Violencia y muerte en el transporte público
En un primer momento la policía no supo si el cuerpo que estaba tendido en la calle correspondía a un pasajero o a un asaltante. Y es que la víctima tenía una navaja en la mano.
El pasado 15 de marzo, a las ocho de la noche, un camión que circulaba por el Eje 6 fue asaltado por dos hombres. Los asaltantes recorrieron la unidad, arrebatando a los pasajeros teléfonos y carteras. Un joven de 23 años se negó a entregar sus pertenencias, y los enfrentó.
Todo sucedió muy rápido. Los asaltantes abrieron fuego contra él —le dieron dos tiros— y luego, según los testigos, “lo aventaron a la calle”. Minutos después saltaron ellos mismos de la unidad y se perdieron en la oscuridad.
El joven se llamaba Pedro Vega y era colaborador del diputado federal del PAN Santiago Torreblanca. Aquella noche había abordado un autobús al salir de la Cámara de Diputados: se dirigía a su domicilio.
Eje 6 Sur: en esa misma avenida dos asaltantes asesinaron medio año antes (4 de agosto de 2016), de un tiro en el pecho, a otro pasajero que, al igual que Vega, se resistió a entregar sus pertenencias.
El asesinato ocurrió también en un camión de transporte público. En la Ciudad de México, los robos con violencia desmedida, cometidos en este tipo de transporte, han pasado a formar parte de la vida cotidiana.
En febrero de este año otros dos hombres subieron a robar a una camioneta repleta de pasajeros. Eran apenas las cinco de la mañana. El vehículo transitaba por la calzada Ignacio Zaragoza, en la delegación Iztapalapa.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública recibieron más tarde un reporte: en una unidad detenida en esa calzada había varios hombres con impacto de bala.
Los uniformados hallaron varios pasajeros histéricos. A bordo de la unidad había un hombre muerto, y un joven de 16 años herido.
Los testigos señalaron que ambos realizaban el asalto cuando un desconocido despojó a uno de ellos de su arma. Abatió al asaltante de mayor edad, hirió al joven de 16, y luego él también se perdió en la oscuridad.
Hace apenas un mes causó escándalo el caso de los tres asaltantes que en la calle Miguel Bernard atracaban el mismo camión y terminaron enfrentándose a tiros: uno de ellos murió y otro recibió una herida de bala (su cómplice trasladó a este último a un hospital “para que lo curaran”).
En el último año han ocurrido en la Ciudad de México 140 robos a transporte público que la consultora Lantia considera “de alto impacto”; es decir, asaltos a los que acompañan niveles desmedidos de violencia —y el consiguiente impacto mediático.
La mitad de esos asaltos (73) ocurrieron en tres delegaciones con incidencia Alta y Muy Alta: Iztapalapa (30), Cuauhtémoc (22) y Gustavo A. Madero (21).
Otros 29 sucesos se dieron en Iztacalco (12), Álvaro Obregón (9) y Venustiano Carranza (8).
De acuerdo con Lantia, las colonias con mayor número de registros son Centro Histórico, Buena Vista y Guerrero (en Cuauhtémoc), Agrícola Pantitlán y Agrícola Oriental (en Iztacalco), Anáhuac (en Miguel Hidalgo) y Santa Martha Acatitla (en Iztapalapa).
Casi el 60% de los robos ocurrió “en microbuses, rutas o camiones de transporte público concesionado”, aunque hubo también asaltos de alto impacto en el Metro (19% del total), a bordo de taxis (17%) y en estaciones y unidades del Metrobús.
Las estaciones del Metro con mayor incidencia fueron Balderas, Hidalgo, Guerrero y Pantitlán.
Según un reporte de la consultora, “la tendencia de este tipo de robos se mantuvo estable en el último trimestre de 2016”. Sin embargo, “a partir de junio de 2017 se observa un aumento sostenido de este tipo de asaltos: hubo 24 en julio; la cifra subió a 28 en agosto.
El reporte de Lantia cierra con un tinte sombrío: en medio de esta tendencia a la alza no se descartan más homicidios en el transporte público, ni nuevos intentos de justicia por propia mano.
Si las cosas no cambian, habrá más muertos, más linchamientos y más “justicieros”.