Círculo rojo
Los que opinan, los que deciden, los que actúan, los que influyen… con ellos se confrontó el gobernador desde el primer día de su gobierno; las consecuencias están a la vista. El PRD no puede cometer el mismo error al momento de ir a campaña.
Los que toman decisiones, los que piensan, los que actúan, los que participan, los que definen líneas de acción, los que forman criterios e influyen en los demás son considerados como el Círculo Rojo de una sociedad. Políticos, empresarios, periodistas, intelectuales, académicos, jueces, sindicalistas, pensadores, economistas… en otras palabras, el poder. Esa franja de la sociedad es muy importante en todos los aspectos y es determinante en los procesos electorales; el círculo rojo mueve al resto de la sociedad, influye en el desempeño de un gobierno e impacta en el resultado final de las campañas. En Morelos el Círculo Rojo ha fijado posición.
Uno de los primeros y más graves errores del gobierno de Graco Ramírez fue confrontarse con el círculo rojo. El perredista acuñó un discurso social, dijo que gobernaría del lado de la gente, que tendría un gobierno de puertas abiertas en donde no cabrían las posturas autoritarias ni excluyentes; gobernar con la gente y no con la clase política. La idea sonaba bien, era romántica, pero nunca funcionó ni se puso en práctica; lo primero que hizo el tabasqueño como gobernador fue alejarse de la sociedad y poner barreras a su gobierno.
Llevamos cinco años de enfrentamientos en Morelos; unos y otros, en todos los partidos y en todos los sectores han entrado a una especie de guerra sin cuartel en donde la agresión es base de la estrategia. Los costos sociales de esta dinámica están a la vista: el estado enfrenta un escenario adverso en casi todos los rubros, es mal visto a nivel nacional, ocupa los primeros lugares en delitos, corrupción, opacidad, violencia, endeudamiento… y el ambiente ciudadano se respira hostil. La paz social se perdió y la desconfianza hacia el gobierno se convirtió en una constante.
Como consecuencia la sociedad se polarizó y las posturas se radicalizaron; en todos lados se escuchan o se leen mensajes de odio contra el gobernador, voces de rechazo hacia su administración y críticas constantes a sus políticas públicas. Es tan grande el descrédito personal del ejecutivo que opaca las acciones positivas de su gobierno y anula los logros institucionales. Aquí entra el círculo rojo.
A lo largo del sexenio el círculo rojo ha señalado con severidad el actuar del gobernador perredista; los choques constantes de Graco Ramírez con este sector han acabado con su discurso, enterrado sus expectativas políticas y sepultado a su administración. El mandatario pensó que no necesitaba de nadie para gobernar, ni partidos, ni empresarios, ni líderes sociales, ni académicos, ni mucho menos periodistas. Él y sólo el bastaba para hacer lucir un régimen de ocurrencias que al final, a unos meses de que termine, está calificado como el peor del país y considerado el peor de la historia del estado. Para gobernar sin el círculo rojo se requiere hacer un gobierno excepcional.
Socialmente ya no hay manera de revertir el desgaste que sufre el gobierno de Graco Ramírez; cinco años de conflictos y un choque frontal con el círculo rojo acabó con la carrera de un hombre que pretendió competir por la presidencia de la república y ahora ha sido relegado hasta de la construcción de un frente nacional opositor. Graco está solo, ha perdido el cobijo político de su grupo (Los Chuchos), se enemistó con el presidente de la república, se distanció del PAN y rompió con el secretario de gobernación; localmente el perredista no tiene apoyo y casi todos los aspirantes a sucederlo utilizarán su figura para atacar a los candidatos de su partido. El cierre de mandato será intenso: Graco gobernó cinco años con todo el apoyo federal y dejará el poder sin respaldo de nadie.
