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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

 

El sismo de la semana pasada afectó a miles en Morelos, dejó sin hogar a cientos de familias y cobró la vida de decenas de personas. La gente sigue asustada, los ciudadanos brindan ayuda de manera generosa y el gobierno se ha convertido en foco de atención por su manejo. La retención de apoyo a víctimas colocó los últimos clavos en el ataúd político del PRD.

 

Las contingencias ambientales representan una coyuntura muy especial para los gobernantes. Tragedias como los sismos aparecen sin aviso, no forman parte de ninguna agenda y muchas veces provocan caos y devastación. Lo que viene después de este tipo de fatalidades es cosa distinta: pone a prueba a los gobiernos, a las instituciones y a sus encargados. Una reacción oportuna favorece a los hombres y a las mujeres de poder, los puede hace ver bien frente a los ojos de la sociedad y dependiendo de su reacción, les ayuda a matizar fallas anteriores; una actuación errónea, por el contrario, se vuelve fatalidad pública y muchas veces representa su tumba política. Esto último está sucediendo hoy en la tierra de Zapata.  

Lo que está pasando en Morelos luego del sismo de la semana pasada no es distinto a lo que hemos visto a lo largo de cinco años: errores de actitud, ocurrencias al actuar y una pésima comunicación. Después del siniestro vino el caos y casi de forma inmediata apareció la solidaridad de la gente que se organizó y comenzó a apoyar con mano de obra y recursos para las zonas afectadas.

El gobierno federal también se movió de inmediato y casi al momento puso en marcha acciones de contención; atendió la crisis desde muchos flancos y desplegó una campaña de información en medios dando a conocer su plan trabajo y los caminos que podían seguir los voluntarios. La Marina y el Ejército han hecho una labor loable en las zonas más afectadas por el terremoto; muchas vidas se salvaron gracias a ellos y a la solidaridad de la gente.

Localmente la historia no comenzó tan mal: el secretario de gobierno asumió el papel de gobernador ante la ausencia de Graco Ramírez que estaba en Michoacán en una reunión de carácter político-partidista; Matías Quiroz informó de las acciones a seguir luego del sismo y junto con el comisionado de seguridad abrieron canales directos de comunicación con la población. Más tarde llegó el tabasqueño, se concentró en las oficinas del C5 y desde ahí comenzó a coordinar (dijo) lo que tendría que hacerse. Entonces el planteamiento cambió.

En Morelos la sociedad comenzó a actuar sin tomar en cuenta a las autoridades locales; miles de personas se organizaron solas, hicieron cadenas de apoyo alimentario y también se trasladaron a diversos puntos críticos a prestar ayuda. Las horas en un momento como este son críticas, cada minuto cuenta porque cientos de paisanos se quedaron sin techo y miles de personas requerían comida.

Desde alguna parte del gobierno se dio la orden de retener la ayuda que llegaba para los damnificados para concentrarla en las bodegas del DIF estatal. De ahí saldrían de manera ordenada a las comunidades, decía el gobierno, bajo la supervisión del estado. Ahí comenzó la crisis social.

Uno de los choferes de los camiones con ayuda externa que fueron detenidos dijo que le estaban impidiendo llegar con los víveres a las zonas afectadas, que igual que a otros vehículos los estaba desviando hacia Bajada Chapultepec y los obligaban a entregar la carga al DIF Morelos; a través de redes sociales pidió a la gente que acudiera en apoyo y evitara que le despojaran de la carga. La denuncia se hizo viral, la población se movilizó de inmediato, llego al lugar y exigió al DIF que no retuviera el apoyo. El gobierno se negó.

Lo que siguió es del conocimiento público: los sentimientos sociales se combinaron y el escenario cambió radicalmente en el estado. Antes de esto a Graco nadie lo volteaba a ver, las labores de ayuda se realizaban por varias vías y los ciudadanos hacían su labor en paralelo a las autoridades. Fue la supuesta retención de víveres del DIF lo que puso  los ojos de la gente en el gobierno y recordó lo que el tabasqueño ha hecho a lo largo de cinco años. El reclamo creció exponencialmente, rebasó las fronteras del estado y se le salió de control a las autoridades locales.

