Durante años, los habitantes de la privada Tabachines habían sufrido por deficiencias en el servicio de agua potable de su localidad, hasta que sus hogares se convirtieron en manantiales de agua cristalina. Pero lo que podría ser una buena noticia se ha convertido en un dolor de cabeza, pues los veneros no han dejado de aparecer y temen que la humedad debilite los cimientos de sus viviendas.
“Queríamos agua, pero ahora mire: ya es demasiada”, expresa Alejandra Acosta, en cuyo patio se han originado seis brotes: el último apareció ayer. Alejandra va abriendo y acomodando a todas horas surcos en su patio para que el líquido salga con dirección al drenaje, en tanto espera que los especialistas averigüen qué pasó y autoridades decidan qué ocurrirá con ellos.
Los efectos del sismo por debajo del suelo
Los nuevos veneros de Itzamatitlán, comunidad perteneciente a Yautepec, comenzaron a salir a los tres días del sismo del 19, según recuerdan las mujeres.
“Empezamos a ver que brotaba agua; conforme fueron pasando los días, salió más”, explica Antonia Martínez.
De acuerdo con la Comisión Estatal del Agua (Ceagua), es resultado de los cambios en los flujos subterráneos de las aguas. Mientras que el flujo en algunos manantiales ha disminuido prácticamente en su totalidad, como ocurrió en el balneario Agua Hedionda, en otras zonas pasa lo contrario.
“Haremos estudios: es como una radiografía o un ultrasonido que nos permitirá ver qué pasó en el subsuelo, cómo están las capas, si hay cavernas, qué tenemos abajo; para saber qué está ocurriendo”, declaró el secretario ejecutivo de la Ceagua, Juan Carlos Valencia Vargas.
Para desvelar el misterio, la dependencia estatal contará con el apoyo de los Institutos de Geología, Geofísica y Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Los análisis, señaló el funcionario, arrancarán la próxima semana.
¿Qué pasará con las familias?
En una localidad donde el servicio de agua potable funciona por gravedad y no por bombeo, lo que provoca que sólo reciban agua durante un lapso de dos horas cada tercer día, la aparición de los veneros podría ser la solución definitiva. Sin embargo, lejos de estar contentos, los habitantes de la privada Tabachines están preocupados; temen que la humedad haga que sus viviendas se derrumben.
“Ayer le comenté a alguien de Protección Civil que ahora sí me voy a hacer rica con estas aguas, pero me dijo ‘no señora, el agua es de la nación, y en caso de que sea otra cosa, ustedes se van a reacomodar en otro lado”, comenta una de las mujeres que habitan ahí.
Se trata de cerca de 16 familias que podrían ser trasladadas a otros puntos en caso de que el líquido no deje de emanar