Francisco Moreno Merino: Legisló de noche su impunidad
No es raro encontrase en un conocido café ubicado en la esquina de las calles Río Mayo y Teopanzolco de Cuernavaca, al fallido candidato a la gubernatura por el PRI en el pasado proceso electoral, Amado Orihuela Trejo. Ahí hace política, dicta línea y se da sus baños de pueblo en la capital del estado quien el hoy gobernador Graco Ramírez definió en el debate de candidatos del 24 de mayo del 2012, como un hombre de campo… pero de golf.
Sin embargo, llamó la atención verlo poco antes de mediodía del pasado miércoles 15 de noviembre con el diputado local Francisco Moreno Merino, sobre todo cuando se quedaron solos y se acercaron para hablar en voz baja “cosas de la política morelense.”
Y no se equivocaron quienes pensaron que nada bueno para el estado resultaría de esa reunión: ahí se confirmó el voto de los cinco diputados locales priístas a favor de la ley de ingresos, del presupuesto de egresos para el 2018 y del nuevo crédito al ejecutivo local por más de 2 mil millones de pesos que se votarían en la sesión de esa noche. Pero no sólo eso.
Para esta cuestionada sesión “en lo obscurito” que inició el pasado miércoles a las 22:00 horas y concluyó el jueves cerca de las 4:00 horas, Francisco Moreno Merino fue una vez más pieza clave para apuñalar a los morelenses y asegurar los votos necesarios para la mayoría perredista en el H Congreso del Estado de Morelos.
No en vano, la sesión se llevó a cabo con el estilo personal del ex presidente de la Mesa Directiva del Congreso: de noche, a puerta cerrada, sin transmisión en vivo, con un dispositivo policiaco al exterior del inmueble para evitar sorpresas, con servicio de café pero también de bar a los “representantes populares” y la justificada sospecha de un enorme tufo a corrupción ante lo aprobado.
Pero el interés de Moreno Merino no era el nuevo empréstito de más de 2 mil millones de pesos, justificado para la reconstrucción de los inmuebles afectados por el sismo del pasado 19 de septiembre (que contempla para el fondo Unidos por Morelos, la cantidad anual de 32 millones 909 mil pesos tan sólo para gasto corriente). El interés del misógino legislador fue el que se aprobaran sus cuentas públicas pendientes como presidente del Congreso, esto es, salir con las manos limpias ante el déficit que entregó que, a decir de la actual presidenta Bety Alatriste, era superior a los 150 millones de pesos. Y lo logró.
Así, después de manejar un bajísimo perfil desde el pasado 12 de octubre del 2016 en que anunció su fallida salida del Congreso para irse al gabinete estatal y despedirse con las notas del Himno Nacional dándose a sí mismo todos los honores que su enorme ego le reclamaba, Moreno Merino operó lo necesario para limpiar su paso y evitar fuera auditado su desempeño al frente del Legislativo estatal. Pero también dejó en claro que lo suyo lo suyo es estar al servicio del gobierno en turno y hasta le alcanzó para enterrar kilómetros bajo tierra al llamado Grupo de los 10 diputados opositores al PRD o llamado G10.
Obviamente, cada voto a favor para aprobar los encargos del ejecutivo local costó dinero, pero bien dicen que en política “lo que se puede pagar con dinero, es barato” y cobrar esos favores es una de las especialidades de Moreno Merino, dueño junto con Amado Orihuela, de la voluntad, mente y escasas palabras del hoy presidente del PRI Morelos y mediocre legislador, Alberto Martínez González.
De esta manera, en la sesión legislativa del pasado miércoles 15 de noviembre todos los morelenses perdimos, incluso los propios legisladores (más, los que buscan contender por algún cargo de elección popular en el actual proceso electoral) con excepción obvio, de Francisco Moreno Merino, quien peor fama no puede tener pero ahora libró el ser auditado y hacer frente al desfalco que aún padece el Congreso estatal, además de declararse listo para buscar acomodo en alguna posición plurinominal que le garantice impunidad tres años más.
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