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SERPIENTES Y ESCALERAS

Muchos meses lleva ya el pleito entre el gobernador y el rector de la UAEM; a lo largo de ese tiempo ha habido acusaciones mutuas muy serias y acciones que lastimaron a la universidad y al estado. Ninguno ha tenido la capacidad de poner un alto a la confrontación ni de abrir un canal de diálogo.

 

A nadie ha beneficiado el conflicto entre la universidad y el gobierno estatal; son muchos meses de crisis y agresiones que al final lo único que han evidenciado es la incapacidad de uno y otro para lograr acuerdos. Ambos personajes, el rector y el gobernador, están en la recta final de su mandato, los dos tienen aspiraciones políticas y juntos han hecho de sus respectivas instituciones un campo de batalla. En esta historia no hay ganadores; todos perdimos.

El pleito entre el jefe del ejecutivo y el jefe universitario lleva muchos meses, pero no siempre fue así. En el 2012 durante la campaña electoral, Alejandro Vera se decantó a favor del candidato del PRD, le abrió las puertas de la máxima casa de estudios y lo presentó desde a la comunidad universitaria como la mejor alternativa para gobernar nuestro estado. Tres años más tarde Vera Jiménez volvió a mostrar su simpatía por la propuesta progresista, dio entrada a varios candidatos de izquierda y pasada la elección recibió al presidente del PRD Rodrigo Gayosso, con quien suscribió un convenio para capacitar a los ganadores de su partido.

La relación entre el rector de la universidad y el gobierno no siempre fue mala, hubo momentos de armonía y algunos en los que incluso parecía que el universitario coqueteaba con el PRD y se perfilaba como su candidato. ¿Qué pasó?

Algunos refieren que la crisis entre ambas instituciones comenzó cuando el ex coordinador de asesores del gobernador trató de meter la mano a la UAEM e intervenir en la vida universitaria. Gustavo Martínez se presentó (dicen los universitarios) como operador de Graco Ramírez y con esas cartas credenciales operó con algunos directores para destituir al rector.

Hay muchas versiones sobre lo ocurrido entre Graco Ramírez y Alejandro Vera y casi todas son diferentes; unos y otros dan su punto de vista, justifican su actuar y recriminan al de enfrente. A la vuelta del tiempo no es claro qué fue lo que provocó el choque entre instituciones, pero es evidente que el rompimiento es absoluto y los costos han sido muy altos para todos.

A unos meses de que termine el ciclo profesional de ambos personajes las cosas en lugar de mejorar han empeorado. Paulatinamente uno y otro han subido el tono de sus discursos, han pasado de los mensajes indirectos a las acusaciones concretas con adjetivos muy fuertes.

La línea del rector y la del gobernador ya no es bien vista en ninguna de las dos instituciones (la UAEM y el gobierno); para todos es evidente que se trata de una lucha estéril, sin cuartel, en la que no existe posibilidad para nadie de salir victorioso.

A los universitarios les queda claro que en esta batalla la máxima casa de estudios ha llevado la peor parte, afronta una crisis sin precedentes en la que se ha puesto en riesgo la estabilidad laboral de muchos trabajadores y el futuro académico de miles de estudiantes. Del lado del ejecutivo también se sabe que se trata de una guerra absurda producto de un capricho en la que el gobierno ha salido severamente lastimado y el partido del Sol Azteca carga con un costo político monumental; la sociedad no avala un pleito de este tipo, pero si decide tomar partido siempre estará del lado de la universidad.

Las cosas que se han dicho Graco Ramírez y Alejandro Vera no son menores; el primero acusa al universitario de corrupto, de desviar el dinero de los universitarios y comprometer las finanzas de la UAEM con la contratación de un crédito; “es el ladrón que grita atrapen al ladrón”, dice el tabasqueño, al tiempo de asegurar que el rector acabará en la cárcel.

La respuesta que recibe el perredista es igual de dura: El gobernador es cómplice de la delincuencia organizada, desprecia a las víctimas de la violencia, ataca a la UAEM y se roba el dinero de los morelenses, dice el jefe universitario. Nunca antes Morelos vivió tiempos tan aciagos ni la sociedad estuvo frente a una administración tan insensible y corrupta, afirma Alejandro Vera.

