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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

La lucha mediática del gobernador de Morelos es contra la percepción pública. Graco Ramírez necesita recuperar terreno en la confianza social, bajarse de la zona de golpeteo y trazar una salida digna en su gobierno. Lo que no pudieron hacerle sus adversarios políticos lo logró el sismo.

 

Nunca antes el gobierno de Morelos enfrentó una batalla de percepción tan fuerte como la de ahora: el titular del ejecutivo es acusado de lucrar con la ayuda para las víctimas del sismo al tratar de manipular el apoyo humanitario; eso lo convirtió en el político más repudiado de México. La opinión pública ha sido siempre el Talón de Aquiles de esta administración, a lo largo de cinco años el contraste de discursos en el estado ha sido muy fuerte y casi siempre la peor parte se la lleva la Nueva Visión. Graco Ramírez necesita urgentemente bajarse del desgaste mediático y recomponer localmente su escenario. Si no lo hace, si no concilia, si no deja de pelearse, se convertirá en un perseguido político en el 2018.

Lo que no lograron las marchas, la inseguridad, los plantones, las tomas de carreteras y las múltiples acusaciones de corrupción, lo logró la naturaleza. La imagen que deja el terremoto del 19 de septiembre al gobierno estatal y a la pareja gobernante los acompañará toda la vida y los estigmatiza por intentar robar a los más necesitados.

El punto clave en esta historia no es lo que fue, sino lo que parece. Del lado oficial sostienen que se trata de una estrategia política desestabilizadora, un plan perverso para lastimar al gobernador y golpear a su partido; puede ser. Para fines prácticos no se trata de probar nada, sino de mostrar a la opinión pública que el gobierno actuó mal e intentó lucrar con la tragedia. Eso en cuestiones de percepción ya ha sido acreditado.

Hay dos enfoques desde los cuales el gobierno tendría que observar su escenario: el político y el social. En el primer caso puede ser, como lo afirman desde el palacio de gobierno, que estamos frente a una embestida política lanzada desde la federación, específicamente desde la Secretaría de Gobernación y la Presidencia de la República; la pregunta en este caso es ¿Qué están haciendo ante ello?

Desde el punto de vita social el panorama es igual de complicado: aún si estuviéramos ante un escenario político “armado”, es evidente que una parte muy amplia de la sociedad está convencida de que el gobierno de Morelos trató de utilizar la tragedia para sacar raja política. Quizá algún grupo político sembró la idea, pero hoy la sociedad la ha validado y la considera una verdad inobjetable.

En el duelo de percepción post sismo la peor parte la está sacando el gobierno local. Salvo los integrantes del gabinete, el resto de los ciudadanos no cree la versión de que el golpeteo contra Graco Ramírez es un plan desestabilizador. Por el contrario: la cantidad de elementos públicos en forma de testimonios, fotografías e imágenes de cómo se detuvo a los camiones con ayuda dejaron claro a la opinión pública que el gobierno estatal intentó acaparar la ayuda.

Este es el escenario que enfrenta el régimen de Graco Ramírez en el último año de su sexenio, a unos meses de que inicie el proceso electoral. Dentro del gabinete insisten que se trata de una estratagema política con fines desestabilizadores, descartan que de verdad exista un enfado social y minimizan los reclamos considerándolos orientados desde algún partido. Minimizar y descalificar anticipadamente es (siempre ha sido), el principal error de esta administración y ahí puede comenzar a cavarse la tumba política del PRD para el 2018.

Mientras el gobierno estatal no entienda que el enfado ciudadano es genuino y que más allá del origen de la crisis hoy tienen enfrente a una opinión pública totalmente adversa, no hay manera de que la nueva visión recomponga el camino. Simple: el primer paso para resolver un problema es aceptar que existe el problema y eso es algo que este gobierno nunca, en ningún caso, ha querido reconocer.

