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ITINERARIO POLÍTICO

¡Ayer era mortal; hoy es vital!

 
 

Hoy, para el PRD, aliarse al PAN es vital; signo de victoria, cambio y supervivencia.

Lo que pocos recuerdan es que durante más de una década —de 1988 al 2000—, el PRD censuró severamente las alianzas del PAN con el PRI, que eran satanizadas como “la mafia PRI-AN”.

Esa alianza también fue madre del motejo preferido de AMLO la “mafia del poder”, que con el tiempo se convirtió en la mayor ofensa para explicar los cogobiernos pactados entre PRI y PAN.

Hoy, pocos millennials y algunos “idiotas útiles” no saben y no les importa enterarse que luego de la elección presidencial de 1988, el PAN de Luis H. Álvarez, Diego Fernández y Carlos Castillo pactaron la “legitimidad del gobierno de Carlos Salinas”, lo que en los hechos significó avalar el supuesto fraude electoral cometido por el PRI, contra el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas.

Es decir, que los entonces jefes del PAN pactaron una suerte de cogobierno con el PRI de Salinas, a cambio de que “el jefe de la mafia del poder” apoyara una reforma electoral a modo de Acción Nacional y que entregara al partido azul los gobiernos estatales de Baja California, Jalisco y Guanajuato.

Esa alianza mayor —verdadero cogobierno del PAN con el PRI—, fue el paradigma que hizo posible la transición democrática y la alternancia en el poder —entre 1996 y el 2000—, que permitió el arribo del PRD al poder en el DF y del PAN a Los Pinos.

Como era normal en un cambio de esa envergadura, un sector del PAN —el Foro Doctrinario—, censuró la alianza PAN-PRI y años después los renegados azules terminaron como aliado de AMLO.

A su vez, los ideólogos azules explicaron la alianza PAN-PRI como una victorias cultural de la “política total”, que no era otra cosa que alcanzar el poder mediante la derrota del PRI desde dentro del PRI.

El tiempo dio la razón al PAN, que rebasó al PRD de Cárdenas y de AMLO y que en el 2000 llegó al poder gracias a otra alianza con el PRI; el de Ernesto Zedillo.

Y es que luego del pacto PAN-PRI que dio estabilidad al cuestionado gobierno de Salinas, el PAN también sirvió para estabilizar al PRI de Zedillo, luego de los crímenes políticos de Colosio y Ruiz Massieu.

Con Zedillo, incluso, el PAN ensayó un cogobierno más profundo —con uno de los suyos, al fallido Antonio Lozano—, al que impuso como titular de la PGR. En esa negociación la figura central se llama Diego Fernández de Cevallos, quien curiosamente hoy censura a los senadores azules “rebeldes” contra la dictadura de Ricardo Anaya por colaboracionistas del PRI. 

Lo curioso, ridículo y de risa loca es que 30 años después de las “concertacesiones” de PRI y PAN —mismas que aquí revelamos hace 30 años—, panistas bisoños como Ricardo Anaya se asustan de una alianza menor del PRI con un pequeño grupo de senadores del PAN, que solo buscaban estabilizar el Congreso. Peor, Anaya los acusó de traidores y hasta los amenazan con la expulsión.

Con la lógica que hoy utiliza Ricardo Anaya, hace 30 años los señores Luis H. Álvarez, Diego Fernández, Carlos Castillo y otros que impulsaron la alianza del PAN con los gobiernos de Salinas y Zedillo, no solo habrían sido expulsados del partido azul, sino quemados en leña verde.

Pero la doble moral también aparece en el PRD, cuyos jefes de hoy se aliaron con el PAN que —hace tres décadas—, avaló “el fraude” de 1988. Más aún, en 1999, López Obrador impulsó la primera alianza del PRD ganadora con el PAN, que hizo gobernador a Antonio Echavarría, en Nayarit      

Hoy, ya dueño de Morena, Obrador sataniza al PAN y cuestiona la alianza PAN-PRD; cuando él mismo abrió la puerta para esas alianzas “contranatura”.

Lo cierto es que desde la experiencia de Nayarit en 1999, a la fecha, el PAN y el PRD han pactado más de 20 alianzas estatales, la mayoría con un saldo desastroso que terminó en gobiernos corruptos, rapaces y hasta criminales.

Algunos ejemplos son los de Chiapas con Pablo Salazar; Guerrero, de Ángel Aguirre; y Oaxaca, con Gabino Cué. Hoy están en funciones gobernadores aliancistas fracasados desde el arranque, como Javier Corral, a quien hasta su aliado fundamental, AMLO, lo considera un fracaso.

¡No se equivoquen…! El problema no son las alianzas, sean entre el PRI y el PAN de ayer o entre el PAN y el PRD de hoy. No, ni las alianzas de ayer no fueron perversas ni las de hoy lo son.

Lo cuestionable es el engaño y las mentiras de ayer y de hoy; lo censurable es que las alianzas no han servido a los ciudadanos, sino que han sido instrumento de partidos y políticos deshonestos para alcanzar “el poder por el poder”.

Al tiempo.

Ámbito: 
Nacional