleza pública de los partidos, trajo un punto adicional, el de la regulación de los partidos, sus estatutos, sus procesos internos; la posibilidad de los militantes de los partidos para recurrir las decisiones de éstos, ante la autoridad electoral, incluso, ante los tribunales electorales. Ello significó delimitar el margen de discrecionalidad en las decisiones de los partidos, hasta el punto de plantear la pregunta de si podían agregar requisitos a la inscripción de candidatos a cargos de elección popular, más allá de lo que establece la Constitución de la República, y en su caso, las Constituciones de las entidades federativas. Todo indica que esa facultad quedó delimitada y que los partidos entraron en problemas para establecer lo que llamamos candados.

En ese sentido, tanto la competencia política, como la naturaleza pública de los partidos, planteaban la necesidad de que el PRI se abriera a la sociedad, correspondiendo así a su naturaleza pública. Eso fue lo que hizo la XXII Asamblea del PRI, y lo hizo bien. El sábado 12 de agosto de 2017, el PRI cumplió con una cita concertada en 1996, cuando se les declaró entidades de interés público; es decir una naturaleza abierta, contraria a la posibilidad de determinaciones privativas, privadas, reservadas, arbitrarias o con márgenes de discreción. Desde entonces el PRI estaba llamado a abrirse, como finalmente lo hizo, ¡Enhorabuena!

Ahora corresponde instrumentar una vida interna con esas características, y que así lo hagan los PRI estatales, incluido, desde luego, Morelos. El reto del PRI es abrirse a la sociedad, sin perder la cohesión interna, y así replantear sus posibilidades de conquistar el poder político.

 

@vsamuelpalma

Ámbito: 
Local