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TERTULIA POLÍTICA

 
Gobierno asesino / Graco, el gobernador
 

En Morelos, el gobierno del Estado es cómplice de decenas de asesinatos, decenas de secuestros e innumerables hechos criminales; los morelenses padecemos un gobierno asesino, evasivo, irresponsable y comodino, campeón en el dejar hacer y dejar pasar, eso sí, rabioso en la persecución de quienes lo critican. El responsable político de lo que ocurre en nuestra entidad, es Graco, el gobernador; absolutamente nadie más.
Precisamente por su responsabilidad en dos muertes, las de los señores Juan Mena, padre e hijo, es que Graco acudió hoy al senado de la República, a una reunión de trabajo de la comisión que preside el abyecto, servil y corrupto panista Ernesto Cordero Arroyo, quien defendió más al tabasqueño, que La propia Elena Cepeda, su esposa que, me dicen, no lo baja de pendejo.
Otro de los que estuvieron ahí, para atajar los intereses de Ramítrez, fue su cómplice del grupo perredista de Los Chuchosel diputado federal Jesús Zambrano Grijalba, que al igual que Cordero de opusieron a permitir la intervención de los senadores Fidel Demédisis Hidalgo y Rabindranath Salazar Solorio, así como del diputado federal panista, Javier Bolaños Aguilar.
Los tres mencionados de la representación legislativa federal, por cierto, tuvieron una participación digna, decorosa y de verdadera defensa de los intereses de quienes aquí tuvimos el privilegio de nacer y, hoy, la desgracia de vivir, en una tierra en donde la moneda de cambio oficial es la traición, el golpe bajo y el saqueo.
Fiel a su costumbre de repartir culpas y evadir responsabilidades, Graco Ramírez acusó a todos y se dijo víctima de todo. Lo más importante del asunto, es el que tiene que ver, con la acusación directa que hizo en contra del presidente de la República, Enrique Peña, de haberse prestado a inaugurar una obra que, según él había reportado, le había reportado, como inconclusa y peligrosa.
Lo que olvida el tabasqueño, es que luego de la alerta, del llamado de auxilio, por la caída de un vehículo en el socavón, nadie, absolutamente nadie del gobierno, a no ser por rescatistas temerosos, se presentó en el lugar de los hechos. El tema fue abordado por Graco, a su más puro estilo, a “tuitazos”. Él andaba en Nuevo León, grillando.
El asunto, de su presencia en el Senado de la República, fue un circo de quinta categoría, montado por el presidente de esa comisión, el panista venido a menos, Ernesto Cordero y apoyado por la mayoría de sus integrantes que no hicieron nada, más que “bajarle baloncitos a modo”.
Otro habría sido el resultado de ese encuentro, que evidentemente tendrá consecuencias para el tabasqueño, si se hubiera permitido la participación de Bolaños, Rabín Demédisis. Hay que destacar que la senadora Lizbeth Hernández hizo lo que pudo y, me parece que lo hizo mal.
Algo que se puso de manifiesto por enésima ocasión, es que Graco traiciona es un traicionero consumado. Negó a Ángel Aguirre Rivero, ante quién reconocía a Morelos, como el municipio más grande de Guerrero, como también negó su amistad, la que presumía de años, con el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.
El principio del fin llegó… 
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