Entre Paréntesis
Universitarios
Es posible que no lleguemos a conocer el fondo del asunto, porque el problema no es el señor Vera Jiménez, ni la UAEM. Desde hace tres o cuatro años circulan acusaciones graves sobre el uso del dinero de la universidad, han terminado hundidas en el marasmo de la pequeña política —con manifestaciones, denuncias, declaraciones altisonantes de ida y vuelta. Nada. Pero sucede que esto de hoy parece ser uno de los hilos de una madeja mucho mayor: más de seis universidades, otras tantas secretarías de Estado, más de 3 mil millones de pesos.
El abogado del rector dijo que lo persiguen porque “no se ha callado ante la violencia”. Miembros de la Asamblea Permanente de Pueblos dijeron que es porque el rector ha denunciado los megaproyectos del gobierno de Morelos. Javier Sicilia, en la nómina de la UAEM, dice que lo persiguen porque podría ser candidato a gobernador. Parecerá raro que un rector se dedique a eso, pero es la mecánica con que se significa la autonomía —que justifica todo lo demás.
Desde hace muchos años las instituciones de educación superior han disfrutado de una especie de extraterritorialidad de facto, amparada por la triple aura de la juventud, el saber, los universitarios —y el fantasma del 68. Como es lógico, la existencia de ese espacio que prácticamente se exceptúa del cumplimiento de la ley, o de según qué leyes, ha servido para toda clase de propósitos. Abrir un buen surtidor de recursos financieros sin supervisión tiene una utilidad inapreciable. En algún momento fue para apaciguar a cierta izquierda, sirve a las mil maravillas si se quiere usar el espíritu combativo de los “compas” para proteger los negocios de la clase política.
No digo nada nuevo: la preocupación de los universitarios por la transparencia y la legalidad tiene límites muy claros. Este, por ejemplo.