El miedo y la desesperación de la población se mezcló con el enorme odio personal que muchos sienten hacia el gobernador. Los ciudadanos dejaron de ver la labor altruista de cientos de voluntarios del DIF, en la mente de la gente apareció Graco y su señora y se sembró la idea de que ambos lucraban con el dolor de la gente y trataban de sacar provecho político de la ayuda humanitaria. Las autoridades han negado reiteradamente esta acusación, pero nadie les cree; Graco y Elena se convirtieron en los villanos de una monumental película de horror.

A casi una semana del sismo el escenario es claro: hay 17 municipios severamente afectados, cientos de casas dañadas en su totalidad, miles de personas afectadas, decenas de inmuebles públicos que deberán ser derruidos, un gobierno estatal perredista absolutamente rebasado y un odio social que se canalizará en las elecciones a ese partido.

Frente a la tragedia hay dos cosas que destacan: 1- El pueblo de México dio una muestra de unidad que ha impactado al mundo, el apoyo sigue fluyendo sin cesar y aunque eso no resuelve de fondo el problema, ayuda a mitigar el dolor y a sortear la crisis; volvimos a ver la otra gran versión de nuestro querido México. 2- El sismo no sólo colapsó casas y edificios, también acabó con la credibilidad de un gobierno y hundió al PRD; en menos de una semana la nueva visión acaparó más críticas que todas las que ha recibido a lo largo del sexenio, se volvió centro de atención nacional e hizo reaccionar en su contra a ciudadanos, políticos, deportistas, artistas y empresarios.

Frente a la crisis social Graco Ramírez no ha sabido cómo reaccionar; es incapaz de actuar de manera directa y tampoco ha podido coordinar el trabajo de los miles de voluntarios que siguen ayudando. El gobierno del estado se ha convertido en un simple observador de la tragedia, un lastre que manipula los recursos públicos que recibe y los canaliza a través de asociaciones propias que entregan ayuda con tintes político-electorales, como la de Sergio Beltrán Toto.

La semana que concluyó fue trágica para Morelos, somos uno antes y otro después del sismo, tendremos que aprender a vivir con el miedo de una nueva tragedia y a prepararnos mejor frente a las contingencias. Pero el terremoto también mostró el otro rostro de este gran país solidario que ha impactado al mundo con su reacción, que provoca orgullo y que es la razón por la cual México no ha colapsado a pesar de sus malos gobiernos.

Políticamente hablando el sismo también afectó: la equivocación del DIF Morelos y la terrible reacción del gobierno estatal frente a la crisis colocaron los últimos clavos del ataúd electoral del PRD. Todo el esfuerzo personal del partido y de algunos de sus integrantes fue aplastado por el desprestigio internacional que derivó de la retención de alimentos y apoyos para las víctimas del terremoto.

México se levantará, Morelos se levantará. Graco ya no.

  • posdata

Es evidente que los estrategas políticos y de comunicación de Morelos ya no saben qué hacer ante la crisis. Primero fue la negación de los hechos, las acusaciones contra algunos personajes y luego la aparición de la presidenta del DIF en una entrevista.

Después vino el reparto de culpas, los señalamientos a diversas instituciones, las amenazas de utilizar la fuerza pública (incluyendo un toque de queda) y por supuesto (siempre presente en el discurso de Graco) las imputaciones contra la iglesia, la universidad y los “enemigos políticos” del gobernador. Rodearse de diversos personajes e instituciones para intentar recuperar confianza ciudadana y confirmar que lo que estamos viendo es “una campaña de odio” es la más reciente etapa de esa fallida estrategia.

Todos los caminos que ha tratado de seguir el gobierno en esta crisis han colapsado, una a una las hipótesis planteadas han caído por su propio peso y por la falta de argumentos. Incluso las amenazas institucionales se han diluido: NO hubo actuación firme la noche en que se vaciaron las bodegas del DIF Morelos, NO hay pruebas de que los universitarios sean ladrones (Capella dixit) y NO han podido desmentir con argumentos que los camiones con ayuda humanitaria son interceptados para canalizar el apoyo al gobierno. La opinión pública nacional aplastó la credibilidad de Graco.

