Fiesta sin paz
Los dirigentes de Morena y PRD han alimentado la animadversión entre ambas formaciones políticas.
López Obrador no se cansa de descalificar a sus ex compañeros de partido quienes se las regresan de todas, todas.
Por si fuera poco, ambos partidos tienen interés superior en la misma plaza, la Ciudad de México, que se disputarán a sangre y fuego en los próximos meses.
De modo que la petición de Alejandra Barrales, de PRD, a Claudia Sheinbaum, de Morena, de que lleven la fiesta en paz sirve para cubrir el expediente, pero no disminuye el riesgo de nuevos enfrentamientos.
Las provocaciones entre perredistas y morenistas estarán a la orden del día. La violencia política ronda las calles de la Ciudad de México.
En la terminal del ADO
A Ricardo Anaya le ha costado trabajo despegar en su precampaña presidencial.
El virtual abanderado presidencial del Frente ha encabezado actividades de bajo impacto, con escasa resonancia en los medios.
Le fue mejor cuando resolvió unirse al palomazo que le propuso Juan Zepeda durante un recorrido por Neza, en donde el perredista juega de local ya que fue alcalde.
Se la pasaron bien cantando para ellos mismos, sin gente, uno de los clásicos del TRI, aunque en la calle, según sus propias tomas, casi nadie se les acercó.
Parecía que estaban en la terminal del ADO, sin poderse consolar porque su novia los dejó.
Rumbo a la Suprema
La Ley de Seguridad Interior va camino a los tribunales.
Partidos y organizaciones han anunciado que emprenderán esta misma semana acciones de inconstitucionalidad.
Las acusaciones centrales son que militariza al país y pone en riesgo los derechos humanos.
Acaso sea sano que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determine la constitucionalidad de la ley, de modo que si se requiere cambios se hagan y si es constitucional que tenga el respaldo ciudadano.
Lo único que no se puede hacer es seguir en la indefinición en un tema tan relevante como las operaciones de las fuerzas armadas.
Mancera pone el pecho
Las fotomultas se convirtieron en uno de los primeros tema de la campaña por la Ciudad de México.
No es extraño es polémico y tiene a muchos ciudadanos contrariados. La oposición trata de sacarle raja.
Lo que sí es extraño es la decisión de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno, de participar él mismo en el debate.
Acaso la explicación le competía a alguno de los tres aspirantes que tiene el PRD. Que se hayan reservado refleja que no se quieren meter en camisa de once varas.
Mancera dice que el pecado original lo cometió durante su gobierno López Obrador. Lo cierto es que se dejó crecer y ahora no se quieren quedar sin el dinero que se recauda.