La última semana ha sido terrible: como la rueda de la fortuna la suerte de ambos personajes ha ido de arriba abajo sin que se termine de resolver el problema. Un día el gobierno da un golpe al rector y al siguiente el gobernador recibe un palo igual de duro de parte de la UAEM. La lucha, insisto, ha sido sin cuartel y hasta el momento no ha logrado más que dañar a la universidad y exhibir al gobierno del estado.

Aún no se ve por donde la situación pueda resolverse; Alejandro Vera está en la recta final de su mandato, en la universidad ha comenzado el proceso de sucesión y ello no disminuye la presión del gobierno contra la universidad. Desde el ejecutivo Matías Quiroz se ha encargado de operar para desestabilizar a la universidad y tratar de anular a un personaje que electoralmente les provoca temor. El rector se juega su resto en esta última etapa, sabe que la pelea es a muerte y que el objetivo que persigue el gobierno es dejarlo fuera de la competencia política del 2018.

Nadie gana en este conflicto, las dos instituciones han salido lastimadas y sus titulares han quedado expuestos ante la gente por no haber sido capaces de privilegiar el diálogo y proteger a las instituciones que representan.

En un pleito en donde no existe la prudencia ni hay capacidad de conciliación, lo único que queda es tomar un bando: con Alejandro Vera o con Graco Ramírez.

  • posdata

Trece alcaldes, asegura el comisionado de seguridad Alberto Capella, están amenazados y pagan cuota a la delincuencia organizada. Uno de ellos, el de Mazatepec Jorge Toledo Bustamante, fue evidenciado en un video cuando era extorsionado por la delincuencia organizada para que les entregara 5 millones de pesos. En ese mismo video el edil reconoce que dio “facilidades” a la delincuencia cuando fue funcionario penitenciario y acepta haber recibido dinero para su campaña.

La pregunta es obvia: si el gobierno sabe que más de una docena de presidentes municipales son extorsionados y uno ha reconocido públicamente (en video) colaborar con un grupo delictivo ¿Qué hacen las autoridades?

  • nota

Una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica publicada la semana pasada revela que los mandatarios de Yucatán, Durango y Sonora son los mejores calificados por la sociedad; los de Morelos, Chiapas y Tabasco son los peores.

Según dicho estudio los gobernadores de Morelos, Graco Ramírez (PRD), Tabasco, Arturo Núñez (PRD) y Chiapas, Manuel Velasco (PVEM), son los peores calificados en cuanto a desempeño, seguridad y confianza y control del estado. La muestra levantada telefónicamente en 20 mil hogares y otros mil 500 vía internet, valora otros aspectos como cumplimiento de deberes, oportunidades de bienes y desarrollo económico. Mandatarios como Héctor Astudillo (PRI) en Guerrero y Francisco Vega (PAN) en Baja California también tienen los peores índices de aprobación.

Los gobernadores que de acuerdo con los encuestados han "perdido las riendas del estado" son los de Guerrero, Morelos, Tabasco, Chiapas y Baja California. En esos estados más del 75% de sus habitantes creen que la situación de la entidad "se ha salido de control". En Michoacán, Nayarit y Ciudad de México, bajo el gobierno de Silvano Aureoles (PRD), Roberto Sandoval (PRI) y Miguel Ángel Mancera (PRD), existe la percepción de una falta de gobernabilidad que ha rebasado la capacidad de sus mandatarios.

En el extremo contrario se percibe a los gobernadores de Durango, José Rosas Aispuro (PAN); de Yucatán, Rolando Zapata (PRI) y de Sonora, Claudia Pavlovich (PRI), como los mandatarios que tienen bajo control la situación de su entidad.

Otro apartado del estudio revela que Tabasco, Guerrero y Morelos son los tres estados donde la gente se siente mayormente insegura. En esta valoración los mandatarios apenas recibieron entre dos y tres puntos de satisfacción en una escala de 10. Con un nivel de satisfacción similar se enlistan entre los cinco peor evaluados el Estado de México y Colima, gobernados por Eruviel Ávila (PRI) y José Ignacio Peralta (PRI), respectivamente, cuyos residentes califican con un 3.2 de aceptación.

