En reunión con el Comité Editorial de Crónica, se llevó a cabo una conversación colectiva, en la que el doctor Córdova subrayó, por una parte, la enorme responsabilidad que tiene el Instituto y el tamaño de sus tareas; por otra, hizo énfasis en la necesidad de generar mayor confianza ciudadana —ya que en los ciudadanos recae buena parte del trabajo en el proceso electoral— y en los problemas que ha generado una clase política poco dispuesta a aceptar sus derrotas electorales, y mucho a justificarlas por la vía de la impugnación.
Éstos son los puntos nodales de la sustantiva conversación, en la que Córdova fue muy expresivo y, al mismo tiempo, didáctico, respecto a los retos que tiene por delante.
El consejero presidente Córdova introdujo la plática con una visión del momento político y del papel del Instituto Nacional Electoral.
“Son tiempos políticos difíciles”, afirma de entrada, “la estridencia acaba siendo premiada, pero estamos en contra de retroalimentar el pesimismo”.
Por eso, señala que “en la medida en que el INE se ensimisme, multiplica las posibilidades de equivocarse”. Por eso —dice— debe estar abierto a la sociedad, en diálogo con ella, entre otras cosas para evitar la retroalimentación del pesimismo.
“El INE tiene una responsabilidad histórica. Su trabajo es importante para la estabilidad política del país. Y con ella, la estabilidad económica y social. Si el 1º de julio le va mal al INE, el 2 de julio le va mal a todo el país y se pondrá en riesgo la convivencia. Por eso el INE tiene que estar preparado para la tormenta perfecta. Tiene que saber qué hacer en todo momento”.
Luego comenta que se ha querido medir la efectividad del INE en el número de alternancias en las elecciones. “Eso no depende de nosotros, sino de los electores”. Aunque el hecho es que, en la mayoría de las elecciones recientes —sobre todo las de 2016— ha habido alternancia de partidos.
A continuación, Lorenzo Córdova pasa a comentar el tamaño de la tarea.
“Estamos ante la elección más compleja de la historia de México. Se van a repartir 3 mil 406 cargos de elección, y eso sin contar regidores y síndicos. Va a haber 156 mil casillas y en 30 estados habrá elecciones locales”.
Explica que el INE va a visitar a 11.5 millones de ciudadanos para que sean funcionarios de casilla, de los cuales 1.4 millones lo serán; contratará a 50 mil capacitadores para ese menester. Por ello, debe tener la confianza ciudadana para que sea efectiva la participación: “Sin ella, no puede convocar a los ciudadanos”.
Además, tiene nuevas tareas. Por ejemplo, los informes de campaña se multiplicarán: van a ser cerca de 70 mil. Y se tienen que revisar. “El Instituto va a ser insistente en que los partidos y candidatos reporten información y lo hagan a tiempo. Es muy común que lo intenten hacer al último minuto, cuando es más complicada una revisión exhaustiva. Prefieren pagar sanciones”.
“Por otra parte, tampoco podemos esperarnos a que haya un problema para explicarlo. Hay que explicar el ABC. Cada elemento que sirva para dar confianza electoral. Nuestro trabajo es reforzar la confianza construida durante 20 años”.
La primera pregunta es sobre si las actividades de Andrés Manuel López Obrador son actos anticipados de campaña.
“Como institución estamos ante un dilema con la figura de los actos anticipados de campaña, un dilema de interpretación. Si nos excedemos, corremos el riesgo de matar el debate político, y no queremos hacerlo”, responde.
Señala que, al mismo tiempo, hay que darle racionalidad al proceso, para que no todo mundo haga lo que quiere. “Lo que no podemos permitir es proselitismo abierto antes del proceso electoral. Pero tampoco se puede regular contenidos. Hay que recordar que la equidad electoral es un piso, no un techo”. Agrega un problema más: la falta de regulación de parte del Legislativo.
Otro asunto han sido las quejas de los independientes en pos de firmas.
“Hemos mejorado la App y le hemos dado una semana más a todos los aspirantes independientes para que recaben firmas. De todas maneras sabemos que no van a estar de acuerdo”.
Es el caso de Pedro Ferriz, acotamos.
“Pedro Ferriz lleva poco más de mil firmas recogidas en toda la Ciudad de México, que tiene 24 distritos electorales federales. Hay un señor, aspirante a ser candidato independiente para diputado, que en un solo distrito capitalino, en uno solo de esos 24, lleva más que Ferriz en toda la ciudad. No es un problema de la App”.
Sobre la posible judicialización del proceso electoral y la relación del INE con el Tribunal, Córdova da una respuesta que primero preocupa, pero luego tranquiliza.
“Hemos construido un sistema que premia la litigiosidad. Impugnar es construir una narrativa de la elección. Los partidos la están construyendo para tener una batería de argumentos en caso de que pierdan”.
En cuanto a la relación entre el Instituto y el TEPJF, señala que podría estar mucho mejor, con más comunicación, como la que funcionó en la pasada elección en Oaxaca, donde quedó claro que el Tribunal no va a premiar a quien quiera sabotear una elección.
Explica que en general hay acuerdo entre ambos, “pero las dinámicas de trabajo de cada quien son vertiginosas; cuando ha habido diferencias, ha sido por falta de comunicación”. Admite que esa comunicación “es un tema que tiene que ocuparnos”
Una pregunta obligada era qué escenarios ve el Consejero Presidente del INE para el 1º de julio.
