2018: ataque y defensa
La definición de coaliciones y alianzas electorales fue el primer paso de la elección, el segundo es la selección de candidatos. En los próximos días los partidos van a elegir a quienes los representarán en la contienda y de ahí comenzará a desdoblarse la estrategia con la que buscarán obtener la confianza de los ciudadanos en las urnas. Antes de que concluya el mes podrían quedar definidas las candidaturas al gobierno del estado y luego vendrá el diseño del plan para ganar. Lo que veremos en los próximos meses será una estrategia de defensa y ataque.
Los equipos que competirán por la gubernatura de Morelos ya quedaron definidos. Igual que en el país, las mezclas son extrañas, sin base ideológica ni tampoco conciencia histórica; lo que hay es un acomodo de piezas en función de intereses y circunstancias con el único objetivo de vencer. El plan de campaña será simple: unos atacarán al gobierno y otros lo defenderán.
La forma como quedaron definidas las alianzas advierte el tono que veremos en los discursos. Hasta hace unas semanas se preveía que el PRD encabezaría la coalición más fuerte, sumando a su causa al PAN, a MC y al PSD; la expectativa era alinear a cuatro partidos en un mismo sentido y bajo una sola línea de actuación, resaltando los logros del sexenio y prometiendo un gobierno de coalición con la representación de varias ideologías. Los perredistas nunca previeron que al final se quedarían solos.
La desintegración del Frente en Morelos fue un duro golpe para el perredismo y un mensaje muy fuerte al gobierno estatal; el fracaso de la alianza tiene que ver con el desgaste de la nueva visión, con la falta de operación local y principalmente con el rompimiento político del gobernador con los círculos de poder nacionales.
El graquismo tratará de atrincherarse en Morelos para intentar resistir los embates de fin de sexenio. No se trata sólo de las campañas políticas en donde los candidatos señalarán los errores cometidos durante la actual administración, sino del riesgo latente que hay de que al final del ciclo se compliquen más las cosas y una decisión política provoque una crisis mayor en torno al gobernador.
Salvo el abanderado el PRD, los demás candidatos van a tomar a Graco Ramírez como eje de sus discursos; recordarán las promesas incumplidas, los problemas de inseguridad, la descomposición social, el endeudamiento, los casos de corrupción y sobre todo, los últimos incidentes ocurridos luego del sismo del 19 de septiembre, cuando se acusó al gobierno de acaparar la ayuda para los damnificados.
La que viene será una campaña de revancha, de desquite, de odio, en la que se atacará muy fuerte al gobierno estatal y se unificarán todos los discursos en contra del gobernador. Frente a ello es clave la reacción que tomen los candidatos del PRD, la manera como asuman la elección y la forma como se relacionen con el electorado.
El enfado ciudadano es enorme y pega a todos los partidos; a nivel nacional hay un voto muy fuerte anti PRI y también la postura radical de algunos grupos a todo lo que huela a López Obrador. Localmente la carga mediática la trae el PRD, pero todos los partidos, incluyendo los panistas, a quienes se les desdibujó el escenario con la huida de Javier Bolaños y la mezcla con Movimiento Ciudadano.
La que viene debe ser una elección de ataque y defensa, pero con estrategia. No se trata sólo de ofertar sangre, sino de plantear un escenario creíble que incluya la revisión de los errores y la reorientación de estrategias. Prometer cárcel para algunos funcionarios es llamativo, pero no ayudará al estado a salir adelante ni es garantía de votos, porque muchos van a plantear lo mismo.
Para que de resultados, la defensa igual que el ataque debe ser pensado.
- posdata
Para muchos, el 2018 es el año de la revancha. Luego de 6 años de conflictos el que recién inicia aparece como el periodo donde las cuentas se ajustan y las agresiones se cobran en los discursos y en las urnas.
