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ITINERARIO POLÍTICO

¡Los “bufalos” corretean a Meade…!

 
 

Una de las más deplorables expresiones del oportunismo y la sumisión política en México fue motejada por la picaresca como “la cargada” y/o “la bufalada”.

“La cargada” es la impronta que por razones casi mitológicas permite suponer a un grupo social —todos a un tiempo— que son testigos del nacimiento del mesías.

Es decir, a una señal mítica, el grupo social y/o político cree adivinar el nacimiento del iluminado y, por ello, todos en tropel muestran una adhesión ciega y apoyo sumiso al mesías, al que ven poseedor de todas las virtudes imaginables.

A “la cargada” también se le moteja como “bufalada” porque el tropel de los pesos pesados de la política, la empresa y la sociedad —en general— que corren al encuentro del iluminado provoca el estruendo y la polvareda propias de la estampida de búfalos.

Tanto “la cargada” como “la bufalada” aparecen al amanecer del nuevo poder, sea poder político, religioso, empresarial…

Y claro que los “búfalos” de “la cargada” han sido vistos pastoreando en terrenos de Morena —donde se producen milagros de purificación—, pero también en los jardines del PAN, el PRD y, sobre todo, aparecen estridentes en torno al que muchos ven como el iluminado del PRI para 2018: José Antonio Meade.

Y es que desde la clausura de la 22 Asamblea del PRI —hasta ayer—, el secretario de Hacienda recibe trato político no solo especial y comedido, sino una admiración que coquetea con la sumisión.

Y es que “los búfalos” y su “cargada” dan por hecho que “el bueno” del PRI para 2018 se llama José Antonio y se apellida Meade.

Sin embargo, si hacemos un ejercicio básico de memoria, podremos recordar que Enrique Peña Nieto jugó un juego similar durante la sucesión del Estado de México, en los previos a 2012.

Entonces, del puñado de precandidatos del PRI al gobierno mexiquense, el perseguido por “los búfalos” era Alfredo del Mazo, primo del gobernador saliente e integrante de la vieja familia priista hegemónica en Toluca.

Muy pocos, si no es que nadie, le daba posibilidades al que —al final de cuentas— resultó elegido como candidato y luego gobernador: Eruviel Ávila, a quien en su calidad de precandidato a gobierno mexiquense no lo persiguió ninguna “bufalada”.

El ejercicio memorioso no solo es revelador, sino relevante porque explica las razones por las que un político de largo colmillo, como Peña Nieto, no suele mostrar sus cartas en decisiones fundamentales como la sucesión... y menos la presidencial de 2018, que no tiene por qué ser diferente.

¿Por qué, entonces, si Peña Nieto “no suelta prenda”, los “búfalos” de la “cargada” persiguen a Meade?

1. Porque suponen que el objetivo de la 22 Asamblea del PRI fue eliminar los “candados” para que el aspirante del PRI a 2018 fuera el externo y simpatizante que, hoy, casualmente encarna Meade.

2. Y, en efecto, el sentido común indica que si tiene pico de pato, si es palmípedo y grazna como pato, el candidato presidencial del PRI se llama “Pepe Toño”.

3. Sin embargo, “los búfalos” que persiguen al aún secretario de Hacienda —por verlo como el tapado del PRI— ignoran que en política —y sobre todo en la política electoral— el sentido común está lejos de ser un instrumento fiable.

4. Y es que si bien al eliminar “los candados” se encarta a José Antonio Meade como poderoso precandidato presidencial priista, también es cierto que esos candados no solo se abrieron para eso.

5. Es decir, los conocedores de signos, señas, símbolos y de los lenguajes verbales y corporales de la política —además de los intérpretes del juego de espejos— entienden que “los candados” no se quitaron para fabricar “un traje a la medida”, sino para que el Presidente pudiera contar “con todo un guardarropa” para la sucesión presidencial.

6. Dicho de otro modo; que si permanecían los candados en el PRI, el presidente Peña se quedaba con un guardarropa muy reducido para vestir la sucesión con tantos trajes como posibilidades exige la competencia extraordinaria de 2018.

7. ¿Y cuáles son esos trajes? Van desde la exigencia ciudadana de que el PRI se vista con las sedas ciudadanas no partidistas, hasta los chantajes y presiones de sus aliados, como el PVEM. Claro, sin olvidar el potencial chantaje del PAN en un eventual gobierno de coalición…

8. Hoy Peña Nieto cuenta con una baraja completa para el juego de la sucesión y hasta lleva ventaja a los jugadores. Ninguno lo puede arrinconar.

Y es que el PRI exhibirá al “tapado”, una vez que el resto de las cartas estén abiertas y sobre la mesa. Y la carta del PRI dependerá del juego de sus adversarios.

Por eso, hoy nadie sabe quién será el candidato del PRI.

Al tiempo.

Ámbito: 
Nacional