Otro punto crítico en la manera como el régimen actual está tratando de contener la crisis; en lugar de buscar resolver el conflicto social y político desde su origen, el gobierno trata de atenderlo a través de medios de comunicación. El manejo informativo es muy importante en una situación como la que hoy enfrenta el gobernador, pero no es el camino para solucionar de fondo los problemas.

El problema con las despensas comenzó con el mal manejo de la ayuda y luego continuó cuando se quiso descalificar a los ciudadanos que reclamaron; aún no tienen un plan para revertir esa situación, ni mucho menos alguien que este trabajando en destrabar los puntos en donde la sociedad reclama. Censurar la información, multiplicar portadas color de rosa o repetir mentiras como cinta no cambia la realidad ni resuelve la crisis.

La batalla que libra hoy el gobernador Graco Ramírez es sustantiva para su futuro como ex gobernador y para los planes de su partido. El tabasqueño ya se colocó como una pieza del ajedrez político nacional, será utilizado por el PRI y por Morena para atacar al Frente Amplio y será la referencia nacional de un político corrupto que trató de robar a las víctimas del terremoto.

El tabasqueño no está luchando sólo contra otra crisis local, ahora se volvió una figura política muy atractiva en el discurso presidencial y será señalado como el nuevo Duarte en las campañas. Las secuelas que eso traerá a su partido y a sus candidatos en Morelos son obvias.

Concluyo: lo que no lograron los enemigos políticos del gobernador ni todos los grupos sociales que lo enfrentaron, lo logró la naturaleza. El sismo pudo ser el punto de regreso político de Graco Ramírez, era su oportunidad para recuperar confianza social y mostrarse como un líder ante la tragedia.

Lo que sucedió ya lo vimos todos.

  • posdata

Seis años y muchos problemas después el gobernador Graco Ramírez vuelve a ponerse la mano en el corazón y llama a la unidad. Frente a la crisis que deja el sismo del 19 de septiembre y la severísima crítica nacional e internacional que ha recibido su administración por su manera de actuar frente a la tragedia, el mandatario llama a la unidad y pide dejar de lado las diferencias personales.

El discurso de Graco Ramírez es soso en su contenido, pero llamativo en su lenguaje corporal. El perredista es un buen orador, pero en este caso luce desconcertado, distraído, disperso, no refleja liderazgo y por el contrario, se ve desesperado y fuera de tono. ¿Quién asesora al gobernador? ¿Quién le escribe sus discursos? ¿Quién orienta su manera de comunicarse? ¿Quién lo cuida?

Esto es parte de lo que dice el gobernador de Morelos:

La emergencia que enfrentamos en estos días nos ha recordado que nadie puede solo, pero unidos lo podemos todo. Vivimos una contingencia sin precedente y respondimos a la emergencia con celeridad, con responsabilidad, con la convicción de ayudar, salvar vidas, a los damnificados y mantener un entorno ordenado y seguro…

Con ese espíritu vamos a reconstruir, vamos a levantar el techo de la casa de todos que es Morelos, vamos a levantar la economía del estado, es la hora de la Unidad, dejemos atrás las diferencias, es la hora de sumar esfuerzos y hacer equipo…

Toda mi vida ha sido de lucha, he venido de la adversidad; crecí como un joven enfrentando el régimen autoritario; sufrí la represión en carne propia. Ahora, ante este gran desafío no tengan duda morelenses, junto con ustedes vamos a levantarnos. Esta es un prueba más que nos pone la vida y con la generosidad y la solidaridad por delante ¡Vamos unidos por Morelos!”.

  • nota

Los que observan con más cuidado la política ya se dieron cuenta de algo: la crítica en prensa nacional contra el gobernador de Morelos es inédita; ningún gobernador en funciones, ni siquiera Javier Duarte, ha sido tan cuestionado como lo es ahora el perredista Graco Ramírez.

La embestida contra el tabasqueño no es casual; para que este escenario fuese posible se requiere mucho más que un “plan malvado” para desestabilizar a un gobierno; el ingrediente que ha hecho posible este panorama es el enorme encono social que derivó del manejo poco sensible de la ayuda para las víctimas del sismo.

