¿Quién le entra al desafío de las pensiones?
Ayer se puso en la mesa de la discusión, en la Convención Nacional de las Afores, un tema que nos va a dar dolores de cabeza durante las próximas décadas. Se trata del tema de las pensiones.
En realidad, a mi parecer, el problema es más amplio y tiene que ver con el hecho de que no nos hemos preparado para el cambio demográfico que vivirá México.
Paradójicamente, hoy estamos en una condición de privilegio. Tenemos la proporción más elevada de la historia de población en edad de trabajar respecto a la población total.
Esto quiere decir que hay menos niños que antes y todavía no hay tantas personas de la tercera edad.
Pero la transición demográfica es inevitable.
Si tiene usted más de 40 años, piense por un momento en el tamaño que tenía su familia. En la mayor parte de los casos, era más numerosa que la familia que hoy integra.
Además, hace tres o cuatro décadas, la proporción de las mujeres que tenía una actividad remunerada era menor de lo que hoy es.
Pero esa circunstancia va a cambiar con los años. La cantidad de personas con edades superiores a los 65 años va a crecer a tasas varias veces superiores a las del crecimiento total de la población.
Y, en contraste, la proporción de niños y jóvenes va a seguir bajando porque en términos generales, la tasa de fertilidad también ha caído conforme hay más mujeres con actividades laborales remuneradas.
Dicho de manera muy cruda, en el futuro, habrá muchos más viejos y habrá menos jóvenes.
En países con tasas elevadas de ahorro, con una tasa de empleo formal elevada y con una cultura de preparación del retiro, hay condiciones para afrontar esa circunstancia.
Pero en México, estamos gestando una crisis social de grandes proporciones si no se realizan los cambios para enfrentar este futuro.
De entrada, nuestra tasa de ahorro es baja. De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, como proporción del PIB alcanza sólo el 23.3 por ciento frente a, por ejemplo, al caso de China, donde anda en 48 por ciento.
Pero además de que en general el ahorro es bajo, el destinado al retiro es claramente insuficiente aun entre quienes sí ahorran.
Cuando se diseñó el esquema de las Afores en 1997 se pensó en que en el futuro quizás podría incrementar el porcentaje de ahorro obligatorio o que habría mucho más ahorro voluntario.
La OCDE estima que la tasa de reemplazo en México es del 26 por ciento en el actual sistema. Esto significa que cuando empiece el retiro de quienes comenzaron su vida laboral a partir de julio de 1997, recibirían como pensión apenas la cuarta parte de su último salario.
El salario promedio de cotización es hoy de 9 mil 971 pesos. La pensión promedio sería de 2 mil 592 pesos al mes. ¿Cree usted que alcance para vivir a los millones que se van a retirar sin otro respaldo económico que ese?
Por si faltara algo, más de la mitad de la población trabaja en la informalidad, el 51.8 por ciento para ser preciso, por lo que no tienen ningún esquema institucional de ahorro para el retiro.
El problema financiero y social que se nos viene encima no puede exagerarse. La dificultad es que los incentivos para hacerle frente son bajos porque hasta ahora… se pueden dejar las decisiones para el ‘siguiente sexenio’. Así llevamos varios.
¿Quién tendrá el arrojo y la determinación de entrarle al problema entre quienes aspiran a ganar en el 2018?
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