Inseguridad y violencia: dos Méxicos
Cuando se habla de la crisis de inseguridad cotidiana y en aumento que padecemos los mexicanos, hay dos visiones: una, de voces de la sociedad civil y la ciudadanía que perciben y padecen una violencia generalizada, desbordada y de “proporciones bélicas”, en donde las policías no han sido profesionalizadas y se recurre al Ejército como sustituto de la seguridad civil; y otra, la de los gobiernos que, en la óptica del presidente y gobernadores, nos hablan de una violencia e inseguridad focalizada, parcial y que es exagerada y mal interpretada por los ciudadanos que no reconocen su trabajo y “sólo critican y descalifican al grado de hacer bullying a las instituciones”.
Dos visiones de dos Méxicos, el real, en el que viven y padecen los ciudadanos todos los días por la inseguridad que se agrava, y el oficial, en el que la falta de seguridad “no es tan grave”, sólo ocurre en “puntos específicos de la geografía nacional” y es producto exclusivamente de “enfrentamientos entre bandas del crimen organizado”, y que chocaron ayer en el Castillo de Chapultepec durante un foro sobre seguridad.
María Elena Morera, de Causa en Común, presentó un diagnóstico lapidario. Habló de una “masacre de proporciones bélicas”, pero la percepción de Peña Nieto fue que los índices de violencia inseguridad, “que logramos disminuir en los primeros tres años de este gobierno”, sí han “ganado mayores espacios en 2016 y 2017, pero “no en toda la geografía nacional, sino en puntos específicos del territorio”; que su gobierno ha capturado a 108 “objetivos prioritarios” del crimen organizado, de 122, y que la sociedad “critica más de lo que valora” los esfuerzos de las instituciones.
“Este sexenio tenía como meta alanzar una tasa de 12 homicidios por cada 100 mil habitantes, como vamos, es muy probable que esta tasa quede por encima de 24 homicidios por cada 100 mil habitantes. Esta masacre para nosotros, sí la consideramos de proporciones bélicas. Asesinatos, desapariciones, violaciones a derechos humanos, secuestros, extorsiones, robos, ya se hicieron parte de la vida misma de los ciudadanos en México. La violencia que vivimos ya no es temporal ni regional, es endémica y de alcance nacional, no se ha logrado contenerla y mucho menos revertirla”, dijo Morera.
La crisis de inseguridad y violencia fue respaldada por el ómbudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, quien pidió poner fin “a la simulación y discursos de optimismo triunfalista” para reconocer una situación que pone en riesgo la integridad y la vida de los mexicanas y hasta de la democracia, para hacer una urgente reforma policial y de seguridad; mientras la embajadora de Estados Unidos, Roberta Jacobson, elogió a la sociedad civil mexicana y la conminó a seguir exigiendo “estándares de calidad en la atención policiaca” que dijo, deben ser los mismos en todo el mundo, para lo que puso como ejemplo al consorcio estadunidense Starbucks que, dijo, “maneja los mismos estándares de calidad en todo el planeta”.
Un golpe duro de Morera fue cuando acusó, a los “responsables políticos federales y estales” —ahí estaban el presidente, el secretario de Gobernación, el jefe de Gobierno y varios gobernadores— de que ante el desastre de seguridad, “sólo sumen pretextos, primero acusando a sus antecesores, luego culpándose entre ellos y últimamente culpando al nuevo Sistema de Justicia Penal que sus mismos partidos aprobaron”.
Y es que justo antes Miguel Ángel Mancera había vuelto a culpar, al nuevo sistema de justicia penal de la liberación masiva de detenidos y de provocar el incremento de los índices delictivos. El jefe de Gobierno se quejó de que no se ha aprobado la propuesta de los gobernadores de la Conago para modificar el tipo penal por la portación de armas y defendió la actuación de los gobiernos estatales en seguridad.
Luego Peña Nieto cerraría el foro con un discurso en el que, en tono de reproche —aunque aclaró que “no son regaños, María Elena”— se quejó de que se exija a las instituciones de seguridad y a las policías, cuando se les intenta demoler con descalificaciones a su trabajo. “Lamentablemente a veces se escuchan más las voces que vienen de la sociedad civil que condenan, que critican y que hacen bullying sobre el trabajo de las instituciones de seguridad del Estado mexicano”, se quejó el presidente, quien cuestionó que “nadie respalda la buena actuación de los policías, las dejamos solas, las abandonamos”.
¿Cuál de las dos visiones sobre la crisis de seguridad es más realista? ¿La del ciudadano que percibe violencia desbordada, un Estado y policías incapaces y corrompidos y una “emergencia nacional” que amenaza la estabilidad social, o la del gobierno que sólo ve “violencia e inseguridad focalizadas”, policías e instituciones de seguridad del Estado que sí funcionan pero son atacadas y hasta “buleadas” y que reclama exageración en las críticas y las quejas de los ciudadanos por la inseguridad?