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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

 

Al viejo estilo priísta la dirigencia estatal tricolor ha decidido placear a sus precandidatos a la gubernatura. Es una idea vieja, obsoleta y disfuncional que en el caso de Morelos, añade dos ingredientes terribles: incluir a esquiroles y poner en venta la elección. Se repite la historia: el negocio de la dirigencia es ganar perdiendo.

 

Igual que los demás partidos, el PRI quiere ganar las elecciones del 2018 y recuperar la gubernatura de Morelos. Lo mismo que en los otros contendientes, en el Revolucionario Institucional valoran la posibilidad de competir con un candidato propio o con un externo. De la misma manera que los demás, los priístas pueden ir en alianza o solos. El problema del PRI es que ni tiene estrategia, ni aprende de sus errores, ni es capaz de superar sus propios vicios. Lo peor: la dirigencia del partido está decidida a vender la elección.

La pasarela de priístas que aspiran a la gubernatura comenzó la semana antepasada con una reunión privada convocada por la dirigencia. Ahí acudieron Rosalina Mazari, Lisbeth Hernández Lecona, Guillermo del Valle, Matías Nazario, Amado Orihuela, Jorge Meade y Francisco Moreno. A la cita habían invitado al rector Alejandro Vera, pero por iniciativa de Francisco Moreno Merino y Matías Nazario el universitario fue “desinvitado”.

La reunión entre priístas fue la primera de varias que pretende llevar a cabo la dirigencia, es una especie de tour estatal de presentación para mostrar al priísmo a quienes podría obtener la nominación del partido para tratar de recuperar el estado en el 2018. La idea no es nueva ni es original, es un refrito de los viejos esquemas que utilizaba el PRI cuando el candidato era producto del dedazo y la elección era de trámite. Nada que ver con la realidad actual.

No es fácil que el PRI recupere el gobierno estatal, sobre todo con una dirigencia inexperta que está más interesada en privilegiar sus intereses económicos que en revivir a la institución. La pasarela que organiza Alberto Martínez es una ocurrencia que no sirve para nada porque en una misma mesa sienta a personajes con liderazgo y trabajo político, como Rosalina o Lisbeth, que a figuras que sirven al gobierno estatal y apuestan por la derrota del PRI, como Moreno y Amado. Lo que está haciendo el presidente del PRI es repetir la estrategia que en el 2012 implementó Amado Orihuela, cuando vendió la elección al PRD.

Ahí radica el primer problema del PRI rumbo al 2018: no hay liderazgo en el partido, ni capacidad de operación política, ni tampoco convicción ideológica. El proyecto electoral de Alberto Martínez es una ocurrencia, producto de las complicidades que responde a intereses personales; no hay análisis de los escenarios, identificación de liderazgos, línea estratégica ni proyección institucional; tanto el presidente del PRI como la secretaria general son piezas políticas que responden a los intereses del gobierno estatal perredista.

Para que el PRI recupere el estado en el 2018 se necesita de muchísimo más que lo que hace ahora el comité directivo tricolor. Se requiere de la confianza y el respeto de la militancia y de liderazgos regionales, de una planeación estratégica profesional, de trabajo articulado y con objetivos, de una visión que trascienda los intereses personales y del carácter para enfrentar un proceso que será sumamente competido. Más simple: se necesita de otra dirigencia.  

Pero eso no es todo: también se necesita orden institucional, unidad partidista, idea de lo que se quiere y equipo para alcanzar las metas; en el comité tricolor no hay  ninguna de esas cosas: el CDE es un desorden de principio a fin, cada quien hace lo que quiere y no existe línea política ni operativa para trabajar. Es evidente el enfrentamiento entre el presidente y la secretaria general, uno a otro se acusan de ser graquistas, se atacan desde diferentes frentes, se ponen piedras en el camino y ambos se describen como operadores del PRD. Al final, por conductos distintos, ambos están decididos a vender al PRI en el 2018.

