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Vecinos de Jojutla agradecen ayuda solidaria un mes después del sismo

Hemos aprendido que los ciudadanos de todos lados nos apoyan más, dice uno de los afectados

Jornada de recuerdos con manos en alto, lágrimas, voluntad persistente y hasta un corrido

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Pobladores de la colonia Emiliano Zapata, municipio de Jojutla, Morelos, salieron ayer a las 13:14 horas de refugios provisionales, se tomaron de las manos, formaron una valla humana y agradecieron a la sociedad civil el apoyo recibido, con el cual han sobrevivido un mesFoto Rubicela Morelos
 

Jojutla, Mor.

Las 13:14 horas quedaron fijas en la memoria. Ayer, al cumplirse un mes del terremoto que destruyó viviendas y otras construcciones y provocó la muerte de 17 personas en este municipio, habitantes de la colonia Emiliano Zapata salieron de sus improvisados refugios, se tomaron de las manos y formaron una valla que casi rodeó las dos manzanas formadas por las calles 18 de Marzo, 10 de Abril, Zapata y Francisco I. Madero, la más castigada por el temblor.

La ceremonia, efectuada sin autoridad alguna, fue una muestra de la solidaridad que ha surgido entre los damnificados y sirvió para agradecer a las personas que los han apoyado y alentado a continuar, a pesar de la pérdida de algún familiar, de sus hogares, negocios, trabajos y casi todas sus pertenencias.

A esa hora se oyó el repicar de campanas, de los pocos templos que quedaron en pie, pues la mayoría de las cúpulas, torres y campanarios se desplomaron, entre ellos la iglesia de la Santa Cruz, en la colonia Emiliano Zapata.

Fue la señal. Todos los damnificados salieron de sus refugios, se tomaron de las manos y las levantaron.

¡Jojutla está de pie! y ¡Gracias, hermano, por ayudarme!, corearon seis veces al final del acto. Después cantaron el Himno Nacional con voces entrecortadas por el llanto.

En la valla había niños, jóvenes, padres de familia, tíos y abuelos, vecinos que antes sólo se conocían de vista, pero ahora casi se aprendieron los nombres de quienes los ayudaron a sacar a sus familias de entre los escombros, algunos vivos, otros muertos.

Por ellos, por todos los que nos han dado un taco, una botella de agua, y los que nos han dado una palabra de aliento, aquí estamos parados, dijo Juana Álvarez Figueroa mientras se le escurrían las lágrimas y recordaba los segundos más terribles de su vida, en los que perdió su casa y todo el menaje.

Aleida Romero Sánchez lloró desgarradoramente, pues perdió a su hija Amor Guadalupe (de dos años de edad), a su madre, Consuelo Sánchez; su casa (sólo una parte del portón quedó en pie. Los vecinos la consolaron y y le dijeron que ellos son su familia y que esta colonia se mantendrá unida por el dolor que causó el sismo.

Aunque no perdieron familiar alguno, Juana Álvarez Figueroa y Amada Morán Brito se abrazan y lloran sin consuelo, pues no tienen idea de cómo van a reconstruir sus viviendas, de cómo van a volver sus hijos a la escuela ni de cómo los mantendrán, pues sus maridos se quedaron sin trabajo.

A las autoridades les demandó recursos económicos y materiales para reconstruir sus viviendas, pues en un mes no los han apoyado en absoluto, dicen.

La casa de Eva Domínguez, ubicada en la calle 18 de Marzo esquina con 10 de Abril, quedó cuarteada pero no ha sido derrumbada. Le preocupa que no ha trabajado y que su hijo, a punto de graduarse, vaya a ser suspendido de la escuela porque ella no ha pagado las colegiaturas.

Cuando el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador Graco Ramírez visitaron este municipio, creyeron que recibirían ayuda, pero hemos aprendido que los ciudadanos de todos lados nos apoyan más. Sin duda.

Bajo la sombra de unos enormes árboles de la iglesia de la Santa Cruz, vecinos de la colonia Emiliano Zapata colocaron una cruz con muchas veladoras y ramos de flores en memoria de las 17 personas que murieron en Jojutla y por las 74 que perecieron en el estado.

Al final, una mujer entonó, guitarra en mano, el Corrido del sismo en Jojutla, en el cual narra cómo el temblor derrumbó en segundos cientos de casas y edificios. Cómo Jojutla se volvió una población devastada, paralizada y con cientos de casas y edificios que amenazan con venirse abajo.

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