No será fácil para el gobierno estatal contener el mal humor social, ni tampoco la desafortunada actuación política que ha tenido el régimen a lo largo del sexenio. Cinco años de golpes ininterrumpidos, de persecución a los críticos, de exclusión de los incómodos y de gobernar sólo con un grupo ha provocado un ambiente adverso para el PRD y para quienes serán sus representantes en las urnas. Lo mismo se puede observar a nivel nacional con el PRI.
Nada puede hacer ya el gobierno estatal para recomponer su imagen, el momento para enderezar el rumbo quedó atrás y ahora a lo único que puede aspirar el gobernador es a tratar de contener el enfado público para afectar lo menos posible a sus candidatos.
En el ambiente social y político se nota un deseo de venganza, un ánimo de desquite que está presente en los partidos políticos, en los candidatos y en la gente. El gobierno estatal será eje de discurso de muchas campañas y lo volverán el argumento para atacar a los candidatos del PRD. Graco Ramírez no puede aportar nada a sus candidatos, excepto su silencio y su discreción.
Diseñar la estrategia de campaña de la oposición será simple, basta montarse en el malestar ciudadano para desde ahí desdoblar una propuesta de revancha que empiece con el castigo a los actuales gobernantes. Del lado opuesto el reto es más complejo, no se puede asumir una posición crítica ni tampoco una actitud de defensa; en el PRD necesitan mucha habilidad para diseñar su plan electoral y la colaboración absoluta del gobierno para bajar su perfil y dejar de pelearse.
El ejercicio de poder público tiene un costo y ya llegó el tiempo de pagarlo. Lo que veremos en las próximas semanas y meses será un ambiente de linchamiento político, de confrontación entre candidatos y de revancha ciudadana. El gobierno estatal y su partido tienen el más alto índice de rechazo social, pero no son los únicos que tienen desgaste. Ningún candidato ni partido en Morelos, ni Morena ni Cuauhtémoc, están libres de crítica.
El diseño de la estrategia es clave para ganar la próxima elección.
- nota
La encuesta es el instrumento que varios partidos propusieron para definir a quien será su candidato a la gubernatura de Morelos. Una encuesta definirá si el mejor candidato de la coalición Morena-PES-PT es el senador Rabín Salazar o el alcalde Cuauhtémoc Blanco; también una encuesta entre priístas medirá a Jorge Meade, Matías Nazario y Amado Orihuela. Los integrantes del Frente en Morelos, dice el perredista Rodrigo Gayosso, rechazaron la encuesta para buscar al candidato mejor posicionado, por eso fracasó la conformación de esta alianza.
La encuesta es una herramienta de la cual están echando la mano algunos partidos, aunque en el fondo estamos ante una decisión política. En el caso de Morena y PES el fallo lo tomará a nivel nacional Andrés Manuel López Obrador, como ha sucedido en otras partes del país. En el caso del PRI sucederá algo similar, donde el candidato José Antonio Meade tendrá la última palabra.
La encuesta de posicionamiento es importante, pero no es definitiva; localmente hay una lucha mediática entre grupos tratando de generar percepción de triunfo o derrota, sin detenerse a pensar que eso nada influirá en la decisión final. Lo que vemos en redes sociales y a través de algunos medios es una batalla simplona, sin sentido ni efectos, es un duelo que nada influirá en la decisión que se tome en México.
En el caso Morena-PES el sentido de la encuesta será importante: si se mide la popularidad, es indudable que el ganador será Cuauhtémoc Blanco, pero si se analizan otros aspectos, como capacidad de gobierno o preparación, el elegido sería el senador Rabín Salazar. Entre priístas los filtros también importan: se tomarán en cuenta la intención de voto, los negativos de los candidatos y su capacidad de crecimiento; todo indica que Matías Nazario y Jorge Meade son los dos personajes de entre los cuales saldrá el candidato.
La encuesta es, dicen las dirigencias nacionales de esos partidos, la forma como se elegirán al candidato. La realidad es que independientemente de lo que arrojen esos estudios, la postulación es una decisión política.