Si la conducción del proceso electoral del próximo año en Morelos queda en mano de la dirigencia actual no hay manera de que ese partido gane la contienda. El PRI enfrenta un momento muy complejo por diferentes razones: tiene muchos negativos, está desarticulado en su estructura, sus liderazgos están divididos y en el comité estatal persiste una abierta pelea de grupos. La idea de hacer una pasarela política en la que se incluyen por igual a mujeres con liderazgo que a patanes misóginos expone el interés del presidente de poner en la mesa de negociación a los personajes que le ordenan desde Casa Morelos para anular al PRI en el próximo proceso electoral.

La que viene es una elección muy importante para el Revolucionario Institucional: técnicamente los priístas están en condiciones de ganar porque el desprestigio del gobierno estatal es enorme y la incorporación del PRD al Frente hunde al PAN; el candidato más fuerte es el alcalde de Cuernavaca, pero carece de la estructura necesaria para transformar la popularidad en votos. Con una buena estrategia, un buen candidato y una adecuada conducción, el PRI se puede meter a la pelea, pero no hay forma que eso suceda con Maricela y Alberto al frente del proceso.

El reto del PRI es simple y complejo a la vez: necesita ponerse de acuerdo, definir una estrategia adecuada y aprovechar las oportunidades y las coyunturas. En lugar de ello la cúpula tricolor apuesta por la misma fórmula fallida del 2012. Es la lógica de ganar perdiendo.

Las condiciones para que el PRI sea competitivo en el 2018 están a la vista, pero para que las expectativas se conviertan en realidad hay que dar el primer paso: que no sea el CDE quien conduzca el proceso.

  • posdata

La redistritación del estado fue presentada por el bloque perredista como la respuesta política a un añejo reclamo ciudadano. De un plumazo el PRD y sus aliados legislativos modificaron el escenario del 2018 al quitar seis distritos electorales y reducir a 20 los escaños de la cámara local de diputados.

La reforma política que presentó el PRD apostaba al triunfo electoral en la próxima elección y el consecuente manejo del próximo congreso; era, decían, una reforma hecha para el ganador de la contienda que favorecía a los candidatos que tuvieran más recursos económicos en campaña. Era el plan perfecto.

Lo que ninguno de los autores tomó en cuenta, aunque era evidente, era el enorme riesgo de apostar por una reforma que quitaba a los 30 integrantes del parlamento la posibilidad de reelegirse y complicaba el escenario para quienes portarían la playera del PRD.

Hoy los promotores de la reforma electoral están arrepentidos de lo que hicieron, pues no sólo complicaron su reelección, también pusieron en riesgo la existencia de sus partidos (los emergentes).

A unos meses de haberse llevado a cabo la reforma política en Morelos ya no luce tan atractiva para sus creadores. Visto el nuevo escenario social y político, quienes la promovieron hoy manifiestan su arrepentimiento y su desagrado por haber apostado por una idea romántica que no les retribuyó la simpatía ciudadana que esperaban y hoy los tiene al borde del abismo electoral.

Las semanas que han seguido al sismo han sido terribles para el PRD y sus aliados; lo que no lograron las manifestaciones públicas, las marchas y las demandas ciudadanas lo consiguió la naturaleza; el golpe político que recibió el gobierno y sus aliados luego del terremoto del 19 de septiembre fue fatal derivado de la poca capacidad de reacción del gobierno y el mal manejo en la entrega de despensas.

Con un nuevo escenario social y político la redistritación ya no se ve tan atractiva como antes; a los perredistas les duele haber apostado por la reducción de curules y por elevar el porcentaje necesario para acceder a las plurinominales; suponían que con recursos económicos iban a sacar la elección adelante, pero después de lo ocurrido el 19 de septiembre el panorama se ensombreció y pareciera que ni con todos los recursos que tienen los perredistas podrán convencer a la gente.

El enfado entre los diputados locales es evidente y está quedando de manifiesto en las votaciones parlamentarias. La fortaleza del G20 es cosa del pasado.

  • nota

La carrera política de Francisco Moreno Merino está llena de historias de horror. Como delegado del seguro social en Morelos fue acusado de malversación de recursos y acoso sexual; antes, como funcionario de Banobras en Guerrero, fue señalado por robarse los recursos destinados a las viudas de Aguas Blancas.