La arrogancia del gobierno estatal es la clave de su tragedia desde que comenzó el régimen; el carácter pendenciero del señor Ramírez es la razón de muchos de sus problemas y se ha convertido en el Talón de Aquiles del PRD local. El tabasqueño no puede controlar su carácter, lo manipulan sus impulsos y es incapaz de reconocer un error; ahora afirma que la crítica social es una campaña de odio en su contra, como si en este momento de tragedia a miles de ciudadanos, políticos, artistas, intelectuales, empresarios, deportistas y comunicadores les importara más su figura que la integridad de las miles de personas afectadas por el sismo.

Desde hace años Graco ya no podía andar solo en las calles, le resultaba imposible mezclarse con la gente por miedo a ser insultado; incluso sus eventos dejaron de ser públicos porque en los últimos la gente le abucheaba. Ahora intentó darse baños de pueblo acudiendo a zonas afectadas y en más de una, incluida la visita presidencial, fue increpado y recibió mensajes de odio hacia su persona.

Todas las crisis se están combinando en Morelos al final del sexenio. Las acusaciones por la retención de recursos para víctimas pueden ser el hilo que deshebre lo último que quedaba del manto de protección política del tabasqueño y de pie al inicio de diversos procesos penales en su contra.

Graco es el próximo Duarte de México.

  • nota

En un intento de recuperar confianza, el gobierno del estado llamó al delegado de la Cruz Roja en Morelos par validar su actuación frente a la crisis; la idea fue poner al representante de una institución respetable para validar que el gobierno actuaba de forma correcta.

Graco Ramírez apareció rodeado de funcionarios estatales y federales; a su derecha estaba José Esparza Saucedo, de Cruz Roja, una institución noble con un delegado que no lo es. La idea de arropar al gobernador para fortalecer la postura del gobierno no funcionó, porque el delegado se equivocó al hablar.

Aunque el plan valía la pena, el mensaje echo abajo el esfuerzo: primero el tabasqueño acusó a la gente de implementar una campaña de odio en su contra y al hacerlo dejó de lado la razón principal del enojo ciudadano: las víctimas; para el mandatario lo importante era que ya no lo criticaran, que respondieran a su llamado y creyeran en su palabra, lo demás era secundario. La cereza del pastel la colocó el delegado Esparza, quien se limitó a contar un chiste de camellos y decir que “tenemos que hablar bien de Morelos”. Nunca en esta crisis había escuchado un comentario tan estúpido como ese.

La Cruz Roja es una gran institución, su trabajo es siempre admirable. Lástima del delegado que tiene en Morelos.

  • post it

Dos frases en torno a la crisis del sismo:

No se como calificar la malvadez (sic) de hablar mal y ofenderme; yo se quien soy y la gente que trabaja conmigo lo sabe; hemos cambiado el Sistema DIF Morelos. No ofenden a Elena Cepeda, ofenden al pueblo de Morelos”: Elena Cepeda.

“Hay una gran desconfianza de la sociedad civil que esta cansada de corrupción y de lo que vemos; nadie debe lucrar con la tristeza, el pueblo no confía en su gobierno, lo considera corrupto completamente” Ramón Castro, Obispo de Cuernavaca.

  • redes sociales

Primero fue Bárbara Mori desde su cuenta personal con más de un millón 200 mil seguidores. Luego Belinda y sus casi cinco millones de seguidores y Guillermo del Toro con sus 758 mil seguidores, también el Chef Aquiles Chávez y sus 384 mil seguidores y el político Javier Lozano y sus 357 mil seguidores. Ellos y otros muchos personajes más han expresado su molestia contra el gobernador de Morelos por el manejo de la ayuda a los afectados por el sismo.

No hay troles que aguanten semejante presión.

El ejército de Gracobots fue derrotado. Una vez más.

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