- post it
Los ojos de muchos están puestos en la gubernatura, pero la contienda en la capital de Morelos es clave en el triunfo de quien busca el control del estado. La elección en Cuernavaca es sustantiva en cualquier estrategia, porque es la caja de resonancia política y el municipio que impacta toda la zona metropolitana.
A pesar de lo importante de la capital, no todos los partidos tienen claridad de cómo y con quien competirán. El partido del alcalde Cuauhtémoc Blanco (el PES), por ejemplo, aún no tiene candidato; tampoco Morena.
Hasta hace algunas semanas Encuentro Social analizaba la posibilidad de impulsar al ex gobernador Sergio Estrada Cajigal, pero apenas trascendió que el mecánico podía ser candidato comenzaron a surgir las historias negras de su gobierno y el ex gobernador declinó; Estrada no se arriesgó a que le revivieran sus errores como gobernante o le recordaran los encuentros oscuros que tuvo con la delincuencia organizada.
En Morena la propuesta que hoy tienen es Alejandro Mojica, un comerciante alejado de la vida pública y dedicado desde hace un par de décadas a vacacionar por el mundo. Alejandro es un buen hombre, pero sin presencia social, proyecto de gobierno, ni posibilidad de ganar una elección.
Acción Nacional habría decidido ya ir a la contienda de la mano de Javier Bolaños; el diputado federal aspiraba a la gubernatura, pero se desistió de ese espacio; Javier es el panista mejor posicionado en el estado y tenía serias posibilidades de triunfo en las urnas, de ahí la impresión de algunos de que pactó su retiro para ayudar a otro partido a ganar Morelos. Bolaños es un candidato bien posicionado en el aire, pero sin base social ni estructura para competir.
En el PRI la candidatura de Cuernavaca no tiene nombre, pero hay algunos personajes que han alzado la voz. Víctor Saucedo ha dicho que quiere, lo mismo que Alfredo Gutiérrez y Maricela Velázquez; el primero tiene experiencia de gobierno y habilidad política para competir, el segundo juventud y la tercera, por cuestiones de género, podría ser ubicada en la primera posición plurinominal al congreso local. En el PRI Cuernavaca podría ser el premio de consolación para quien no quede como candidato a gobernador.
En el PRD la candidatura está entre la actual presidenta del congreso Beatriz Vicera Alatriste o el diputado Carlos Alaniz. Ambos tiene n presencia en calle, manejan estructura y están cerca del precandidato perredista a gobernador; una tiene origen en el PRI y el otro en el PAN y los dos daría al PRD más capacidad de competencia que cualquier perredista de origen. El problema de ambos es el desgaste del congreso y la crisis económica que no deja de lastimar a la cámara y a sus integrantes.
Por la vía ciudadana el personaje que destaca es José Luis Urióstegui; bajo las siglas de Morena el abogado era la mejor propuesta de todas, pero por la vía independiente muchos tienen la duda que pueda lograr capitalizar su potencial. Es claro que la gente está cansada de los partidos y la moda es apostar por lo ciudadano, pero en una contienda en calle, donde se requiere estructura, recursos y apoyo, las candidaturas ciudadanas van en desventaja.
- redes sociales
Francisco Moreno Merino insiste en ser candidato a gobernador, a senador, a alcalde o a cualquier cosa que le den, incluyendo funcionario de Graco. El minúsculo priísta presume cercanía con el candidato presidencial del PRI, pero está desesperado porque nadie lo toma en cuenta; sus únicos promotores en el PRI son el dirigente estatal Alberto Martínez y el coordinador de los diputados Mario Chávez Ortega.
Los 16 puntos negativos que tiene Moreno Merino en todas las encuestas lo han aislado de cualquier posibilidad de ser tomado en cuenta. Simple: el corrupto misógino no suma, resta… y resta mucho.
Comentarios para una columna alegre: