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QUEBRADERO

El Pueblito

Hace varios años el gobierno tomó el control pleno del penal El Pueblito, ubicado en las afueras de Tijuana. Puede imaginar las razones; la cárcel estaba totalmente tomada por los rehenes, quienes hacían lo que querían ante la complicidad y temor de las autoridades.

No había quien no supiera en Tijuana lo que pasaba en el penal, sabían los tres niveles de gobierno pero nadie hacia nada por enfrentar y cambiar las cosas.

Lo que detonó la acción del gobierno en el penal fue un motín que enfrentó a dos grupos que buscaban el control del centro. El enfrentamiento fue brutal, en medio de disparos, apuñalados, quema de crujías y muertos. Un grupo se cansó de los abusos y agresiones de quienes controlaban el penal y pasó a la ofensiva, tratando de posesionarse del centro.

Los familiares de los rehenes estaban afuera del penal angustiados, escuchando los gritos, balazos, el paso de las sirenas de la policía y los bomberos; fue una larga noche para todos. Eran los tiempos en que los Arellano Félix tenían control de casi todo en Tijuana, el penal era parte de su estrategia y sus dominios.

Al día siguiente entramos con una cámara de televisión, acompañados de las nuevas autoridades. El penal era desde donde se viera un desastre. Había tiendas con letreros de Domino’s Pizza, de McDonald’s, de cafeterías de su tiempo. No nos quedó claro si vendían efectivamente los productos o era una fachada para sentirse fuera de la cárcel, lo cierto es que eran tiendas manejadas por los reos y sus estructuras de poder.

Las tiendas eran lo de menos, pero como sea, daba una idea de cómo se manejaban la cosas al interior del penal. En la medida en que fuimos entrando, empezamos a ver la verdadera dimensión de los problemas, era un todo que se dejó crecer y nadie hizo nada por frenar lo que todos sabían que pasaba.

La hacinación era una flagrante violación a los derechos humanos, independientemente de que estuvieran en la cárcel. Algunas crujías tenían cuatro o seis camas, pero a su interior estaban más de 20 reos. Algunos de ellos dormían de pie y para poder hacerlo se amarraban a las rejas, con lo que además evitaban estar en medio de la riesgosa hacinación en las camas o en el piso.

La violencia se sentía por doquier, a pesar de que las autoridades habían tomado el penal. Nos llevaban como si fuera un parque de diversiones. No había espacio en El Pueblito en el que no se oliera la violencia y se sintiera la tensión.

Platicando con algunos detenidos nos decían que llevaban años en la cárcel sin haber sido sentenciados, situación que se vive en todo el país.

El extraordinario trabajo sobre el penal de Piedras Negras de Jacobo Dayán y Sergio Aguayo, del Colegio de México, con apoyo del CEAV, muestra corrupción, impunidad, falta de control sobre los centros, situaciones inexplicables, ausencia total de políticas públicas.
En Piedras Negras todo se agudizó, pero ¿cree que sea muy distinto a otros penales? ¿Cree que sea algo excepcional?

Lo mismo nos dijeron de El Pueblito.

Ámbito: 
Nacional