Solidaridad, caos y posibles lecciones del nuevo 19/S
El domingo, cuando redacto estas líneas, han pasado cinco días del sismo. Cinco días.
Las redes sociales, los grupos de WhatsApp aún hierven con información de todo tipo. A estas horas es difícil hacer el conteo verificado de cuántos edificios aún podrían tener personas atrapadas, cuántas se han rescatado de dónde. Cuadras enteras en las colonias afectadas están acordonadas y miles de capitalinos viven fuera de sus casas, pero cuando uno pregunta, muchos de esos acordonamientos, muchas opiniones sobre edificios deshabitados fueron hechos por voluntarios. ¿Quién dijo que este edificio era inhabitable? He preguntado una y otra vez en estos últimos días, y en muchos casos la respuesta no incluye un dictamen, ni siquiera haber visto planos; en otros ya nadie localiza al vecino que trajo a un amigo ingeniero que dijo que lo mejor era salirse.
Los centros de acopio instalados por ciudadanos siguen trabajando, pero cada vez es más difícil saber qué falta, a quién le falta, a dónde ir y dónde no.
Cada empresa, cada banco, cada corporativo anunció su método de captación y multiplicación de donaciones. ¿Es lo más eficiente?
En el edificio colapsado de Álvaro Obregón, por ejemplo, el domingo circulaban listas con diferentes números de desaparecidos, flotaban diferentes números de posibles atrapados vivos, no había inventario de familiares buscando personas específicas… Cinco días después.
Vivimos en una zona sísmica encima de un lago. Esto va a volver a pasar.
Después del 85 la ciudad se concentró en la prevención. Alertas, evacuación, códigos de construcción, primeras respuestas.
Tal vez la lección es construir un plan para los días después del temblor que haga que la enorme, ejemplar, solidaridad y la actividad ciudadana sean más eficientes, llegue más rápido y sus efectos sean duraderos. Cómo construir métodos que brinden confianza a ciudadanos y obliguen a autoridades a ser más eficientes.
Y que toda esta marea de generosidad sea efectiva para colaborar en la crisis que se nos viene. Una que tiene que ver con vivienda que se ha perdido, infraestructura que se ha dañado, vidas que han sido afectadas para siempre y que hoy abarca estados desde Chiapas hasta Puebla. Y en CdMx, lugares a los que no hemos puesto demasiada atención, como Xochimilco, y que necesitarán de ayuda por mucho tiempo.
Algunos apuntes de esto, en las Dudas razonables de los próximos días