Carácter firme
Josef Tichy, checoslovaco, marxista leninista, jugador temible de ajedrez, fue mi compañero de cuarto en el Union Building de la Universidad de Indiana, en Bloomington. Me criticaba mucho. Decía que al hacer nuestras prácticas en la Escuela de Periodismo a mí me interesaban solamente los big shots, vale decir los personajes de importancia. Mientras él se preciaba de haber entrevistado a un granjero, un estibador o un taxista, yo le mostraba la entrevista que le había hecho a Ronald Reagan, Edward Kennedy, Donovan el cantante o la escritora Pearl S. Buck. Mi amigo me acusaba de ejercer un periodismo capitalista; yo lo tachaba a él de hacer realismo socialista a la manera de los malos pintores de la URSS. Un par de cervezas o una épica partida de ajedrez daban final feliz a nuestras discusiones. Hubo un personaje de importancia a quien no pude entrevistar: Harry S. Truman. Viajé a Independence, Missouri, y en la biblioteca que lleva su nombre -ahí tenía su oficina- pedí hablar con él. Me informaron que Mr. Truman no concedía entrevistas, pero que me recibiría brevemente, pues le habían anunciado la presencia de un periodista llegado de México y quería tener conmigo esa atención. Me impresionaron, recuerdo, su elevada estatura y su buen porte. Después de los saludos de rigor me dijo que admiraba a Jaidelgo, el gran héroe mexicano. Tardé algunos segundos en percatarme de que hablaba de Hidalgo. Le comenté al ex Presidente que había leído sus memorias, y eso pareció agradarle. Fue todo. Menos de cinco minutos, incluidos los segundos de Jaidelgo. A pesar de lo corto del encuentro tuve de Truman una buena imagen. Pasaron los años -pasar y aliviar penas del corazón es lo que los años saben hacer mejor-, y tuve otra experiencia relacionada con la anterior. Fui a Tucson, Arizona, y en el Museo Pima del Aire y el Espacio vi a un hombre vestido muy sencillamente, con camisa y pantalón de kaki, en torno del cual se había juntado un numeroso grupo de personas que le pedían su autógrafo. Me entró curiosidad por saber quién era. La curiosidad es algo que por un lado lleva a mirar por el ojo de la cerradura y por el otro a descubrir América. Cuando estuve cerca de él le tendí mi libreta. Puso en ella su nombre: Paul Tibbets. Aquel hombre fue el piloto del avión que dejó caer sobre Hiroshima la primera bomba atómica. Digo todo esto porque el próximo día 27 el presidente Obama visitará esa ciudad de Japón. Su acto es de buena voluntad, no de disculpa. Truman, que dio la orden de bombardear Hiroshima y Nagasaki, hizo lo que tenía que hacer. La destrucción de esas dos ciudades obligó a Japón a rendirse. De otro modo la guerra se habría prolongado, y una invasión por tierra habría causado un número de víctimas considerablemente mayor. Harry S. Truman fue un Presidente enérgico, de carácter firme y que hacía frente con determinación a los riesgos que amenazaban a su país. Todos los países necesitan un Presidente así, sobre todo en tiempos de dificultad... Rosibel le comentó a Susiflor: "La película tiene un final inesperado. Apenas te da tiempo de bajarte la falda y abrocharte la blusa"... Decía un ejecutivo lametón: "La carrera de nuestro jefe es impresionante. En un año llegó a director, y eso que empezó como simple hijo del dueño de la compañía"... El cajero del banco le informó a la muchacha: "Este billete es falso". Clamó ella: "¡Me violaron!"... Un individuo puso en Facebook que su suegra se había ido de su casa porque no soportaba el olor de la loción que usaba. En 15 minutos recibió mil mensajes: "¿Qué loción usas?"... Doña Macalota, la esposa de don Chinguetas, llegó por atrás y por broma le tapó con las manos los ojos a la criadita de la casa. Dijo la curvilínea fámula: "Ahora no, señor. Su vieja no tarda en llegar"... FIN.
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