Más allá del top cinco se añade a la lista de los estados con mayor percepción de inseguridad a Zacatecas, Puebla, Veracruz, Ciudad de México y Baja California Sur. En contraste solo en Yucatán, Durango y Campeche el índice de satisfacción supera los cinco puntos. 

En lo que respecta al nivel de confianza que reciben de sus gobernados, se enlista nuevamente a los mandatarios de Morelos, Chiapas, Tabasco, Guerrero y Baja California como los peores evaluados. Ante la pregunta, "Si el gobernador de sus estado fuera su vecino y usted tuviera que ausentarse por varios días, ¿le confiaría las llaves de su casa?", los habitantes de las citadas entidades contestaron en más de un 80% que no. Los otros cinco estados en orden descendente, con gobernadores que generan desconfianza son Puebla, Ciudad de México, Oaxaca, Coahuila y Estado de México. Nuevamente los mandatarios de Sonora, Durango y Yucatán son los mejores evaluados en este aspecto.

En lo que respecta al cumplimiento de deberes y responsabilidades aparecen nuevamente el morelense Graco Ramírez, el tabasqueño Arturo Núñez y el bajacaliforniano Francisco Vega como las tendencias más bajas. En una escala donde 0 equivale a "no cumple con ninguno de sus deberes" y donde 10 equivale a "cumple con todos sus deberes", los citados gobernadores fueron calificados con valores de entre tres y cuatro puntos. A ellos se suman Manuel Velasco, Miguel Ángel Mancera y Héctor Astudillo quienes apenas superan el 4 de calificación sobre el cumplimiento de sus responsabilidades.

Un índice más general para conocer el nivel de satisfacción o insatisfacción a nivel estatal, evaluando aspectos como situación económica, oportunidades para mejorar la situación económica, acciones de gobierno para el bienestar de los ciudadanos y seguridad, revela que habitantes de 11 estados se dicen "insatisfechos" o muy "insatisfechos".

En Tabasco y Morelos sus residentes se dicen "muy insatisfechos" con una calificación de 35.8 y 37.7 en una escala de 100. En la categoría de "insatisfechos" se enlistan Chiapas, Guerrero, Veracruz, Zacatecas, Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Michoacán y Oaxaca con valores que oscilan entre los 40.3 y 44.5 en la misma escala sobre el nivel de satisfacción.

  • post it

Cuauhtémoc Blanco será candidato a gobernador, así lo definió ya su dirigencia nacional. La preferencia electoral favorece al futbolista, aunque para garantizar su triunfo en las urnas le hace falta un partido más grande que el PES.

El alcalde capitalino dice que “no se la va a perdonar a nadie”, que acabará con los corruptos y mejorará las cosas en Morelos; ¡Bravo!.

¿Qué tal si comienza a demostrar su capacidad como gobernante arreglando el desmadre que hay en el municipio de Cuernavaca? Tanto bache, tanta basura, tanta corrupción y tanta falta de agua no son una buena razón para votar por él.

Por cierto: Cuauhtémoc Blanco Bravo promete acabar con la corrupción, pero tiene a su lado como coordinador de asesores a Jorge Meade González, un personaje acusado de corrupción.

¿No es contradictorio?

  • redes sociales

Cinco años de enfrentamientos en Morelos ha traído muy malos resultados para todos. Lo que pudo ser un sexenio de recomposición social y repunte estructural se convirtió en una etapa de conflicto permanente y deterioro público. Después del desastroso gobierno de Marco Adame parecía sencillo hacer brillar al estado, pero no fue así. En la recta final del régimen perredista la tónica debería ser la reconciliación, pero predomina el enfrentamiento.

¿Por qué va a ser recordado Graco Ramírez cuando deje de ser gobernador de Morelos? ¿Por sus discursos? ¿Por su carácter? ¡por la beca salario? ¿Por las obras que realizó? ¿Por sus pleitos con la universidad y la iglesia? ¿O por los escándalos en los que estuvo involucrado?

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