En este último punto también aparece el círculo rojo: Morelos es una entidad geográficamente pequeña, pero políticamente muy influyente, la cercanía con la capital del país no es sólo territorial, también lo es política, económica y social. Muchos actores de poder nacional tienen intereses en Morelos, conocen, viven o escuchan lo que aquí sucede y se nutren de información que trasladan al centro de poder nacional; las opiniones locales del circulo rojo se replican permanentemente en el círculo rojo de la Ciudad de México.
En menos de doce meses un nuevo gobernador tomará protesta en la tierra de Zapata; a esta altura del sexenio y con el desgaste tan alto que sufre el gobierno de nueva visión es imposible pensar en recomponer la imagen del mandatario, lo que tendrían que buscar es suavizar la salida, tratar de sanar heridas y prepararse para enfrentar un séptimo año muy complicado.
Electoralmente hablando la estrategia debe ser muy bien pensada: el PRD no puede deslindarse del gobierno de Graco Ramírez, pero tampoco puede acuñar un discurso en torno a su figura. El tabasqueño necesita que su partido mantenga el control de las instituciones en Morelos, pero para que eso suceda es fundamental que se establezca una distancia entre los perredistas y él. ¿Cómo van a lograrlo?
El tiempo juega un papel fundamental en el plan de campaña, el proceso electoral ya comenzó, los precandidatos están a la vista y el discurso opositor está perfectamente identificado; el PRD sabe que el desgaste del mandatario es enorme, está consciente de que no pueden ir en busca del voto bajo su sombra, pero también que requieren del apoyo institucional para enfrentar la batalla electoral más dura de la historia reciente.
El círculo rojo jugará un papel clave: sus opiniones, sus ideas y sus posturas van a marcar tendencia y nadie del lado amarillo está operando en el círculo rojo.
- posdata
Dividamos el círculo rojo en dos partes: el que influye en la opinión pública (y consecuentemente en los votos) y el que opera políticamente (y toma decisiones). Este último está integrado por actores de poder que participan en las campañas, que tienen intereses electorales y capacidad de influir en las instituciones.
Esa parte del círculo rojo está en contra de Graco Ramírez, pero actuaba por separado; al mandatario y a su partido no le interesa conciliar con ellos porque los enfrenta uno a uno y les aplica la fuerza del estado. Solos, los actores de poder no son tan peligrosos y frecuentemente sucumben ante el poder de las instituciones o las relaciones políticas del mandatario; unidos son otra cosa.
Lo que vemos en el preámbulo de las campañas es distinto: los actores de poder están comenzando a unificar criterios, a manejar el mismo discurso y sobre todo, a dialogar entre si. Ya hemos visto a distintos personajes sentarse en la misma mesa, compartir opiniones y establecer estrategias conjuntas; no me refiero sólo al hecho de plantear un mismo discurso, sino a la definición de un mismo plan de ataque que incluye acuerdos antes, durante y después de la elección.
Las reuniones ocurren a la vista de todos, se dan en torno a una mesa de café, pero también en encuentros privados; en ellas participan políticos, aspirantes, líderes sociales, académicos, empresarios, dirigentes políticos, líderes de opinión y hasta representantes de iglesia. El objetivo es uno: cerrarle el paso al PRD y actuar legalmente contra Graco Ramírez en el 2018.
Los estrategas amarillos no han dimensionado el tamaño del problema que se les viene, parecen no entender el peligro político y electoral que implica que este sector de poder comience a trabajar unido y a plantear metas en común; ya no hablamos sólo de la definición de un mismo discurso de campaña, sino del acuerdo formal de acciones que se tomarán en el próximo gobierno, no importa quien resulte ganador en las urnas.
La estrategia perredista es ganar terreno en las calles, particularmente fuera de la zona metropolitana; apuestan a la estructura, al manejo de recursos y a la fuerza institucional combinada con una alianza con el PAN. La idea no es mala, pero no será suficiente si no atienden el círculo rojo y anulan el gran frente opositor que de facto actuará en su contra.
El dinero es importante en una campaña, pero no es suficiente para definir una elección cuando el desgaste social es tan grande y todos los enemigos se unen.