Moreno Merino ocupó un escaño federal como efecto de la ola electoral de Manuel Martínez en el 2009; ese espacio permitió al legislador colocarse en la primera posición al senado de la república, misma que perdió cuando en un acto público comparó a las mujeres con meretrices.

El premio de consolación de Moreno fue la PROFEPA, ahí estuvo hasta que fue cesado de manera fulminante tras ser acusado de extorsionar a un empresario amigo del presidente. Nuevamente la suerte acompañó a Moreno y lo hicieron diputado local y presidente del congreso, posición que inmediatamente puso a la venta y al servicio del gobernador Graco Ramírez.

Como legislador local Francisco Moreno ha ido de un escándalo a otro, es señalado de actos de corrupción, de falsificar documentos legislativos y encabezar la ofensiva del gobierno en contra del rector de la UAEM y el Obispo de Cuernavaca. Muchas veces Moreno Merino dio la espalda a su grupo parlamentario y apostó por el proyecto del gobernador a cambio de beneficios económicos.

Con todo este historial Francisco Moreno Merino es hoy un aspirante a gobernador de Morelos por el PRI bajo la tutela personal de Alberto Martínez.

¡Chulada!

  • post it

La devastación que dejó el sismo del pasado 19 de septiembre no sólo afectó a gran parte de la población, también lastimó severamente la infraestructura turística de nuestra entidad.

Según datos que ofrece el gobernador Graco Ramírez se requieren alrededor de 5 mil millones de pesos para reconstruir las viviendas afectadas; si se añade el impacto en comercios, empresas, negocios y sitios históricos y arqueológicos, la cifra crece exponencialmente.

El movimiento telúrico del 19 de septiembre alteró el cauce de agua que surte a varios balnearios naturales del estado, en algunos de ellos el vital líquido dejó de fluir y en otros el volumen que llega les impide seguir funcionando con normalidad. La ruta de los Conventos y la de Zapata también fue severamente dañada al grado que prácticamente desaparecieron.

Frente a este escenario donde tres de los principales atractivos turísticos de la entidad (balnearios, conventos y ruta de Zapata) sufrieron fuertísimas afectaciones y el gobierno estatal enfrenta una muy aguda crisis económica, valdría la pena valorar la pertinencia de mantener viva la Secretaría de Turismo.

La titular del área nunca ha hecho un buen papel, su desempeño al frente del sector ha estado plagado de errores y el impulso que ha dado al tema está muy por debajo del promedio nacional. Hoy que el panorama se complica y no hay recursos para atender de inmediato la reconstrucción, quizá el ejecutivo debería pensar en ajustar el tamaño de la dependencia, convertirla (como antes) en una dirección y enfocar los recursos operativos al rescate del patrimonio histórico, turístico y cultural de la entidad.

Si se trata de tomar decisiones sensatas para hacer más eficiente el gasto, desaparecer las áreas que no son primordiales o duplican funciones ayudaría a sanear las finanzas del estado. Pueden empezar por la Secretaría de Turismo y seguirse con la Procuraduría Ambiental.

  • redes sociales

Carlos Alaniz se reafirma panista y expresa su inquietud por competir por la presidencia municipal de Cuernavaca bajo las siglas del PAN. El diputado acaba de presentar una iniciativa de defensa propia que apuesta a evitar la doble victimización de quienes sufren una agresión en su persona; dice que el problema de inseguridad en el estado es enorme y es urgente ajustar el marco jurídico.

Sobre su aspiración política Alaniz pide a su partido piso parejo, demanda que se cumpla la idea de ir con los mejores y reitera que su trabajo avala sus aspiraciones. “Qué se abra la selección de candidatos a la gente, que se definan a las mejores propuestas y se retomen los preceptos del partido”, dice el panista

Habrá que ver si su dirigente es capaz de establecer un buen plan electoral o se circunscribe a una actuación de filias y fobias. El PAN es un partido competitivo, pero no con cualquiera. Juan Carlos Martínez Terrazas tendrá que definirse como un líder de partido o un administrador de la derrota.

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