Se ha dicho mucho sobre el actuar del gobernador de Morelos ante la contingencia; los yerros de la administración han ido sumándose uno a uno hasta formar un contexto sumamente crítico y difícil de maniobrar.

1-     Cuando se registró el sismo, Graco andaba fuera de Morelos, haciendo grilla política en Michoacán.

2-     Tratar de controlar la ayuda humanitaria fue muy mal visto por la gente y se tomó como un intento de robo a los más desprotegidos.

3-     En un intento por recuperar confianza, el gobernador llamó al delegado de la Cruz Roja para que validara el actuar del gobierno; el torpe funcionario descompuso más las cosas cuando comparó la tragedia con un chiste de camellos.

4-     Anticipándose al proceso de reconstrucción Graco Ramírez armó un fideicomiso conformado sólo por personas afines a su gobierno; el mandatario dijo que este fideicomiso era avalado por Transparencia mexicana y que se regiría por las reglas de esa institución. Unos días más tarde Transparencia Mexicana desmintió al gobernador: No avalamos ni formamos parte de ese fideicomiso.

5-     El último llamado a la unidad que hizo el jefe del ejecutivo a través de un video no es convincente ni por su contenido ni por el lenguaje corporal. A pesar de que Graco es un buen orador, en este caso se ve mal y no provoca la empatía que buscaba con ese instrumento.

El mandatario perredista sabe que lo que está ocurriendo a su alrededor no es casual y que la crítica nacional tampoco es coincidencia. Graco ha dicho que enfrenta un “ataque político”, responsabiliza al gobierno federal y se asume como víctima de un complot fraguado en la capital del país.

Lo tangible es que hoy Graco Ramírez está en el ojo del huracán, la gente lo observa con desconfianza y los políticos nacionales lo van a utilizar como argumento de campaña en el 2018, como se hizo con Javier Duarte en el 2015.

  • post it

La no vinculación a proceso de Alejandro Vera Jiménez va más allá del triunfo legal y político del rector de la UAEM; el resolutivo del juez exhibe la incapacidad técnico-profesional de la fiscalía y las tremendas limitaciones del abogado a cargo que no pudo, siquiera, armar el expediente.

Durante meses el gobernador Graco Ramírez, los presidentes del congreso (Francisco Moreno y Beatriz Alatriste), el fiscal estatal anti corrupción y diversos actores políticos aseguraron que el rector de la máxima casa de estudios era un ladrón, que había desviado los recursos universitarios y que habían pruebas contundentes de sus actos fuera de la ley.

Esa fue la razón por la que el gobierno estatal retuvo los recursos de la UAEM y emprendió desde hace meses una batalla frontal contra Alejandro Vera Jiménez. Varias veces en distintos espacios nacionales Graco Ramírez aseguró que el rector de Morelos era un ladrón y prometió que lo metería a la cárcel.

Con el fallo del juez se pone punto final a esta historia; Alejandro Vera no podrá volver a ser juzgado por la misma razón y su ciclo al frente de la UAEM concluirá sin mancha. El rector cierra una etapa muy desgastante y queda libre de cuestionamientos para, si así lo decide, competir en las próximas elecciones.

Un dato más: el juez no vinculó a proceso a Alejandro Vera porque la Fiscalía no presento completo el expediente. En castellano: No ganó el rector, Perdió el gobierno.

  • redes sociales

La otra cancha de la comunicación pública está en las redes sociales. A diferencia de otros tiempos, en los que bastaba censurar a los medios para evitar que la información llegara a la gente, hoy es imposible controlar la opinión de las personas en el ciberespacio.

Lo explican los expertos: para influir en las redes sociales se requiere de contenido y credibilidad (de quien emite el comentario). Comprar seguidores o pagar publicidad en esos espacios no sirve de nada.

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