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OPINIÓN DE LUIS R. AVELEYRA

PAN: EL GANADOR

 

El recién estrenado Presidente nacional del PAN, el señor Damián Zepeda, pertenece a esa corriente conservadora que proclama el cambio y se conduele de que su partido en doce años de poder no hizo gran cosa, critica a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, pero es consciente de que su instituto político se ha reposicionado en la preferencia electoral.

La verdad es que el partido de los colores  albiazules es el ganador del proceso electoral, pues es el que tiene más opciones que ninguna otra corriente política.

Ricardo Anaya el ex presidente de ese Partido es el abanderado de la coalición Por México al Frente, desbancó las aspiraciones de Miguel Ángel Mancera y lo relega a una posición menos importante. Es muy probable que su partido de origen no le otorgara la candidatura que tanto deseaba y qué mejor oportunidad que hacerla bajo una nueva bandera, el de la entelequia de nueva corriente, pero con los mismos personajes.

Una segunda opción del PAN será la nominación de su propio candidato, lo cual puede inclinar la balanza entre Ernesto Ruffo Appel, Juan Carlos Romero Hicks, el actual gobernador de Guanajuato que también tiene aspiraciones, don Rafael Moreno Valle, a quien sus adversarios lo dan por muerto y seguramente algunos más que tengan esa pretensión.

La tercera es doña Margarita Zavala de Calderón, quien independientemente de que en lo formal renunció a su partido y el de su marido el expresidente, su ideario, costumbres y visión es más comprometida con la derecha que con las ideas progresistas.

A este panorama se agrega una cuarta opción: José Antonio Meade Kuribreña que, aunque quiera barnizarse de priísmo, no es posible mezclar agua con aceite, ni tampoco convertir el conservadurismo en revolucionarismo.

Para quien lo dude, el señor Meade Kuribreña fue Secretario de Hacienda con Felipe Calderón y gracias a una componenda constitucional de última hora en el sexenio pasado que obliga a otorgar una posición a la segunda fuerza política en las elecciones, logró el nombramiento de Secretario de Relaciones Exteriores en el presente.

Muchos panistas importantes como Diego Fernández de Ceballos o el senador y futuro gobernador de Puebla, Ernesto Javier Cordero ven con buena disposición su candidatura, de hecho, si se hurga en algunos antecedentes del actual candidato priísta, su abuelo por línea materna Daniel Kuri Breña (aún no era compuesto el apellido), fue fundador del PAN junto con don Manuel Gómez Morín.

Desde luego, don José Antonio Meade se sentiría mucho más identificado, con mayor confianza,  siendo abanderado por el PAN que por el PRI, su posición es la de adoptar al PRI, no sumirse en su proyecto. Pasa algo parecido con Enrique IV de Francia, quien alguna vez expresó  París bien vale una misa”, el hoy flamante candidato priísta, seguramente piensa “la candidatura presidencial bien vale serlo por el PRI”.

Seguramente la pobreza ha llegado a miseria en las filas del PRI. En los quince millones de militantes priístas, no hubo un Secretario de Estado, un Gobernador, Senador, Diputado Federal o distinguido miembro en quien hacer recaer su candidatura o, mejor dicho, ninguno que cupiese en las necesidades de la cúpula que ejerce el poder público. La transmisión del poder en este momento no es encontrar al mejor hombre, ni posibilitar el cambio estructural que requiere el país, sino escoger al que garantice los intereses de grupo, que persista en el modelo neoliberal y el manejo corporativo de la economía. El pueblo, poco importa, sus necesidades, la pobreza, eso tampoco.

Otro aspecto es que en esta ocasión el PRI mostró que ha dejado de ser lo que alguna vez fue. Aparece ante el electorado como algo del pasado, con una organización que no está en la actualidad, que es incapaz de dar oportunidad a nuevos rostros, a cuadros que modernicen y tengan mejores ideas. Por el contrario, se convirtió en un partido que como en las monarquías hereditarias los puestos se heredan de padres a hijos, donde la competencia es entre uno cuantos y son incapaces de soltar el poder, y son incapaces de dar oportunidad a otros grupos. Como nunca en este sexenio, se vio cómo el señor Enrique Peña Nieto convirtió la Administración Pública en un coto personal para amigos, compadres y paisanos.

Luego entonces, el PRI canceló sus propias posibilidades para ponerlas en manos de un panista disfrazado de priísta. Del PRD ni hablar, sin candidato propio, sin futuro o con uno muy incierto, desmoronándose, con una emigración masiva de sus antiguos militantes, ha quedado subsumido a su propio fracaso, al pleito constante entre sus miembros y, como siempre en la izquierda mexicana: son una facha.

La próxima elección será entre panistas y un enemigo a vencer que no está en sus filas. Andrés Manuel López Obrador tiene la ventaja de hacer campaña desde hace nueve o diez años, de recorrer el país, de hablar con gente, de hacer sus denuncias. Con problemas de soberbia, conductas poco moderadas, es el verdadero enemigo a vencer de los panistas, en el lado del ring político en que se encuentren. Meade es más de lo mismo, con el mismo discurso y las mismas promesas que no lo son; Anaya llega entre serios cuestionamientos de panistas y ciudadanos que lo ven lejano a las necesidades populares; doña Margarita, pues tiene el fardo de ser esposa de un exmandatario y aún falta que la cúpula panista despliegue el nombre de su candidato o de su unión en favor de Meade.

Juan pueblo, aún no ha dado su veredicto. En un hipotético escenario, el voto panista puede dividirse en dos: los que estén descontentos y no quieran votar por el candidato que elija su partido probablemente se alíen con Meade o bien se alíen con Anaya, pero juntos no lograrían más allá de un 22 o 23% de los resultados electorales. El voto priísta puede dividirse también pero ante la falta de una opción propia probablemente busquen tender puentes con Morena, si antes no sucede algo que marque una “sana distancia” con la dirigencia de ese partido. Según los resultados de las elecciones anteriores, ha descendido de 19 a 15 y hasta 13.5 millones de votos, por lo que mucho le ayudarían los panistas que atraiga el candidato tricolor.

MORENA -pero sobre todo su candidato- tiene las mayores preferencias electorales. La lucha será interesante y nos permitirá ver una vez más llenarse la arena política, de sangre, sudor y lágrimas, como dijo alguna vez sir Winston Churchill.

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