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UNIVERSIDAD ACOSADA

UNIVERSIDAD ACOSADA
Por Luis R. Aveleyra Santos

“La educación genera confianza.
La confianza genera esperanza.
La esperanza genera paz.”

Confucio

Grave e imperdonable debió ser la ofensa que el rector Jesús Alejandro Vera Jiménez infringió al Gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu, pues en la madrugada del sábado anterior, con aparato de patrullas, agentes de la Fiscalía del Estado, luces, sirenas que se prestan más al escándalo que a una aprehensión, la autoridad estatal usó la “fuerza del Estado” para detener al rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en su domicilio particular. Cuántos cientos de denuncias por malversación y por desvío de recursos no habrá pendientes de ser cumplimentadas en cuanto a sus órdenes de aprehensión, pero la diferencia de ésta es por el personaje de quien se trata. Como dijo Alejo Carpentier en alguna de sus obras: “…el mandatario ordenó: hay que dar un escarmiento, decomisen todo lo rojo, y los cultos policías efectivamente confiscaron los ejemplares de “Caperucita Roja”, “Pimpinela Escarlata”, “La flor roja”, “Rojo y Negro” de Stendhal…” Tal parece que los procedimientos han cambiado, antes para detener a alguien lo menos que se hacía era publicidad con objeto de cumplir el cometido.

Según las imágenes de la televisión, la casa donde habita el hasta hoy rector es normal, con muebles y objetos que corresponden a un profesionista que seguramente vive de sus ingresos y de ninguna manera denotan enriquecimiento ilícito o alguno de los delitos que se imputan al hoy prófugo. Las investigaciones señalan que además de ese predio tiene otras propiedades cuyo valor es superior a los ingresos que percibe.

El operativo fallido podría sintetizarse en una de esas frases populares ad hoc para el caso: “mucho ruido y pocas nueces”.

Psicólogo de formación, al doctor Jesús Alejandro Vera Jiménez, casado con una hija de otro ex rector, muy probablemente ha cometido dislates en su gestión financiero – administrativa porque de lo contrario la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no habría iniciado una denuncia por desviación de fondos; la Auditoría Superior de la Federación, tampoco hubiera puesto sus ojos en el manejo financiero de la Casa de Estudios, de haberse seguido una gestión pulcra y conforme a las disposiciones presupuestales vigentes. Eso no es venganza del Gobernador, son hechos contundentes de los que no hay vuelta de hoja.

Aunado a ello, cual bola de nieve en libre caída, los problemas financieros se han agravado por la estrechez económica y la disposición del estado de no enterar el subsidio correspondiente, los problemas laborales por incumplimiento en el pago de prestaciones, las deudas a contratistas y proveedores, los atrasos en el pago de servicios y, por si fuera poco, el sismo del pasado 19 de septiembre ocasionó serios daños a la infraestructura educativa. Con estos agravantes se llega el tiempo de la sucesión en la Rectoría de la Universidad, también el tiempo en que ya sin la representatividad legal que tiene don Alejandro Vera Jiménez, tendrá que rendir cuentas de todo.

Es probable que no asista a la toma de posesión de su sucesor en el cargo, pues en su calidad de prófugo de la justicia, amén de ser una provocación, sería una oportunidad para cumplimentar la orden de aprehensión existente en su contra.

Hace unas cuantas horas, apareció una carta firmada por la terna de los candidatos a la rectoría de la Universidad en la que hacen su pronunciamiento sobre el intento de apresar al aún rector, sin embargo, ninguno de ellos ha puesto el dedo en la llaga, esto es, cómo resolver la muy difícil situación que aqueja a la Casa de Estudios.

Por lo pronto, quien sea el escogido por la Junta de Gobierno o el órgano facultado para la elección, tendrá que sopesar el control de daños de una gestión que —independientemente de tener la razón o no— es a todos ojos accidentada y ha llevado al desprestigio a la institución.

Será la primera vez en su historia de medio siglo que su rector ande a salto de mata, que sea cuestionada su gestión y que lejos de engrandecer a la Universidad como fue su original idea, la deja con serios problemas.

La siguiente autoridad no sólo tendrá que resolver los problemas financieros con los trabajadores y negociar con el Banco Interacciones para que éste no embargue las cuentas de la institución, sino que tendrá que convenir con el Gobernador del Estado, aplacar su ira justa o injusta, visitar el Congreso del Estado y lograr el cambio de mal sabor de boca en los señores legisladores por los desaires cometidos por el doctor Vera y pedirles su ayuda para la aprobación de la Cuenta Pública; deberá tener grandes dotes diplomáticas para vencer en la comunidad universitaria a quienes encabezan la idea de la beligerancia como el mejor de los caminos.

Hace cuatro décadas, cuando el rector de la Máxima Casa de los morelenses fue don Carlos Celis Salazar, se dio un situación de tirantez con el gobierno del Estado por la posesión de unos terrenos que formaban parte del patrimonio universitario, las huestes estudiantiles, invadieron, quemaron puertas, causaron destrozos, lanzaron piedras, el rector llamó a todos a la cordura y cesaron las agresiones, pero el gobierno estatal, tomó nota y resarció a la Casa de Estudios con otros medios por la superficie que les había sido conculcada.

La situación existente, es en cierto modo parecida a la guerra de trincheras en que cada parte desde su baluarte dispara al contrario y, como en los pleitos, de la agresión y del insulto, se pasa a una fase en ver quien hiere más a su oponente, quien asesta el golpe definitivo, pero lamentablemente, es una guerra fallida, donde al final no habrá vencedores ni vencidos, en la que el único perdedor será la generación de jóvenes estudiantes y con ellos el heroico pueblo morelense que paga con sus modestos impuestos parte de lo que se gastan las autoridades universitarias en carreras cuyo mercado laboral es incierto, en actividades de poca productividad.

Algo que ninguno de los tres aspirantes a la rectoría ha entendido, es la crisis en la que recibirá el puesto y que la tendencia del subsidio en estos gobiernos neoliberales es para disminuir no para acrecentar; que así como Alejandro Vera actuó con una pésima planeación económico – financiera y educativa, el próximo rector debe hacer un ejercicio que parta de lograr una institución productiva y que tienda hacia la sustentabilidad de sus recursos, que en vez de pedir más, logre realizar más con lo que tiene y cerrar las fugas de dinero en bien del estudiantado, de la comunidad académica y la investigación, es decir tiene por fuerza que replantear el futuro que hoy es incierto y que muestra un acoso funcional y estructural más interno que externo, con serias acechanzas que de no ser resueltas serán cada vez más graves e insolubles.

Tanto al Gobernador como al Rector actuales se les acaba el tiempo, el problema lo heredarán a sus sucesores, pues en las circunstancias actuales parece que ninguno de los dos cederá. Un problema más de vanidad y orgullo que de sentido práctico de las cosas.

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