- nota
La alianza entre el PRD y el PAN en Morelos parece inminente derivado de los acuerdos nacionales y de la operación que localmente hace el ex gobernador Marco Adame Castillo y su hijo Juan Pablo.
En la mesa nacional los acuerdos incluyen la definición de estados que encabezará cada una de las fuerzas políticas; en Morelos, Tabasco y la Ciudad de México el PRD estará al frente la alianza y tendrá la primera posición al senado.
El rechazo del panismo local a esta hipótesis es alto en más de una docena de estados del país, incluyendo la tierra de Zapata. Aquí la dirigencia que encabeza Juan Carlos Martínez Terrazas ha dejado claro que no quiere una alianza con el PRD, pero esa sola postura no es suficiente para evitar un Frente local.
La dirigencia estatal panista vive un momento complicado, ha perdido fuerza interna y representación en el consejo estatal; el voto panista ya no es mayoritariamente afín al joven dirigente, el consejo se ha partido en tres y eso hace posible una alianza con el PRD.
El problema de fondo ante este acuerdo de este tipo no está en la definición cupular, sino en el convencimiento de la militancia. Panistas y perredistas se han agraviado mucho a lo largo de cinco años, quedaron en medio de los ataques políticos de sus dirigentes y no confían uno en el otro.
Entre panistas la idea de apoyar a un candidato perredista es complicada a pesar de que desde hace tiempo se maneja la idea, los promotores en ambas instituciones no han tenido el cuidado de establecer contacto con la base, de convencer a la militancia de los beneficios de un pacto de este tipo, ni de matizar el desgaste de las figuras que pretenden encabezar el frente.
A unas semanas de que se defina la alianza local ninguno de los promotores del Frente hace un trabajo de base; si pacto se concreta en Morelos será por decisión de las dirigencias nacionales, no por interés de la estructura local. ¿Pueden ganar una elección así?
Quienes buscan que el Frente Amplio se concrete en Morelos deben ver las cosas más allá de un escritorio: una alianza sólo de papel lo único que provocará es desbandada y sabotaje interno.
- post it
Cuernavaca y la zona metropolitana son un espacio clave en la próxima elección. Para los opositores del régimen esta zona es importante, porque ahí se concentra el mayor número de electores, es la caja de resonancia del estado y son los municipios de mayor desgaste del PRD.
Para el PRD y sus aliados también es importante trabajar este lugar, no se pueden dar el lujo de dejarlo libre ni de suponer que con el resto del estado equilibran las cosas. Los perredistas deben apostar fuerte en la capital y en los municipios conurbados, necesitan arrebatar el mayor número de votos posibles y evitar que la oposición se apodere por completo de esta región.
El problema del PRD es que no tiene liderazgos en Cuernavaca ni en la zona metropolitana, ningún diputado perredista tiene presencia real en la zona, ni tampoco un equipo electoral efectivo que logre algo más que acarreo para eventos. Los únicos legisladores locales que tienen trabajo en Cuernavaca (independientemente de su capital político) son Carlos Alanis, del PAN, Mario Chávez, del PRI, Beto Mojica, del PAN, Jaime Álvarez, de Movimiento Ciudadano y Paco Santillán (con Ulises Vargas) de Nueva Alianza.
Para el dirigente perredista (y probable candidato del Frente Amplio en Morelos) es fundamental tener una estructura fuerte en la zona metropolitana; si Rodrigo Gayosso es candidato a gobernador, necesita liderazgos reales para ganar, no se puede dar el lujo de cargar con candidatos inflados o de papel.
Cuernavaca es fundamental para ganar Morelos.
- redes sociales
Por primera vez en muchos años hubo dos ceremonias del grito de independencia en la capital; una a cargo del gobernador y otra organizada por el alcalde.
Más allá de filias y fobias políticas hay que aplaudir que la fiesta cívica transcurrió en paz en Cuernavaca y el resto del estado, incluyendo Mazatepec, donde el comisionado de seguridad acudió para mostrar que hay seguridad… y de paso dejar ver que sabe mover el bote.
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