Incognitapro

ITINERARIO POLÍTICO

El PRI de AMLO: ¡fuera máscaras...!

 

Ricardo Alemán

Dijo —en el tono pontificador que le caracteriza— que el candidato presidencial que desde hace años recorre el país en campaña “es un priista disfrazado de rojo”. ¿De quién creen que hablaba?

Está claro que se refería al dueño de Morena. Pero no fue todo lo que dijo el poeta. También expuso que Obrador “es un Tlatoani y solo reproduce aquello donde se cultivó”. Se refería, claro, al origen priista de Morena.  

Y como es natural, decir pan al pan y vino al vino le costó al poeta una de las más severas madrizas que ha recibido como “luchador social”. Y es que se atrevió a quitar el velo a la farsa que supone que Morena y su dueño son la nueva izquierda mexicana y hasta colocó a la dupla Morena-AMLO como parte de lo más rancio del viejo PRI.

En pocas palabas, Javier Sicilia se sumó al ¡“fuera máscaras”! que caracteriza la contienda presidencial de 2018.

Pero la revelación de Sicilia se sumó a una definición similar que días antes había formulado el ensayista Roger Bartra, quien “sin pelos en la lengua” dijo que AMLO “representa la nostalgia por el viejo PRI”.

Es decir, confirmó lo que muchos han dicho por mucho tiempo y por lo que han sido apaleados por el fanatismo lopista; que Morena es la versión moderna de lo más rancio del PRI. Bartra fue demoledor en su caracterización de AMLO, durante una entrevista en el diario El País, muchos de cuyos reporteros en México parecen militantes de Morena.

Pero tampoco fue todo. El filósofo y escritor dijo que Obrador “ha dejado de ser de izquierda y ahora ha dado un viraje al PRI de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas”. ¿Cuántos —en el caso de Morena y de las presidenciales de 2018— se han atrevido a decirle pan al pan y vino al vino?

Pero la historia no termina con las revelaciones de Sicilia y de Bartra. En días pasados, el diario The Economist comparó a López Obrador con el PRI del siglo pasado. Además, dijo que está lejos de representar los ideales del cardenismo.

¿Qué quiere decir el reiterado “¡fuera máscaras!” que recibe el dueño de Morena a días del arranque de las presidenciales de 2018?

Está claro —para todo el que quiera verlo y para quienes no se tragan el cuento “engaña idiotas” de que Morena es alternativa al PRI corrupto—, que el partido Morena significa la restauración de lo más rancio y cuestionable del viejo PRI.

Morena representa el regreso del PRI autoritario, nada democrático, corrupto y dictatorial. Y si tienen dudas, solo basta responder algunas de las siguientes preguntas.

¿Quién es el dueño de Morena? ¿Quién manda en Morena? ¿Quién usa para fines personalísimos todo el dinero de las prerrogativas de Morena? ¿Quién se “agandalló” los millones de spots de Morena? ¿Quién es el único vocero de Morena? ¿Quién decidió de manera unipersonal la candidatura presidencial de Morena? ¿Quién decide todas las candidaturas a todos los puestos de elección popular? ¿Quién perdona vidas y pasados políticos corruptos? ¿Quién decide cómo, con cuáles empresas y cuánto dinero lava el partido Morena…?

Las interrogantes pueden ser infinitas, pero la respuesta a todas las preguntas anteriores —y las que todos se puedan imaginar sobre Morena— tienen una sola respuesta que se resume en solo dos nombres propios: “Andrés Manuel”.

Pero además, ¿se imaginan qué pensarían y qué dirían los ciudadanos en general si Peña Nieto fuera dueño del PRI y lo mangoneara igual que AMLO mangonea Morena? 

 Viene a cuento el ejercicio memorioso porque la terca realidad se impone y confirma que en julio de 2018 no habrá una lucha entre buenos y malos, entre la nueva izquierda mexicana y el PRI del nuevo siglo, sino que veremos las dos caras de la misma moneda; el viejo PRI de Morena y el nuevo PRI de Peña Nieto.

Pero lo más preocupante es que en 2018 veremos una reedición de la disputa que vivió el PRI en los años previos a la presidencial de 1988, cuando el PRI “del desarrollo estabilizador y estatista” —al que hoy quieren regresar Morena y su dueño— disputó el poder al PRI neoliberal de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas.

En aquellos años —como saben—, el gran derrotado fue el PRI del “desarrollo estabilizador y estatista”, que encabezaban renegados del tricolor como Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Y el ganador indiscutible de aquel “choque de trenes” fue Carlos Salinas, quien estableció el modelo neoliberal de mercado, con el TLC como punta de lanza.

  Y la mejor prueba de que con Morena asistimos a la restauración del viejo PRI, la veremos hoy cuando AMLO presente su programa de gobierno y su gabinete para 2018.

Al tiempo.

Ámbito: 
Nacional