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HISTORIAS DE REPORTERO

 

¿Alguna vez usted ha visto un anuncio de Coca-Cola atacando a Big Cola? Nunca. De esos refrescos, Coca-Cola es el primer lugar en ventas, luego Pepsi y en un claro tercer lugar aparece Big Cola.

Los especialistas en marketing coinciden en que alguien que está muy arriba en participación de mercado debe publicitar su propia marca, reforzar el gusto de la gente, crear más hábito, pero nunca ponerse a pelear con el tercero. Jamás un primer lugar debe ocuparse de un lejano tercer lugar.

Andrés Manuel López Obrador está cayendo en esa trampa, está cometiendo ese error. Según prácticamente todas las encuestas, al arranque de la contienda presidencial 2018, el líder de Morena le saca casi el doble de ventaja al priísta José Antonio Meade.

La primera encuesta que se levantó después del destape del ex secretario de Hacienda, ya con el efecto del anuncio, no registra que el priísta haya subido: 31% para López Obrador, 23% para Ricardo Anaya (antes de su propio destape) y 16% para Meade, según Buendía&Laredo en EL UNIVERSAL.

Sin embargo, desde que Meade fue destapado, López Obrador le ha dedicado un misil en cada oportunidad que ha tenido:

El 27 de noviembre, el día del anuncio del candidato presidencial priísta, lo recibió con un tuit de que “lo de Meade ni a destape llega. Lo pronosticamos. Además de corruptos, se han vuelto muy predecibles”. El 28 le dijo señoritingo, títere y pelele. El 30 se mostró decepcionado de que Meade no tiene carisma ni sex-appeal.

Ya en diciembre, el día 1 criticó que “Meade estaba en otro planeta”. El día 2 diagnosticó que la mafia “creó una burbuja con Meade, pero ya se desinfló”. Cuatro días después, la burbuja parece que se re-infló porque López Obrador soltó: “Meade no hace burbuja aunque lo inflen”, y de plano pidió que le cambiaran al candidato: “se los dije: estaba mejor Chong”.

Después de diez días de hablar insistentemente de él, el 7 de diciembre Andrés Manuel remató con un sondeo en pleno mitin: “¿quién conoce a Meade? Que levante la mano”.

El día 8 volvió a lo de la burbuja (¿se habrá inflado otra vez?) y el 9 agregó una petición de bronceado: “va a tener que asolearse”.

El 10 insistió con lo del color de piel y, motivado por el destape de Anaya, también se lanzó contra su Pepsi: “los candidatos de la mafia del poder no conocen el país, no salen al sol, están blancos”. El 10 les dijo “pirrurris” y ayer 11 llegó a las recomendaciones gastronómicas: “se pierden de comer la suculenta barbacoa de El Carnalito”. Y en plan coordinador de campaña les sugirió que visitaran pueblos y recogieran los sentimientos de la gente.

Su principal rival se ha vuelto su principal aliado. Meade es un político con escaso nivel de reconocimiento: según la misma encuesta sólo 28% de la gente sabe quién es. López Obrador, el político más conocido y popular del momento, se está encargando de volverlo famoso. Los especialistas en publicidad tendrían mucho que recomendar al tabasqueño.

Y más de un agudo asesor podrá decirle: vas ganando, no empieces a perder.

¿Por qué lo hará? Sólo lo sabe el puntero en las encuestas.

 

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Ámbito: 
Nacional