“Lo ideal es que fuera como en el 2000: el Instituto da a conocer los datos, los candidatos aceptan los resultados, el Presidente felicita al ganador. Pero estamos barajando todos los escenarios posibles. Estamos preparándonos para la tormenta. Tendremos que ser muy enérgicos”.
Para blindarse, expone que “vamos a hacer un conteo rápido muy grande, con una muestra que abarca 9 mil casillas: tenemos para ello los mejores estadísticos de México. Va a ser muy confiable, muy preciso. Habrá conteo tanto para la elección para Presidente de la República, como para las elecciones de gobernador”. Explica que hay instrucciones para que los datos de la elección presidencial sean los primeros en salir.
“Una cosa debe quedar clara” —advierte enfático— “si no damos ganador, nadie puede declararse ganador, y si en esas condiciones algunos deciden hacerlo, saldré a desmentirlos”.
— ¿Cómo espera las campañas?
— Mi previsión es que las campañas serán intensísimas, que veremos multiplicadas las campañas negativas, con todo tipo de filtraciones y denuncias. Es un juego suicida, encima del actual humor social. Mi preocupación es que podamos estar jugando con fuego. Eso no se debe minimizar.
Considera que el INE es un dique para contener la conflictividad política. “Pero las contiendas, si son así, alejarán más a la clase política de los ciudadanos”.
Y abunda: “le apostamos a una campaña de ideas y propuestas, por eso pensamos en tres debates, de calidad, sin acartonamientos. Fijaremos las reglas de estos debates en la primera mitad de diciembre. Tendrá que haber más interacción entre los candidatos, con moderadores que no nada más den la palabra y midan tiempos”.
Un tema novedoso, que cada vez tiene más relevancia en las elecciones es el de las redes sociales. Sobre eso inquirimos a Córdova.
“Aquí no podemos ser el árbitro: son totalmente inasibles para nosotros, pero las vamos a monitorear”, responde. Y de inmediato acota: “El único margen que tenemos es el dinero: Facebook y Twitter nos han dado los datos de lo que se compra. Pero si quisiéramos ir más allá de eso, nos meteríamos en un berenjenal”.
Por otra parte señala que el Instituto ha blindado sus sistemas de hardware y seguridad informática, ante la posibilidad de intentos de hackeo.
En un tercer asunto ligado a las redes, el de las fake news, el INE ofrecerá una línea de respuesta de reacción inmediata, señalando aquellas que detectamos o sobre las que nos pregunten.
Pasamos a hablar sobre los problemas con el prestigio del INE, que terminan con una reflexión de Córdova acerca de la soledad de la Institución.
“Hay una enorme paradoja”, —dice— “por la diferencia entre el prestigio que tiene el INE afuera del país y dentro. La ONU, el Consejo de Europa, la Comisión de Venecia, la OEA, todos ellos han pedido diversas asesorías al INE mexicano. Recientemente, la Federal Electoral Commission, de Estados Unidos, nos ha pedido capacitar a sus fiscalizadores. Pero la paradoja ahí está y también acá debemos construir una narrativa para dar a conocer lo que somos”.
El Instituto, explica, ha sido víctima de su propio éxito. Por eso le han sumado más y más atribuciones, “hace cosas que ningún instituto electoral en el mundo realiza”, y pasa a señalar el trabajo de credencialización, que es el que determina la identidad de las personas, el de fiscalización, el de monitoreo de radio y TV, que son costosos. Córdova comenta que en otros países, cuando ven las atribuciones del INE, dicen “qué poderosos son”. “Pero no es cierto. Nadie mete las manos por el INE. Ni los partidos ni los gobiernos. Por el contrario, le atizan”, y se muestra preocupado por la cuestión presupuestal.
En algunos estados de la república, comenta, la situación es peor. Explica que, a través del manejo del presupuesto, gobiernos estatales intentan controlar los Organismos Públicos Locales Electorales y condicionar su autonomía.
La última pregunta tiene qué ver con la generación de desconfianza y la suma de reformas electorales para paliarla. Las respuestas de Córdova hablan de la composición de la clase política mexicana.
Lo primero que señala es que “las últimas dos reformas electorales las ha dictado quien ha perdido la elección”… “La democracia es tan cara como la desconfianza. La mitad de la desconfianza se acabaría con la urna electrónica”.
Pero el gran problema, a su entender, es la aceptabilidad de la derrota. “Éste es un condicionante de la vida democrática que la clase política está poco dispuesta a cumplir. Viene una elección y todos se declaran ganadores, siendo que hay más candidatos que puestos de elección… y luego judicializan los procesos”.
Lorenzo Córdova termina con un par de reflexiones.
La primera, que es necesario “reivindicar la dignidad del ciudadano, no menospreciarlo. No creer, porque es una mentira, que sea fácilmente manipulable”. Que no es tan manipulable, queda demostrado con el número de alternancias en el poder que ha habido en años recientes.
La segunda, que “hay que quitarle lo barroco a la legislación electoral, pero no hacerlo a la mitad del camino, sino después de las elecciones. A la mitad del partido no se pueden cambiar las reglas del juego”.