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EL SOL DE CUERNAVACA: Resurgirá la Latino

Resurgirá la Latino

 

Los vecinos de la Casa Latinoamericana, conocida en Cuernavaca como la Torre Latinoamericana, están decididos a conservar su edificio. No saben cómo, porque no hay dinero suficiente para reponer los daños, los cuales, desde el sismo del 19S los mantienen en el exilio, pero su determinación ha aumentado desde que se les informó que ya han iniciado los trabajos de logística para el retiro del escombro que comprometía la integridad estructural del edificio que desde 1949 se yergue en la esquina de Avenida Morelos y la calle Santos Degollado, en pleno Centro de Cuernavaca.

En una de las entradas a la cochera despacha la administración, cuya oficina fue devastada por la caída de la antena de radio y el torreón poco después de las 13:16 horas.

Llevan cuatro meses casi en el desasosiego y la incertidumbre ha concluido después de las recientes reuniones con autoridades municipales y estatales que han gestionado recursos para el retiro del escombro que hará la empresa Sinergia, la cual está diseñando la logística para la colocación de una enorme grúa que en 65 días, a partir de su instalación, deberá concluir los trabajos, con lo que se dará pase a una nueva etapa en el rescate de la Casa Latinoamericana.

José Antonio Gumbler, administrador del edificio, acompaña otro de los recorridos que El Sol de Cuernavaca hace por el emblemático inmueble. El escombro ha reducido su peso y la presión que hacía sobre la dañada estructura “como ya no ha llovido, toda el agua se evaporó y ahora pesa menos, pero se ha seguido moviendo”, dijo. El primer punto es el lobby, donde se ve el mayor daño en este sitio, la mole de varias toneladas de peso que fueron el torreón y la antena de una estación radiofónica cayeron atravesando los dos departamentos en la parte superior y el piso, hasta dejar un hueco adornado con polvo y escombro. Abajo, se reconoce aún un mocasín de quien habitaba el departamento de la planta alta y que, por fortuna, no se encontraba en el lugar.

Ahí, hacemos la entrevista, en la cual nos informa que la empresa responsable del retiro del escombro busca a los trabajadores, las herramientas; luego, preparará el área, se apuntalará puntos específicos con metal para evitar desplomes que pongan en riesgo tanto a la estructura del edificio como a quienes trabajarán en ella durante los 75 días que dure la limpieza. Aunque los trabajos se harán a mano, la grúa es necesaria para remover los bloques que se vayan liberando, comenta.

Charlamos también sobre los vecinos, de los 63 departamentos que tenía el complejo, dos fueron derrumbados casi totalmente por el temblor; dos más se han ido dañando por la presión del escombro (los cuatro serán demolidos) y el resto podrán ser rescatados. “No sabemos cómo, porque no hay dinero, pero lo estamos intentando y estudiamos ya la forma de recuperarnos”, dice. 45 de los departamentos estaban ocupados regularmente en el momento del sismo, el resto eran para vacaciones o fines de semana.

Son 45 las familias residentes de la Casa Latinoamericana que han vivido exiliadas desde el 19S. Dejar sus cosas, sus viviendas, algunas adquiridas desde 1985, les ha mermado la calidad de vida. “Hay quienes están rentando pagando dinero que no tenían contemplado, porque aquí son dueños de sus departamentos”, dice, y nos platica con tristeza de la mujer de la tercera edad que murió el sábado pasado luego de una caída, pero por la depresión de encontrarse fuera de su departamento. “El día del temblor la sacaron cargando –tenía más de ochenta años- de uno de los apartamentos del sexto piso”, explica.

En la charla hemos ido subiendo por los niveles del inmueble. Salvo las huellas del saqueo, todos lucen intactos aunque parcialmente abandonados. Probablemente, eso sea lo más deprimente; el edificio parece estructuralmente bien, así lo determinaron los dictámenes, pero sin agua, luz ni otros servicios, y con la enorme cantidad de escombro cuyo polvo sigue filtrándose por todos lados, habitarlo es imposible.

Pero el optimismo, aunque discreto, “esperemos que ahora sí nos hagan caso”, dice Gumbler, es notorio. Han seguido trabajando en el extenso jardín y mantienen la alberca impecable. Uno de los vecinos que espera en la administración asegura que nadará en cuanto deje de hacer frío. Bromea desde las sillas de pvc que sirven para un punto de reunión que empezó siendo improvisado y ahora se volvió costumbre y asegura que harán fiesta cuando termine la remoción de escombros, “porque sin sol no hay carnita asada, y vamos a invitar a todos nuestros amigos”. Pero a Toño Gumbler la preocupa más el resguardo de la propiedad una vez que se retire el escombro “pondremos unas lonas yo creo en la parte del lobby”, y los recursos para rehabilitar el inmueble completamente “tenemos que pensar qué hacer, porque si antes del sismo no nos dábamos abasto para mantener el edificio y ya las fachadas nos significaban un problema, ahora será más difícil. Un trabajo que si bien durará años, tendrá que salvar uno de los edificios emblemáticos de Cuernavaca.

/Fotos: Froylán Trujillo

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