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SERPIENTES Y ESCALERAS

 
Comenzó la cuenta regresiva: En dos meses deben firmarse las alianzas, en seis habrá candidatos, en nueve un gobernador electo y en menos de un año el nuevo jefe del ejecutivo de Morelos tomará protesta del cargo.

 

El proceso de sucesión en Morelos comenzó y en menos de dos meses los partidos deberán formalizar la manera como buscarán la gubernatura. Antes del 13 de diciembre deben quedar registradas las alianzas y coaliciones y de ahí se desdoblará el proceso de selección de candidatos a la gubernatura. Aunque nada se ha definido aún, ya es posible comenzar a vislumbrar cómo podría quedar la boleta que los ciudadanos cruzaremos en el 2018.

La candidatura más definida hasta ahora es la del alcalde de Cuernavaca Cuauhtémoc Blanco Bravo. El edil fue presentado como candidato a gobernador de Morelos por Hugo Erick Flores en el seno del PES. El futbolista es el personaje mejor posicionado rumbo al 2018, es el más conocido, el mejor identificado, aunque también tiene un crecimiento importante de sus negativos como resultado del mal gobierno que ejerce en la capital.

Los positivos del futbolistas son fácilmente identificables: es una figura pública con reconocimiento internacional por su carrera deportiva, genera simpatía entre un sector importante de la población por no ser político, ha ganado terreno en la opinión pública por enfrentarse al gobernador Graco Ramírez y no ceder a sus presiones y tiene todo el apoyo del secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.

En contraparte Blanco Bravo carga con un deterioro en su imagen local como resultado de las malas condiciones en que está el municipio que gobierna; la gente le reconoce como un ídolo del fútbol, pero tiene un mal sabor de boca por su desempeño como autoridad municipal. El equipo de gobierno que acompaña a Cuauhtémoc es el factor público que más le pega, porque su discurso contra la corrupción y los malos políticos no se ve reflejado en su gabinete. Estructuralmente Blanco Bravo tiene un reto enorme: el PES es un partido emergente, sin estructura, ni la capacidad para cargar una elección estatal. La apuesta del equipo de Cuauhtémoc es al arrastre social del futbolista, pero eso no es cosa sencilla, ni garantía de triunfo.

El segundo partido que también parece tener definido a su candidato es Morena. En el Movimiento de Regeneración Nacional la propuesta más sólida es Rabín Salazar, un hombre cercano a la cúpula obradorista, con el control total del partido y el manejo indirecto del PT, que será el único aliado de Morena en las próximas elecciones.

El senador tiene la fuerza que le da la relación con López Obrador, el apoyo absoluto de Yeidckol Polevnsky, el manejo del partido a través de su hermano y la esperanza que representa Morena. A pesar de ello la ausencia del senador en el estado, la poca estructura que tiene el partido y su mal manejo informativo comprometen su posicionamiento, sin contar el descontento que provoca el actuar de la dirigencia y la poca rentabilidad electoral de Rabín. No hay duda que Andrés Manuel López Obrador ganará en Morelos como candidato presidencial, pero eso no garantiza que Morena gobierne el estado ni que sus candidatos triunfen en las urnas. Ya ha pasado.

La otra alianza probable en el 2018 es la que resultaría del Frente Amplio que conforman tres partidos a nivel nacional (PAN, PRD y MC) y que podría replicarse en Morelos, ya sea de manera total o parcial. En un primer escenario, si la alianza es entre los tres partidos y se respetan los primeros acuerdos de la mesa nacional, el PRD llevará mano en la definición del candidato en varios estados, incluido Morelos. Si así ocurre y no hay veto nacional, el abanderado del Frente sería el actual presidente del PRD Rodrigo Gayosso Cepeda. Si la alianza es parcial y sólo incluye al PAN y a Movimiento Ciudadano, el candidato sería el diputado federal panista Javier Bolaños Aguilar.

Rodrigo Gayosso tiene a favor una estructura electoral que ha construido a lo largo de tres años en todo el estado, un fuerte respaldo económico y una serie de alianzas políticas que incluyen a figuras públicas, líderes regionales, diputados, alcaldes y militantes de varios partidos. El trabajo del perredista es intenso desde hace mucho tiempo y le ha permitido colocarse como el precandidato con más estructura y una estrategia que incluye consultores nacionales y especialistas en materia de marketing político y campañas electorales.

Los puntos en contra de Gayosso derivan de la imagen que le irradia el gobierno estatal y el parentesco con el gobernador. Para muchos la candidatura del dirigente del PRD sería la prolongación del mandato de Graco Ramírez, una especie de herencia monárquica que no sólo se ve mal en lo político, también representa el punto de más desgaste para el dirigente solaztequista. Independientemente de los errores que ha cometido Gayosso, hoy la mayor crítica que recibe es por los tropiezos del gobierno de nueva visión.

Javier Bolaños es en este momento el panista mejor posicionado, su rol en la cámara federal le ha dado buenos reflectores y estupendas relaciones a nivel nacional, pero ese trabajo federal también le ha alejado del estado. Javier es una figura que aparece bien posicionado en las encuestas, que genera simpatías en algunos sectores y coloca al PAN en competencia electoral.

Lo que no tiene Bolaños hoy es estructura para competir, ni tampoco un equipo de trabajo que le permita armar de manera profesional y efectiva un equipo de campaña. Además de eso Javier Bolaños no tiene el apoyo de su dirigencia estatal, ni tampoco (aún) las redes políticas y estructurales que le ayudarían a transformar su simpatía en votos.

En el PRI analizan una posible alianza con el Partido Encuentro Social, colocando al Revolucionario Institucional como satélite del PES. Se trata de una estrategia llamativa porque el PRI, aún teniendo mejor posicionamiento electoral y estructura como partido, prestaría su capital a un candidato que sólo aportaría su popularidad. Esta alianza sería posible si así lo quiere el secretario de Gobernación, pero sólo se concretaría si Miguel Ángel Osorio resulta candidato presidencial.

Si al priísmo local no lo obligan a ir de la mano del PES, las opciones que le quedan al tricolor se resumen a dos: un candidato propio o una figura externa, lo cual ya se lo permiten sus estatutos. En el primer caso la lista es amplia, aunque los aspirantes reales no son más de tres: Matías Nazario, Guillermo del Valle y Rosalina Mazari. El primero tiene a su favor el apoyo del SNTE, el segundo hace trabajo de calle desde la delegación del ISSTE y Rosalina, aunque es una mujer trabajadora y con un capital político muy consolidado en el sur del estado, no tiene liderazgo fuera de su región. Con ninguno de ellos el PRI gana la elección del 2018.

El candidato externo que algunos integrantes del tricolor traen en la boca es el rector de la UAEM Alejandro Vera. El universitario tiene mejor cartel y presencia que cualquiera de los priístas que han alzado la mano, logró vencer jurídicamente al gobernador del estado y al hacerlo se reposicionó frente a los ojos de la sociedad. Un académico con perfil de luchador social sería una propuesta interesante de parte del PRI, porque sumarían los apoyos que tiene el rector, como la iglesia.

El problema de Vera es que aunque ya libró la lucha jurídica local, todavía tiene pendiente el problema federal por los recursos que manejo Sedesol y que ha desatado una polémica nacional muy fuerte que involucra a nueve universidades y a la secretaria Rosario Robles. Ahí Alejandro Vera aún tiene asuntos pendientes por resolver, porque podría ser sometido a un proceso legal que le impediría ser candidato en el 2018. La única forma de que Vera no sea incluido en la trama de la Estafa Maestra es que desde México le designen candidato del PRI; si así sucede quedará blindado de cualquier proceso legal en contra.

Muchas cosas se pueden mover aún en las próximas semanas. En menos de dos meses deben quedar registradas las alianzas y de ahí se comenzará a trabajar de lleno las candidaturas.

El escenario previo a la sucesión es claro: unos quieren recuperar el control del estado y tomar revancha de un gobierno que ha lastimado a muchas personas y se ha cansado de perseguir a sus opositores. Los otros buscan el refrendo de la confianza ciudadana y blindarse contra posibles acciones futuras en su contra.

Lo que el ciudadano tendrá en la mesa electoral del 2018 es simple: avalar la continuidad del proyecto político que encabeza Graco Ramírez o darle un giro a la historia. Las opciones para hacerlo es lo único que falta por definir.

  • posdata

La alianza presidencial era prioridad de las dirigencias nacionales del PAN, PRD y MC. El acuerdo ya se formalizó como Frente Ciudadano por México y lo único que queda por definir es el nombre de quien será el candidato. Realizar alianzas similares en los estados está en la mesa de discusión nacional, pero no es prioridad ni tampoco altera los acuerdos alcanzados por Anaya, Barrales y Delgado.

En Morelos comienza ya no se ve tan clara la consolidación de un frente electoral, al menos entre los tres partidos. A dos meses del registro de alianzas y coaliciones las dirigencias locales de los tres partidos no dialogan y en la mesa nacional se comienza a hablar de un frente parcial en Morelos, sólo entre el PAN y MC o incluso ir cada uno con su respectivo candidato.

De los tres partidos que conforman el Frente en Morelos, Movimiento Ciudadano es quien menos aporta a la alianza. El partido naranja no existe en la tierra de Zapata, su presidenta se encargó de desarticular la institución, alejar a sus liderazgos, distanciarlo de la sociedad y confrontarlo con su propia estructura.

De los tres partidos el PRD es el que tiene más estructura, el PAN es quien posee mayor intención de voto y Movimiento Ciudadano está enfilado a perder el registro. El nueve porciento que representaba históricamente MC ya no existe, sus cuadros tradicionales emigraron y el partido ni siquiera tiene presidente en la capital.

Jessica Ortega mató a Movimiento Ciudadano, lo convirtió en un satélite del gobierno, un espacio burocrático para dar trabajo a sus amigos y lo desconectó de las causas sociales y la agenda política del estado. Movimiento Ciudadano nada aporta a una alianza: al PRD no le representa votos, ni la posibilidad de lavar su imagen; para el PAN es un lastre que sólo lo relaciona con el gobierno estatal.

Diez años de trabajo y medio millón de pesos mensuales de prerrogativas se diluyeron en manos de la dirigente naranja. El futuro electoral de ese partido es desolador.

  • nota

El asesinato en Áttico dejó al descubierto muchas cosas, empezando por la red de corrupción que hay en el ayuntamiento de Cuernavaca. Es increíble que a pesar de lo ocurrido, el gobierno municipal aún no ha clausurado de manera definitiva ese negocio.

En independencia de lo que corresponde a las autoridades estatales en cuanto a detener al asesino, el funcionamiento de bares y restaurantes amerita una revisión profunda de parte de todos los ayuntamientos.

Si Cuauhtémoc Blanco no es capaz de poner orden en su gobierno y poner un alto a la corrupción de sus funcionarios, es imposible que se ofrezca como una buena opción para gobernar Morelos.

Una de dos: o los secretarios del ayuntamiento le ven la cara al alcalde, o de plano Cuauhtémoc Blanco es parte de la corrupción.

  • post it

Alejandro Vera ya externó sus aspiraciones políticas y su deseo de competir en el próximo proceso electoral; libró una de las batallas legales (la local) y está en el proceso de cierre de su ciclo al frente de la universidad de Morelos.

Dentro de la UAEM Alejandro goza del reconocimiento de la comunidad universitaria y el apoyo de algunas de sus estructuras; externamente recibe un amplio cobijo de diversas organizaciones sociales y principalmente de la iglesia católica.

El manejo de Vera en la universidad fue muy bueno durante casi todo su periodo, al final se le complicó la relación con los sindicatos, se enfrentó con algunos directores y rompió con la FEUM. En lo político el rector se ha apoyado varias veces en la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos, pero su cercanía con ellos ha sido tanta que ahora se les considera parte de lo mismo, lo cual no es nada bueno para el rector.

Alejandro Vera Jiménez es un buen universitario, es un rector reconocido y una excelente persona, pero como político necesita mejores asesores para tomar mejores decisiones. En su carrera por una candidatura el rector se está equivocando.

  • redes sociales

¿Qué tal si a partir de ahora las notas informativas sobre lo que ocurre en Cuernavaca se publican en las secciones de deportes de los medios? ¿A lo mejor así logramos que Cuauhtémoc Blanco las lea?

Por cierto… ¿Sabe leer?

  • Es viernes

Hoy toca.

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